Dulce hogar

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Dan

Sentada en la cafetería, nuestra pretenciosa protagonista comía una barra integral. Dan podía esconder su presencia por así decirlo, no le costaba nada ser la campeona mundial de escondidillas.

Una chica atravesó la puerta de la cafetería, lucía unas facciones muy definidas, lamentablemente parecía una de las típicas chicas rompe corazones, y tenía razón. Su movimiento de caderas atraía a casi cualquier chico. Se tenía que reconocer que era linda, pero lo preocupante era si ella tenía algo de cerebro.

Se escuchó un fuerte golpe en seco contra el piso. Por el amor de Dios, a quién se le ocurre partirse la madre el primer día de clases. Era Barbie: Por obra de no sé quién, su falda no se levantó. Todos la vieron con una expresión  de asombro, cinco segundos después las carcajadas no paraban. "¡Vaya pretendientes!" pensó Dan. Se levantó de la silla del comedor, por impulso se levantó tirando al suelo su barra integral y en un acto heroico (también muy estúpido) levantó a la chica, le tomó de la muñeca y se la llevó fuera de la cafetería.

Alison

Este chico que la había levantado y sacado de ahí, ahora le parecía interesante, tanto así que Alison no se lamentó por esa dramática y vergonzosa caída, sólo pensaba en él, lo examinaba con detalle. Le pareció que era muy peculiar, sus ojos eran de un asiático, Alison no estaba segura si eran de japonés o chino, tenía unos labios gruesos, pero delineados, seguro que detrás se escondía una hermosa sonrisa. Tal vez, era hijo de un ángel... No, no podía ser posible, era ridículo pensar algo así. 

—Llegamos — apuntó con su barbilla el baño de chicas, le soltó la muñeca, y dio unos pasos, distanciándose de ella.

—Gracias, me llamó Alison —sonrió.

—Dan. —dijo con firmeza mientras veía las agujetas desabrochadas de sus zapatos.

—Genial. Después del colegio podemos ir...

—No —Interrumpió Dan. ¿quién se creía para interrumpirla —No me hables.

Así, en seco Dan se fue sin mirar atrás, con las manos en los bolsillos y un caminar orgulloso.

Dan

Cómo era posible soportar un colegio con gente tan estúpida como ésta. En el intermedio entre la ultima y penúltima hora, Dan salió del colegio al estacionamiento. Unos chicos estaban fumando, recargados contra su auto. Dan sacó las llaves del auto y fingiendo que ellos no estaban ahí, se dispuso a abrir la puerta.

—Maldito afeminado, ¿qué haces fuera de tu salón? —Le reprendieron los chicos mientras se retiraban del auto.

Dan no se molesto en dar respuesta alguna, éstos simios no merecían explicaciones de ningún tipo.

—¿Qué? ¿Te vas a escapar con tu novio? —Se echaron  a reír, uno comenzó a darse palmadas sobre el muslo derecho. Que chiste tan malo.

—Idiotas... —Susurró Dan y se dispuso a subir a la camioneta ignorando a los tontos éstos.

Llegando a su casa, Dan se deshizo de la mochila y subió las escaleras mientras se quitaba la sudadera. Su madre como de costumbre no estaba, ella trabaja hasta las cuatro de la tarde, apenas era medio día.

El Rastro de su SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora