Capítulo 10 Elfos carmesí I

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La curiosidad de Amelia por la leyenda de los elfos carmesí crecía cada día. Mientras caminaba por las calles, su percepción se había agudizado. Podía sentir la energía de los habitantes, de los árboles, todo parecía vibrar en su entorno. Esta nueva sensibilidad, aunque fascinante, resultaba agotadora.


Por la tarde, se encontraba en un balcón, inmersa en la lectura de un viejo libro sobre los elfos carmesí. Era un volumen antiguo, de tapa dura, cubierto de cuero envejecido.

Las páginas, frágiles y amarillentas, contenían información fragmentada, algunas arrancadas o quemadas. En una de las páginas se mencionaba a Phäll, un elfo carmesí que, sin dejarse corromper, había llevado a su raza a un poder inimaginable. Phäll había estudiado la magia natural, abriendo puertas internas que los bloqueaban de su verdadero potencial.


Con el tiempo, Phäll compartió sus descubrimientos con los elfos dorados, blancos y los Alpes. Sin embargo, algo inusual ocurrió: los elfos de los Alpes no reaccionaban igual a la magia.

Mientras los demás elfos florecían en poder, los Alpes parecían inertes, incapaces de manifestar esa energía. Phäll vivía en una torre oculta en el bosque, donde registraba sus hallazgos, incluyendo teorías sobre cómo la magia se heredaba o se aprendía.


"Tal vez ahí esté la razón por la que reaccioné así ante la energía de Ivar", pensó Amelia.


Profundamente intrigada por el pasado de los elfos carmesí, pasó horas revisando antiguos manuscritos. Se topó con imágenes de las primeras generaciones de las familias carmesí, que compartían una característica inmutable: el cabello rojo, símbolo de su linaje.

Sin embargo, entre esas imágenes encontró una anomalía: algunos elfos carmesí tenían el cabello blanco.


Este detalle la confundió. Siempre se decía que el cabello rojo era un signo distintivo de los carmesí. Entonces, ¿qué significaba este cabello blanco? Intrigada, decidió preguntar a Elowin.


Elowin, siempre envuelta en un aire de misterio, le explicó que aquellos elfos de cabello blanco eran conocidos como "los primeros hijos". Estos elfos rechazaron los avances de Phäll y nunca consumieron carne, un acto que, según su raza, corrompía el alma y alteraba su esencia.

El consumo de carne, decía Elowin, manchaba el cabello de rojo, reflejo de una corrupción interna. Aquellos que rechazaron esa práctica mantuvieron el cabello blanco, mientras que los que sucumbieron vieron su cabello teñirse de carmesí.


La explicación de Elowin no satisfizo a Amelia, sino que la llenó de más preguntas. ¿Por qué se había ocultado esta parte de la historia? ¿Qué secretos guardaban estos elfos olvidados? Amelia notó que muchos pasajes de los libros estaban incompletos, con páginas arrancadas o quemadas. Estos vacíos en la historia la inquietaron aún más.


Al insistir en saber más, Amelia percibió un cambio en la mirada de Elowin. Sus ojos, normalmente serenos, se tornaron fríos, como si aquellos recuerdos del pasado fueran una carga demasiado pesada de soportar.

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