Capítulo 10

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Me gustaría volver a verte, o quizás verte volver... no lo sé.

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En el presente.


Santiago marcó una vez más.

Tampoco atendí.

Intenté concentrarme en varias cosas para no pensar en él y en todas las emociones que se hacían un nudo en mi estómago. Decidí enfocar mi mente en lo extraño que se veía el abuelo tumbado boca arriba con pepinos en los ojos mientras una señorita le hacía un masaje.

—¿Tienes 24? ¡Vaya! Yo nunca he pensado que la edad sea un impedimento—decía él mientras a su lado la tía Nell rodaba los ojos y le pedía a la chica que no le hiciera caso.

También me concentré en como mamá regañaba a Billy para que fuera un chico quien lo atendiera porque no quería que ninguna mujer le diera un masaje.

—Yo no ando con infieles. El masaje que te puede dar ella es el mismo que te dará el tipo de allá—alegaba con los brazos cruzados.

Después apareció Jenn tomada del brazo de su prometido y aunque hice uso de todas mis fuerzas para no voltearlo a ver, si lo hice. Él también me miró con un alivio extraño en los ojos, quizás pensando que el taxista me había secuestrado.

—¡Ese lodo me dejó la piel hermosa!—anunció Emmy, la hermana de Santiago, llegando a donde estábamos Kathleen y yo.

La sorpresa me vino acompañada de un fuerte abrazo de su parte. Detrás de su hombro y su cabello corto pude ver el rostro confundido de Jenn por ese saludo. Después de soltarme le dio otro abrazo a Kathleen, cosa que agradecí, porque hizo que Jenn se concentrara en otra parte.

Si bien no le había presentado a nadie de mi familia a Santiago, yo si había tenido la suerte de conocer a Emmy. Ella era tan dulce y tierna que resultaba imposible no quererla. A veces, en el pasado, la había llegado a sentir como la hermana que nunca tuve.

—Tus poros desaparecieron—alagó Kathleen cuando ella sentó junto a mí.

—¡Lo sé! Es genial. Ocupo llevarme uno de esos a casa.

Teníamos una mascarilla en el rostro y los pies sumergidos en agua tibia con pétalos que olían delicioso. Con la llegada de Emmy, una chica del spa se acercó rápidamente a atenderla también.

—Oye, escuché que le diste una bofetada al imbécil de tu hermano—dijo Kathleen haciéndome dar un salto en la silla. Emmy, por su parte, ni se inmutó mientras le colocaban pétalos en su agua.

—Se lo merecía. ¿Que clase de tipo no sabe que se casa con la prima de su ex?—tan crudamente sincera como siempre.

—¡SHHH!—me apresuré a callarla—. Nadie lo sabe y quiero que se quede así.

Emmy levantó las manos en señal de inocencia.

—Lo siento—masculló—. Se me salió.

Le creí.

Ella era la chica que lloraba porque había matado una mosca por accidente.

Suspiré regresando la espalda a mi asiento.

—No quiero arruinarle la boda a Jenn. Ella se está esforzando mucho para que todo esto salga bien y no pretendo meterme.

—Chica sabía—contestó Kathleen tomando un poco de fruta de un cuenco que tenía a un lado.

—¡Espera, mira quien viene ahí!—la voz desesperada de Emmy nos hizo girar la cabeza hacia la puerta por donde iba entrando Álvaro. Hasta la chica que le ponía el agua se giró para verlo—. ¿Aún te gusta, Kathleen?

Y ahora, ¿qué hago yo con este amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora