Creo que me dijo que me amaba. Yo la escuché con claridad. Ella me miraba con esos ojos luminosos, esperando una respuesta a una pregunta que no entendía. De todas maneras, dije lo que ella quería escuchar y su rostro se iluminó mucho más. Me abrazó tan fuerte que podía sentir su temperatura alcanzar los niveles del sol. Sus labios encontraron a los míos en una tormenta enterrada en pasión y nos dimos un largo beso. Al terminar la velada, la dejé en su casa y yo me fuí a un parque. No pensaba en sus palabras, ni en todos los cariños que supuso el camino hasta su casa. Compré dos cigarrillos y empecé a fumar, sentado en una banca. Me sentía cansado, pero no quería dormir. En más de una ocasión me sucede lo mismo, solo puedo rondar por los lugares poco habitados, extasiado de nicotina. Mientras fumaba el segundo cigarrillo, una pareja se sienta en la banca del frente; parece que no se dan cuenta de que yo estoy aquí, no me importa. Se besan y se tocan. Siento una ligera repulsión desde el estómago a la boca. Quizá no quiera decir nada. Termino de fumar y lanzo la colilla al piso, aun con un poco de contenido; la pareja se va y me vuelvo a quedar solo: así está mejor, la luz es mi única amiga. Cuando llego a casa, me siento fatal, voy al baño y vomito lo poco que tengo en el estómago. Atrás se oye la voz de una persona enfurecida: ¿Otra vez llegas drogado? Tan solo escuchar la primera palabra me irrita: ¿puedes callarte el hocico? No estoy drogado, le dije; mi tono de voz, con frecuencia, es baja, pero mi hermana hace que me exalte en seguida. Luego de la respuesta que le dí, llega el interrogatorio, que es un calvario. Llego a mi cuarto: no puedo pegar los ojos. Así pasó la semana, los días, las horas, los minutos, los segundos... Es una dolencia perenne; no he hecho nada que valga la pena, porque esto no tiene sentido: ¿qué han hecho mis manos? No he logrado ser ningún tipo de artista, ¿que han logrado mis pies? No he logrado ser ningún deportista ni atleta, ¿qué ha hecho mi cerebro? No he logrado ser un matemático ni un intelectual. Creo que el resto del mundo sabía mi posición; creo que todos lo sabían menos yo. He intentado ser alguien, pero solo he conseguido el repudio de la vida misma. Llego a la calle, estoy solo; cuando estoy con ella, igual me siento solo, además, es cuestión de tiempo para que se dé cuenta; cuando lo haga, solo seré un esperpento más. Me da igual. Es interesante, porque la confrontación no ha tardado en llegar, se ha dado cuenta; pero esto me interesa, porque no lo siento igual que siempre. Sus palabras duelen:
¿No te cansas de eso?
¿De qué?
De ser un miserable.
Ella se da mediavuelta y se va, sin escucharme. Es lo mejor. Considero sus respuestas: unmiserable. Quizá esté cansado, quizá no; quizá soy un bohemio. Quizá por esocoloco una soga en mi cuello, quizá no. Al empujar la silla, siento lo que hesido; ante las puertas de la vida y de la muerte, uno es lo que es.
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Cronicas dispersas
Short StoryCronicas dispersas. Un mundo lleno de algarabia, de tiempos perdidos, de ensueños efimeros.