CAPÍTULO 11 conocimiento = poder

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Desde aquel día, Amelia buscaba respuestas, pero Elowin evitaba el tema con una frialdad calculada. Siguió su investigación, leyendo cada manuscrito que encontraba en la biblioteca, pero entre sus páginas no hallaba más que información repetida. Le resultaba incomprensible aceptar que llevaba la misma energía que los elfos carmesí.

"Nunca he sentido la necesidad de comer carne… no creo haberlo hecho, pero ellos… se mezclaron… entonces, ¿no soy… de los primeros hijos? No entiendo nada…”

La confusión en su mente se hacía cada vez más densa, una maraña de preguntas sin respuesta. En ese reino, nadie osaba hablar del tema, como si un pacto de silencio envolviera la verdad.

Un día, en medio del entrenamiento, Atop notó un cambio en Amelia. Su fuerza crecía. Aunque Kalu se defendía con tenacidad, los golpes de Amelia lo movían varios centímetros con cada impacto.

—Eres como una mini versión de Ivar… por la fuerza —bromeó Atop.

Jadeando por el esfuerzo, Amelia respondió con la mirada perdida:

—¿De verdad lo crees? Yo aún me siento… lenta.

Era un día gélido, de esos en que el aliento forma nubes al hablar. Amelia, cada vez más ensimismada, se quedaba mirando al vacío, sus pensamientos un enigma. De repente, escuchó la voz resonante de Eliot, quien se acercaba bromeando junto a Talin. Con un largo suspiro, cerró los ojos buscando serenidad.

Atop, al verla tan perdida, se quitó su capa morada y la colocó sobre sus hombros.

—Sigues perdiéndote en tus pensamientos —dijo en un tono suave.

—Tengo demasiadas preguntas… y tu madre… aquí no dicen nada sobre los carmesí —murmuró Amelia, observando el calentamiento de Talin y Eliot.

Atop se inclinó levemente hacia ella, susurrándole al oído:

—Busca al elfo de los libros. Él sabe mucho más.

Amelia lo miró, sorprendida.

—Pensé que no tenían nada sobre ellos…

—Sí hay información —dijo Atop, mirando a su alrededor—, pero está escondida. Los más viejos no quieren que los elfos jóvenes sepan que no podemos controlar la magia… Hazme caso, ese elfo conoce más de lo que imaginas.

Atop se alejó, uniéndose a Talin y Eliot en el entrenamiento, dejando a Amelia sumida en una tormenta de pensamientos. Las palabras resonaban en su mente, encendiendo una inquietud creciente.

—¿Podemos hablar? —Eliot se acercó con cautela.

Amelia resopló, visiblemente cansada de la misma petición. Se levantó antes de que él pudiera alcanzarla, pero Eliot la agarró fuertemente del brazo.

—Dije que tenemos que hablar —repitió, apretando su brazo con más fuerza.

Con un movimiento decidido, Amelia se soltó y lo miró con una frialdad que no había mostrado antes.

—No vuelvas a tocarme sin mi permiso —espetó, su voz como el hielo.

Eliot quedó paralizado. Hacía mucho que no sentía ese desprecio de Amelia, y el regreso de esa frialdad lo dejó atónito. Se había acostumbrado a su dulzura, y ahora, tenerla distante era peor que perderla por completo.

Esa misma noche, acostada en su cama, Amelia no podía dejar de pensar en la sugerencia de Atop. Sabía que había una biblioteca más antigua, protegida por Elowin, donde se guardaban textos mucho más viejos y ocultos que los de la biblioteca común. Se levantó de un salto, tomó su abrigo y se dirigió a buscar ese lugar prohibido.

El Legado De Las Sombras Carmesí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora