FERIA

39 13 0
                                    

Draken suspira y mira a su alrededor. Hay un mar de gente, la mayoría vistiendo yukatas. Se mira a sí mismo y se siente un poquito fuera de lugar con su ropa de diario junto con su siempre fiel haori. Realmente nunca se ha preocupado por su aspecto personal, toda su vida había vestido lo que las chicas del burdel y Masaway le regalaban; él poco o nada podía hacer, en ese entonces, para escoger su ropa. Ahora que él mismo se costea sus cosas no tiene ni la más mínima idea de cómo vestirse bien, o cuál es la definición de ello. Mitsuya se la pasaba regañándolo, pero Draken prefería la comodidad por encima de la moda.

Usar yukata era equivalente a incomodidad, además nadie le había enseñado a cómo ponerse uno y las chicas estaban demasiado ocupadas con sus propios asuntos como para prestarle atención y ayudarlo a verse bien para su cita. Como sea, él siempre vestía así y su cita ya estaba acostumbrado a verle así, qué más daba.

Se queda sin aire, como si le hubiesen dado un rodillazo en el estómago, de esos que ha recibido muy seguido al meterse en peleas; pero ni de lejos ha sido doloroso. A lo lejos, acercándose con pasos rápidos pero cuidadosos, viene Mikey enfundado en un yukata de colores claros y un peinado que le descubre todo el rostro. Se veía precioso, como un ángel.

—Hola, Kenchin. Lamento la demora, pero es que Emma se demoró en ayudarme a ponerme el yukata y en peinarme. ¡Ah! ¡También me puso un poquito de maquillaje! —Se señala el rostro, donde Draken puede notar el brillo en sus labios, el ligero delineado de sus ojos y el rosa artificial de sus mejillas —. Me puse bonito para nuestra primera cita. ¿Te gusto?

Pestañea con coquetería y Draken también se fija en que sus pestañas están más arqueadas. Bonito era poco, se veía precioso, pero sólo puede pensarlo, porque su boca se pone estúpida y sólo puede dedicarse a boquear y decir palabras sueltas. Mikey se burla y esa risita es una de las más bellas, esas que atesora siempre.

—Emma va a estar muy orgullosa de que te dejé sin aliento y sin palabras —su pose es orgullosa y a Draken le palpita más que el corazón —. ¡Vámos, Kenchin! ¡Quiero algodón de azúcar!

Antes de que Mikey comience a avanzar, el cerebro de Draken por fin hace conexiones. Toma a Mikey del brazo y lo gira hacia él; envuelve su cintura y lo besa, lento y profundo. Sus labios sabían a cereza, por el brillo labial. Diablos, sí debía de agradecer a Emma por haberle prestado ese yukata a Mikey y resaltar aún más su belleza.

Hay un sonido húmedo cuando se separan, Draken se lame los labios saboreando la cereza sintética y la saliva mezclada de ambos; a Mikey le tiemblan las piernas, los ojos de su novio se habían oscurecido y toda su aura era tan sexy. Si no se controlaban buscarían cualquier rincón para restregar sus cuerpos en una danza erótica.

—¿Ya iremos a que me compres mi algodón de azúcar?

—Te compraré todo lo que tú quieras. Te lo mereces

—¿Por bonito? —Su pestañeo más que coqueto le parece tierno así que se agacha y deja un par de besos en sus párpados.

—Sí, sólo por bonito —le muerde la mejilla, disfrutando de la risa nasal de Mikey.

Se adentran a la feria tomados de la mano, Mikey va enlistando todo lo que quería comer y Draken sólo lo miraba atentamente, como desde la primera vez que se conocieron, sin perder un solo detalle de sus expresiones y cambios de voz. Le llenaba de felicidad ver que aún conservaba rasgos infantiles, era tan expresivo que por momentos lo envidiaba. Mikey era todo lo contrario a él, y eso era lo que más le gustaba.

—Comeremos todo eso sólo si nos subimos a un par de juegos primero —detiene su parloteo poniendo un dedo sobre sus labios.

—¡Pero dijiste que me comprarías todo eso por bonito!

—Y voy a cumplir con mi palabra —aprieta sus mejillas —. Pero primero disfrutemos de la feria. Dame ese gusto, ¿sí?

Mikey frunce el ceño, todo ese gesto le parece tan adorable a Draken que se rinde ante sus impulsos y le da un pequeño beso a esos labios de pez. Su relación se resumía a eso, Mikey siendo adorable y Draken cayendo de rodillas ante sus pies, queriendo darle todo el mundo entero.

—Está bien. Pero tendré porción doble

—Eres un manipulador

—Y así me amas

Draken gruñe al no poder refutar aquello, Mikey ríe y le acaricia la espalda como forma de reconfortarlo.

Continúan con su camino, ambos se ponen de acuerdo en montar primero algo ligero: el carrusel de caballos. Aprovechan la atracción para darse algunos besos y pasar la mayor parte del tiempo tomados de la mano; Mikey hacía bromas sobre algunas figuras por estar mal pintadas o tener aspecto extraño. Draken se reía de lo lindo por las ocurrencias, la mayoría del tiempo no entendía de dónde venían tantas ocurrencias, pero era parte del encanto de su novio.

Una vez terminado su paseo en el carrusel buscan una atracción con más emoción, Mikey escoge las tazas locas. Draken acepta sólo para, como no, complacer a su chico. Una vez la atracción comienza, ellos hacen lo propio y comienzan a girar con todas su fuerzas. Mikey se carcajea, endulzando el canal auditivo de Draken. Apenas y pueden ver algo de lo rápido que iban, cuando el tiempo termina, ellos aún giran un poco más.

—¡Veo el universo entero, Kenchin!

—Terminaré con dolor de cabeza

Ambos, sentados en una mesa de picnic, tratan de sobrellevar el mareo que ellos mismos se habían provocado. A Draken le daba vueltas la cabeza y el estómago; Mikey sólo seguía viendo un poco borroso, pero al menos Draken se había detenido por el momento y estaba cumpliendo con su promesa, ahora mismo estaba degustando un enorme algodón de azúcar y frente a él estaban dispuestos un montón de platillos dulces y deliciosos.

La noche era joven y ellos aún tenían muchas atracciones a las cuales montarse y premios que querían ganar. Hacer memorias y tomar muchas fotos, porque Draken necesitaba fotografíar su hermosa imagen, con esa yukata de flores y ese peinado con coletas pequeñas haciendo una diadema. Sí, necesitaba con urgencia agradecerle a Emma y pedirle que lo arreglara más seguido.

FLUFFTOBER 2024 - DRAKEY VERSIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora