Al poner un pie en la entrada, el asombro se hace presente, las miradas se centran en nosotros y algunas murmuraciones se desatan, como si no escuchase absolutamente nada, Karan avanza hacia el interior pero yo no puedo ignorar tan fácilmente como él lo hace.
–Mira, el raro llegó–comenta una de las mujeres en un pequeño círculo de tres arpías.
–Y trae compañía, eso sí que es una sorpresa, debe estar loca como él, no hay otra explicación para que lo acompañase–replica otra dejando escapar una risilla burlona.
–Es lo más probable–habla la tercera y después ríen burlonamente y continúan murmurando.
Hay límites de tolerancia para todo y los míos son casi nulos, tolerar tonterías de este tipo para nada es mi fuerte por lo que me libero del brazo de Karan y vuelvo sobre mis pasos hasta llegar a donde se encuentran ese trío de arpías venenosas a las que planeo arrancarles el colorido cabello que adorna sus huecas cabezas.
–Vuelvan a repetir lo que dijeron pero esta vez, viéndome a la cara y no a mí espalda–indico con la molestia palpable en mi voz, me percato de que Karan ha regresado y se detiene a mi lado.
–No vale la pena, hemos venido a divertirnos, vamos–murmura Karan con tono sumamente tranquilo, nada comparado con el mío que denota molestia.
– ¿Por qué no escuchas al raro que al menos tiene sentido común?–indica la mujer de cabello rosa intenso que mantiene en su rostro una máscara blanca con detalles en dorado en los bordes y que usa un vestido dorado claro, la muy sinvergüenza se adelanta para mirarme directamente a los ojos mientras que las otras dos se colocan a su lado.
– ¿Cómo lo llamaste?– cuestiono mirándola llena de rabia, solo estoy esperando que se atreva a continuar con sus tonterías para hacerle ver, lo que es amar a Dios en tierra de indios.
–Lo que escuchaste, lo he llamado raro porque lo es, ¿Cómo más puede llamársele? ¿Acaso te gusta más Inada…?–antes de que pueda terminar lo que diría la sujeto fuertemente del cabello.
– ¡Te disculparas! ¡¿Me escuchaste?! ¡Ahora!–ordeno sujetándola tan fuerte que aunque intenta liberarse de mi agarre le resulta imposible.
– ¡Basta! ¡Estás haciendo el ridículo! ¡Suéltame de una vez!–expresa intentando apartarme con sus brazos, todos los presentes se encuentran pendientes al espectáculo pero poco me importa.
– ¿Quieres que te deje? ¡Entonces discúlpate por ser una bruja y no tener el mas mínimo respeto!
– ¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Lo siento, Karan, lo siento mucho!
– ¿Ves que bonito es su nombre y que hermoso es tener educación? A la próxima que se te ocurra soltar tu veneno sin pensar, te juro que no la cuentas–indico soltando su cabello y lanzándola hacia donde se encuentran sus compañeras que la sujetan antes de que termine en el suelo.
Ha quedado toda despeinada, gracias a su peinado no me quede con su sucio cabello en mis manos como con Naima, me hubiese gustado el trofeo pero no siempre se puede uno llevar algo, con una sonrisa la observo marcharse en compañía de ese par, se encuentra llena de indignación y no es para menos, este es su territorio y poco me falto para ponerme a trapear con ella. En realidad pensé que se par eran sus amigas pero evidentemente me equivoque, no movieron ni medio musculo por ayudarla, pobre, lo peor de todo es que ahora que el trago amargo pasó fingen interés, detesto la hipocresía, ella no me importa pero ver ese tipo de escenas me hace hervir la sangre por la rabia.
–No era necesario que hicieras eso, no me importa lo que digan o dejan de decir.
–Eso ya lo sé–musito con una sonrisa para acto seguido alejarme, tengo sed y quiero un poco de agua.
Las miradas se encuentran atentas pero no dicen nada, al parecer se han asustado, después de poco tiempo, Karan llega a mi lado y avanza sin decir una sola palabra pero sé que algo desea decir, durante el trayecto encontramos un mesero y tomo una copa de agua, llevándola hacia mis labios giro para ver todo lo que nos rodea.
–Ahí la tienes, ¿Te parece que necesita ser rescatada? Estoy tentado a dejarla en este lugar, se ve que le gusta–comenta una voz conocida, ¡Ha venido! Creí que no lo haría, estaba prácticamente segura.
