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Narra Lizzie
Mis pies dolían y mis manos estaban entumidas, Ashley y Kate no dejaban de arrastrarme de aquí para allá pidiéndome, mejor dicho obligándome a ayudar con las compras.
Nuestros padres siempre nos dan una cantidad considerable de dinero en nuestros cumpleaños. Al ser su cumpleaños 17 nuestros padres las dejaron hacer una fiesta en la piscina de la casa y me traen vuelta loca comprando lo necesario, pero principalmente ropa, mucha ropa.
Arrastré los pies hasta la siguiente tienda.
—Ya estoy aquí, no me maten—aquella persona que supuse no aparecería, y es la causante de mi nerviosismo, llegó.
_______ Hiddleston, la mejor amiga de mis hermanas.
La conozco desde hace un año cuando se mudó a la ciudad, ella conoció a Mary Kate y Ashley en la escuela y se volvieron inseparables.
Realmente ella y yo casi no hablamos, solo soy la hermana menor de sus amigas.
No es mala conmigo, todo lo contrario, pero odio que solo me vea de esa manera porque desde que la vi quedé flechada por ella.
Fue inevitable, es muy amable con todos y la he escuchado tratando de incluirme en los planes que hace con mis hermanas, pero ellas se niegan porque al yo ser dos años menor dicen que estoy muy pequeña para acompañarlas a las fiestas y a sus locos planes.
Me quieren, pero me sobreprotegen demasiado.
—Idiota, casi llegas mañana—Mary Kate golpeó su hombro.
—Exagerada—rodó los ojos.—Hola, Lizzie, chicas que malas son—dijo al verme con todas las bolsas. Las tomó dejándome solo con una pequeña. Con sus fuertes brazos parecía no pesarle como a mi.
—Vamos, debo buscar un cinturón—dijo Ashley entrando a la tienda. Todas las seguimos.
Las chicas como siempre acapararon a ______ pidiéndole su opinión. A mi ya me tocó la peor parte, pues al inicio me tiraban los vestidos mientras escogían los que se llevarían al probador.
Esta vez escogieron solo un vestido cada una y se metieron al probador.
Mis hermanas sueñan con ser diseñadoras y por eso para ellas es importante como se ven.
_______ dejó las bolsas en los sofás a fuera de los vestidores y me miró con una linda sonrisa.
—¿Ya comieron?
Negué.—No me han dejado ni un segundo
—¿Qué se te antoja?
—Muero por una hamburguesa—la escuché reí por mi siempre exageración. Lo admito, soy un poco berrinchuda porque al ser la hija menor mis padres me consienten solo un poquito más que a mis hermanas.
