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Narra ______ Thornesmith
–Hey chicos, tenemos una misión–anuncié cuando llegué a la escuela.
Mis amigos estaban en el estacionamiento con sus motocicletas, parecemos el típico grupo de rebeldes, con chaquetas negras, motocicletas y alguno que otro tatuaje, pero en realidad somo muy aplicados en la escuela y tranquilos en general, a excepción cuando alguien se mete con nosotros, porque entonces habrá serios problemas.
Los tres hombres Dylan, Cole, que son hermanos, y Jeremy. Las mujeres Florence, Lili y yo, los seis somos un grupo muy unido, si te metes con uno, los cinco estarán detrás detrás de ti.
–¿Qué ocurre sargento?–preguntó Dylan haciendo un saludo militar en broma.
–Alguien lastimó a Cat–informé guardando la llave de mi moto.
–¿Quién lastimaría a esa dulzura?–cuestionó Florence incrédula
–Si ______, tu novia desprende amor por donde vaya ¿Quién se metió con ella?–preguntó Jeremy arqueando una ceja
–Su ex novio, la besó a la fuerza y le hizo un moretón. Debemos darle una lección–dije mirándolos seriamente
–Odio a los abusadores–gruñó Lili rodando los ojos–Tu dices que haremos
–Después de la escuela–informé, ellos asintieron, la campana sonó y entramos a la escuela.
....
Esperamos a que fuera de noche y los seis nos dirigimos en nuestras motocicletas a la casa del tal Daniel, averiguamos su dirección gracias a Internet, éste chico está obsesionado con las redes sociales.
Al llegar a la dirección lo vimos bajar de su auto, estacionamos las motos a modo que quedó rodeado sin posibilidades de huir.
–Hola Daniel–dije bajando y caminando hasta él–¿Sabes quién soy?
–No ¿Debería?–cuestionó confundido.
–¿Y Cat? ¿Te suena ese nombre?
–Oh ya entiendo, tu eres su novia ¿No? La que la volvió una enferma lesbiana–antes de que pudiera seguir hablando le lancé un puñetazo directo al rostro.
–Escúchame bien pequeño imbécil, si te vuelves acercar siquiera a ella, te juro que te vas a arrepentir–lo amenacé.
El se levantó del suelo escupiendo sangre.
–Hija de puta–intentó golpearme, pero lo esquivé y le di una patada en el estómago, haciendo que cayera otra vez al suelo jadeando de dolor.
–¿Entendiste Daniel?–me incliné levantando su rostro–Te juro que tan siquiera piensas en hacerle algo, te haré sufrir tanto que desearás nunca haber pensado nada–le di una última patada en el estómago y me alejé acomodando mi chaqueta.