–Capitán–musito mirándolo embelesada, esa aura misteriosa que desprende con esa mascara azul marino y vestido de manera tan elegante, si no se hubiese acercado y hablado, no lo hubiese reconocido, a su lado se encuentra Coralie, la reconozco de manera inmediata por su cabello y sus ojos atreves de su máscara dorada a juego con su vestido brillante.
– ¿Por qué debes causar problemas a donde quiera que vayas?–inquiere con gran seriedad–. Ni siquiera sé porque he venido.
–Yo no los busco, ellos solitos llegan a mí.
–Eso acabo de ver; además, te llevas muy bien con tu captor al parecer, que tontería, ¿Acaso padeces del síndrome de Estocolmo?
–Sí… pero no–expreso dejando escapar un suspiro sin apartar mi mirada de él–, ¿Ha venido solo para reclamar y pelear? Si es así, puede irse, capitán, yo solita puedo cuidarme.
–Basta, por favor–interviene Coralie al percatarse de que podemos comenzar a discutir–. Hiver, hemos venido por ti, deja esa actitud.
– ¿Yo? ¿No te das cuenta cómo actúa? ¿Y por qué lo hace? Dígalo, capitán, ¿Por qué me habla de esa manera?–cuestiono avanzando hacia donde se encuentra para poder mirarle los ojos.
–Basta, encárgate de tu amiga, Coralie, yo he hecho suficiente viniendo hasta aquí–expresa ignorándome por completo.
Sin más, cruza por mi lado y avanza hacia donde se encuentra Karan, quien se ha mantenido atento a lo que sucede mientras se encargaba de beber tranquilamente la copa de liquido transparente que adquirió antes de que aparecieran Coralie y el capitán. Todo este tiempo se mantiene sin decir nada y al ver acercarse al capitán, coloca en su rostro una sonrisa cínica pero no me interesa Karan y sus sin vergüenzadas, me importa que el capitán que se ha comportado de esa manera conmigo, me siento molesta, mis manos se convierten en un puño, furiosa, intento avanzar con la intención de detenerlo y exigir que se disculpe; sin embargo, termino siendo yo la detenida por Coralie quien me mira con reproche.
–Ni me mires de esa manera, no soy yo el problema, es él que es tan… ¡Uff!–musito con molestia cruzando mis brazos.
–No, no es él, eres tú, el capitán no ha tenido paz desde que encontré esa nota y corrí a informarle, ha enviado a todos a encargarse de la búsqueda de la pieza pero él, en lugar de enfocarse en algo tan importante como su búsqueda, decidió ocuparse en buscar lo necesario para venir hasta aquí conmigo para poder rescatarte, llegamos muy temprano, esperando impacientes por ti y cuando llegas, te vemos feliz, defendiendo a quien te secuestró, ¿Cómo crees que se siente? ¡Está enamorado, date cuenta!
– ¿Celos? ¿Eso insinúas? ¿Qué esta celoso? ¿El capitán?–replico con una clara expresión llena de incredulidad, es absurdo que él siendo como es, sienta celos, eso es para inseguros, no para él.
–No puedo creer lo que escucho, ¿No te has dado cuenta o solo te haces la tonta?–expresa con molestia–. Llegamos aquí pensando que pudieron hacerte daño, que podrías estar herida o algo, temíamos por ti pero llegaste muy feliz del brazo de ese sujeto y por si fuese poco, lo defiendes, ¿Qué esperabas que hiciera el capitán? Deja de ser tan…desconsiderada.
–Es absurdo, únicamente he hecho lo que consideré adecuado, no únicamente defendí a ese sujeto también a mi pero comprendo–digo mirando hacia donde se encuentran el capitán y Karan.
Ahora ellos conversan con tranquilidad, me percato de que Karan le entrega un sobre al capitán y curiosa como soy, decido acercarme siendo seguida por Coralie, ella es esa gota de prudencia que me hace falta en la vida, por eso es bueno contar con su amistad.
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Antares: étoile d'hiver
FantasyUna interesante aventura abordo de un peculiar navío, donde el capitán tiene una clara misión de búsqueda y una prisionera que no debería encontrarse a bordo, termina haciéndoles la vida imposible a todo el que la llega a molestar.