Capítulo 2: Entre la Luz y la Oscuridad

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Después del enfrentamiento con la maldición, la tensión en el equipo de Gojo y Utahime seguía presente. A medida que avanzaban en la misión para proteger al cuerpo de plasma estelar, los obstáculos se volvían cada vez más intensos, y la amenaza de los seguidores del Culto de los Malditos se hacía cada vez más palpable.

Satoru Gojo mantenía su actitud confiada, como si el peligro no fuera más que una molestia pasajera. Utahime, por su parte, no podía dejar de sentir una creciente incomodidad. Aunque confiaba en las habilidades de Gojo, sabía que algo estaba cambiando, no solo en la misión, sino también en la relación entre los hechiceros.

El día siguiente trajo consigo un nuevo ataque, esta vez más coordinado y letal. El grupo Q, junto con el Culto de los Malditos, había reunido todas sus fuerzas en un intento desesperado por detener a Gojo y sus compañeros antes de que el cuerpo de plasma estelar pudiera completar la fusión con Tengen-sama. Utahime estaba de nuevo al frente de la logística, encargándose de los detalles más pequeños, pero esenciales, de la operación.

El ataque llegó de manera imprevista, y el caos se apoderó del campo de batalla. Utahime, quien en ese momento se encontraba en un área separada del resto del equipo, fue emboscada por un grupo de maldiciones menores. Aunque su técnica maldita no era poderosa, luchó con valentía, utilizando todo lo que tenía a su disposición.

—¡Malditas bestias! —gritó, lanzando su técnica con todas sus fuerzas, aunque sabía que no sería suficiente para derrotarlas a todas.

Cuando parecía que la situación empeoraría, un destello de luz se interpuso entre ella y las maldiciones. Satoru Gojo apareció de repente, cubriendo a Utahime con su técnica del infinito, una barrera que impedía que cualquier ataque la alcanzara.

—¿Qué harías sin mí, Utahime? —preguntó Gojo con su característica sonrisa burlona, pero esta vez había un toque de seriedad en su voz.

Utahime respiró hondo, tratando de recuperar el control de la situación.

—No necesito que me salves siempre, Gojo —respondió, aunque una parte de ella estaba agradecida.

Gojo no respondió de inmediato, y por un breve momento, el silencio entre ambos fue casi incómodo. Luego, sin previo aviso, Gojo lanzó un ataque devastador que eliminó a todas las maldiciones en un instante.

—Lo sé —dijo finalmente, bajando la mirada por un momento—. Pero eso no significa que no lo haré.

Utahime quedó sorprendida por su tono, tan diferente del Gojo que siempre había conocido. En ese instante, comenzó a ver en él algo más allá de la arrogancia que tanto la irritaba.

El campo de batalla quedó en silencio después del ataque, y Utahime miró a su alrededor, observando los destrozos y los cuerpos de las maldiciones. La batalla estaba lejos de terminar, pero por primera vez en mucho tiempo, sintió que no estaba completamente sola en medio del caos.

A medida que el equipo se reagrupaba, las tensiones internas también salían a la luz. Suguru Geto, quien siempre había sido el amigo más cercano de Gojo, empezaba a mostrar signos de duda. Utahime, al observar sus interacciones, se dio cuenta de que algo no estaba bien. El brillo en los ojos de Geto se estaba apagando, y Gojo parecía no notarlo.

Con el cuerpo de plasma estelar aún bajo amenaza, el equipo debía seguir adelante, pero las fisuras entre ellos se volvían cada vez más evidentes. Utahime no podía evitar sentir que algo más grande estaba en juego, algo que trascendía la misión. Sin embargo, decidió concentrarse en lo inmediato: proteger a sus compañeros y cumplir con su parte.

La noche cayó, y el grupo decidió hacer una breve pausa antes de continuar con la misión. Utahime, cansada y herida, se sentó a la orilla de un acantilado, mirando el horizonte mientras la oscuridad cubría el cielo. Gojo se acercó silenciosamente, y por un momento, ambos permanecieron en silencio, observando la noche.

—¿Cómo lo haces? —preguntó Utahime finalmente, sin mirarlo.

—¿Hacer qué? —respondió Gojo, claramente desconcertado.

—Ser tan despreocupado, como si nada te afectara. No importa cuántas veces te enfrentes a la muerte o veas a tus amigos caer... siempre te mantienes así, como si todo fuera un juego.

Gojo se quedó en silencio por un largo momento, y cuando habló, su tono era inusualmente serio.

—No es que no me afecte. Solo... lo oculto mejor que los demás.

Utahime lo miró por primera vez desde que habían comenzado a hablar, sorprendida por su respuesta. Había una vulnerabilidad en él que nunca antes había visto, y en ese instante, comprendió que Satoru Gojo no era invencible, al menos no emocionalmente.

El viento soplaba suavemente a su alrededor, y Utahime sintió una extraña sensación de cercanía con Gojo, una conexión que no había esperado. Ambos permanecieron en silencio durante el resto de la noche, compartiendo un momento de paz antes de que el caos volviera a apoderarse de sus vidas.

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Fin del capítulo 2.

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Perdón por no haber podido actualizar la historia pero ya tengo capítulos en desarrollo y los trataré de traer tan pronto sea posible.

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