29~ 𝓟𝓸𝓬𝓱𝓮́ - 𝓒𝓪𝓵𝓵𝓮

588 87 7
                                    


Mi estómago se hunde. ¡No hice eso!... ¿verdad?

Dejo escapar un largo suspiro. Lo más probable es que lo hiciera. Lastimé a Daniela. Maldición.

Pero, maldita sea, voy a compensarlo de alguna manera.

-

-

𝓟𝓞𝓥 𝓒𝓪𝓵𝓵𝓮

Nina se inclina con una mirada enojada y golpea la pierna de Poché, murmurando:

—Idiota.

Al mismo tiempo, Leo abofetea a Poché en la parte trasera de la cabeza, murmurando airadamente “estúpida”.

Poché me aprieta firmemente, defendiéndose.

—¡No recuerdo eso! ¡Lo juro! —Ella mira a Leo—. ¿Crees que si Daniela se hubiera arrojado sobre mí, diría que no? —Leo hace un ruido evasivo en su garganta, mirando a su hermana con desprecio.

Arrugo mi nariz.

—¿Me estás llamando mentirosa?

Poché me gira en sus brazos.

—No, no lo hago, bebé. Sólo digo que no recuerdo que eso sucediera. —deja caer la cabeza, sacudiéndola ligeramente—. No me extraña que me odiaras. Me hubiera odiado también. —Levanta la mirada, sus ojos olivas son sinceros—. Lo siento, pastelito. Nunca quise hacerte daño.

Y con eso se me ha olvidado todo. Se ve realmente avergonzada, beso su mejilla.

—Lo sé ahora. Y se ha acabado. Estamos bien. Lo prometo.

Se estremece ante mi tacto, los ojos cerrados. Después de un momento, ella se queja:

—¿Estás bromeando? —Cuando abre los ojos, se ve afligida—. ¿Podría haberte tenido hace tantos meses y lo arruiné? —Se queja de nuevo, medio sollozando—. Dios, soy una imbécil.

Riendo, me acerco mas ella y dejo un beso en sus labios.

—Sí, bueno, sufre. —Me giro para enfrentar a Leo—. Voy a revisar el baño de mujeres. ¿Qué hago si hay personas allí haciendo cosas desagradables?

Leo toma su comunicador de su cinturón y me lo da.

—Sólo tienes que llamar. La seguridad estará justo en la puerta esperando. No te les acerques, no estás entrenada para eso, y como empleada, podrías hacer que nos demandaran. Si encuentras que te gusta el trabajo, haré que Axel te lleve a un curso corto de seguridad y control de multitud.

Asiento, sonriendo.

—Genial. Y entendido. Sin tocar.

Felicity camina conmigo, quedándose en la barra mientras camino hacia el baño. Está vacío, y estoy bien con eso, porque realmente necesito hacer pis.

Me detengo y lo hago, tiro de la cadena y voy a abrir la puerta, pero cuando lo hago, tres mujeres entran. Me asomo por la rendija de la puerta. No puedo ver todo, pero puedo ver lo suficiente.

—Las opciones son escasas esta noche —murmura una pequeña morena.

La morena más alta gime:

—¿Dónde están todas las bellezas? Realmente tengo que echar un polvo.

Cuando la tercera mujer habla, reacciono. Reacciono, porque conozco esa voz. La alta y delgada pelirroja profiere:

—Oh, por favor. Nadie de aquí es suficiente para bueno mí.

La pelirroja es Gina. Niego con la cabeza ante su comentario. Dijo mírame, no mirarnos. Sus pobres amigas.

La morena más pequeña sonríe.

Sugar RushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora