Capitulo 23. No puedo estar en celo otra vez

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🌡️🔞

Ha pasado un mes desde la batalla, un mes demasiado intenso para mí. Gracias a la diosa mi abuelita se recupera poco a poco.

Ya no está en el hospital pero tampoco quiere quedarse en mi casa por lo que Adam ha adecuado la casa del jardín a sus necesidades.

Ella se cree que está sola y es independiente pero nosotros la tenemos vigilada. Decirlo así suena feo, pero lo que quiero es cuidarla y tenerla cerca de mí y esta es la mejor manera o la única que se me ha ocurrido por el momento.

Adam me conto que en la mañana del ataque recibió un telegrama del que creía un buen amigo en él le explicaba que debía acudir cuanto antes a su manada ya que tenía noticias de los malditos alfas. Claro que fue una trampa, con la ayuda de un brujo consiguieron atraparlos y encerrarlos en una mazmorra.

No hay que decir que su supuesto amigo murió ese mismo día, a manos de mi compañero y su mano derecha.

En el momento que fueron liberados se cobraron su propia venganza, no me gusta el derramamiento de sangre pero supongo que a veces en nuestro mundo es necesario.

Mi cachorrita crece muy rápido y Megan la ha llamado Mary Emily en mi honor por lo que no puedo caber en sí de gozo.

Poco a poco todos en la manada se han ido adaptando, ahora creo que somos la manada más grande de todo el país. No sé los territorios que poseo pero Adam me ha dicho que son bastantes.

Si tan solo supiera que a mí poco me importa, que prefiero una vida tranquila y mi trabajo en el hospital. Ya sé que no puedo elegir, que mi destino está escrito pero mientras pueda compaginar mi trabajo con mi obligación seré totalmente feliz.

....

Despierto en mitad de la noche mi cuerpo arde, y mi intimidad duele. Me meto en la ducha y giro el mando en la posición de frío.

No me ayuda nada, no entiendo o no quiero entender lo que me está pasando pero reconozco los síntomas.

No puedo estar otra vez en celo!!

Salgo de la ducha y veo a Adam en la cama, no se qué me pasa pero algo se apodera de mi. Me subo sobre el y el me mira extrañado. Arranco sus ropas y paso mi dedo por debajo de su clavícula.

Sin pensarlo claro mis dientes y dejo mi marca. Lamo su sangre para que su herida cure más rápido.

--- Acabas de marcarme?---

--- Si, pero es extraño no se porque lo he hecho ---

--- Yo si, tú sangre de Alfa lo ha hecho así que ahora estamos más unidos si cabe. Por cierto puedo oler que has entrado en celo, tú calor me está afectando a mi también. Esto va a ser un problema que los dos entremos en celo puede demorarse bastante así que prepárate para lo que viene---

Me voltea y queda tendido sobre mi.

—Hoy no me voy a contener  —dijo, antes de besarme profundamente. Su mano me tomó de la cintura, apretando fuerte, mientras su boca se apoderaba de la mía.

—Quiero follarte, no aguanto más

Estaba  muy excitada, con la mente completamente nublada, sus manos encontraron mis senos. Los apretaba mientras baja el tirante de mi top y, sin dudarlo, lamió mis pezones con lentitud, cada lamida me hacía temblar.

—Tienes unas tetas deliciosas —murmuró—. Quiero hacerte mía, no puedo esperar más.

Entonces alzó mis brazos y sujetó mis manos con una de las suyas. Con la otra, empezó a acariciar mi clítoris con suavidad. Su lengua trazaba un camino desde mi cintura hasta mi ombligo, bajando despacio hasta detenerse en mis muslos. Pero sus labios nunca tocaron mi intimidad, y eso me volvía loca. Mi cuerpo pedía más, jadeaba de puro deseo.

—Tómame… —le rogué—. Quiero sentirte adentro, ya no aguanto más.

Con una sonrisa, tomó mi cabeza entre sus manos y me guio hacia su miembro. Cuando lo vi, me quedé sin aliento. Su glande hinchado y rojo me tenía extasiada. Me moría por sentirlo en mi boca y montarlo de una vez.

Pero justo cuando estaba a punto de tenerlo dentro, cambió de idea. Me recostó, abrió mis piernas y comenzó a comerme. Sus manos agarraban mis senos con fuerza mientras movía mi cuerpo hacia él con cada lamida. El orgasmo llegó sin aviso, fuerte, haciéndome temblar. Pero antes de que pudiera recuperarme, me penetró con intensidad, llenándome de una sola embestida.

Sus ojos me miraban con una mezcla de lujuria y poder.
Lo miraba con hambre, totalmente rendida a lo que estaba haciendo conmigo. Y de repente comenzó a decir palabras sucias.

Sus palabras sucias me hacían jadear como una loba desesperada, sonriendo mientras lo miraba con esa mezcla de inocencia y lujuria. No necesitaba decir nada, mi cuerpo lo decía todo: sí, esto era lo que deseaba. Sentirlo dentro de esa manera, intenso, profundo, fuerte.

Sus manos apretaron mis caderas con más fuerza mientras me follaba con un ritmo salvaje, mi cuerpo subiendo y bajando sobre su duro miembro. De repente, su mirada se volvió más oscura, su respiración más pesada.

—Voy a azotarte ese culo —dijo con una sonrisa sucia, sus manos recorriendo mis nalgas, acariciándolas primero para luego levantarlas y dejarlas caer con fuerza sobre su virilidad. Cada golpe resonaba en mi piel, y el placer mezclado con el dolor solo me hacía jadear más fuerte.

Me tenía completamente a su merced, y yo no podía hacer nada más que gemir y aferrarme a él, esperando el próximo azote mientras mi cuerpo se rendía al placer brutal que me estaba dando.

—Chúpamela, cómetela toda —ordenó, y yo me arrodillé junto a él, dispuesta a complacerlo por completo. Lo tomé con las manos y lo metí lo más profundo que pude en mi garganta. Sentía que me lo merecía, esa plenitud erecta que me había provocado tanto placer necesitaba estar en mi boca. Lo lamí generosamente, recorriéndolo entero, y bajé hasta sus bolas, acariciándolas con mi lengua, sintiendo su piel suave, hasta llegar a su perineo. Él jadeaba de placer, su respiración cada vez más rápida.

Me tomó por la cara y me besó de nuevo, pero esta vez fue diferente. Me giró, poniéndome en cuatro, y con una calma casi tortuosa me penetró lentamente, hundiéndose en mí mientras se montaba sobre mi espalda. Su pecho pegado a mi piel, el calor de su cuerpo haciéndome sentir completamente suya. Agarró mi cintura con fuerza y comenzó a bombearme rítmicamente, metiendo cada centímetro de su miembro dentro de mí, una y otra vez.

Sus manos alcanzaron mi rostro, y me arqueó hacia atrás para besarme profundamente mientras seguía embistiéndome, cada empujón más fuerte que el anterior. Mi cuerpo temblaba, completamente entregada al placer que me daba con cada movimiento.

Sentía su miembro llenándome por completo, hasta que, de repente, lo noté: su cuerpo se tensó, y en un instante, comenzó a derramar su semilla dentro de mí, cada pulsación llenándome con su semilla caliente. Mi cuerpo temblaba de placer, sintiendo cómo me inyectaba cada gota, mientras él jadeaba con fuerza, hundiéndose en mí hasta el fondo.

Él jadeaba, su cuerpo relajado pero su mirada aún fija en mí. Me besó de nuevo, lento pero profundo, mientras sus dedos recorrían mi cuerpo, acariciando mi piel con suavidad. Sus manos bajaron hasta mi entrepierna, acariciando mi vagina despacio, como si la estuviera consolando después de todo el placer que le había provocado.

—Me encantas, eres una mujer deliciosa —murmuró contra mis labios, sonriendo con esa satisfacción que solo viene después de haber compartido algo tan intenso.

Después de unos minutos de calma, se incorporó lentamente y me miró, aún con esa sonrisa satisfecha.

— Procura descansar, no creo que el calor tarde en volver —

Y tenía razón pasadas dos horas el calor se hacía presente de nuevo.







Nota: Espero lo hayan disfrutado, este tipo de capítulos no son fáciles de escribir para mí..un besito curiositas/os

La debilidad del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora