berrinche de una diosa parte 3/?

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Desde que Bell subió al cuarto nivel, Welf no había tenido la oportunidad de verlo pelear. Pensó que no habría mucha diferencia, dado lo reciente que era su aumento de nivel... pero.

—No pude estar más equivocado... —dijo Welf, su expresión de asombro era notoria.

Bell simplemente no tenía piedad contra aquellos monstruos que se cruzaban en su camino. Goblins, lizards, minotauros, klifles y demás criaturas fueron víctimas de las dagas del albino, que en ningún momento flaqueó a la hora de pelear. Era como si toda su determinación hubiera sido renovada.

Dando un salto, Bell se alejó de una explosión que él mismo provocó, y en consecuencia, un infante dragón perdió la vida... solo un ataque bastó.

Welf observó con los ojos muy abiertos, sintiendo una mezcla de admiración y sorpresa

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Welf observó con los ojos muy abiertos, sintiendo una mezcla de admiración y sorpresa. Era evidente que el entrenamiento y la experiencia habían transformado a Bell en un guerrero formidable. Cada movimiento que hacía estaba lleno de precisión y agilidad, como si estuviera bailando en medio del caos.

—Increíble... —murmuró Welf para sí mismo, incapaz de apartar la mirada de su amigo.

Bell se movía con una confianza que antes no tenía. Su enfoque en la batalla era absoluto, y parecía que cada golpe que asestaba era una extensión de su propia voluntad. Welf no podía evitar sentir que había visto a Bell crecer en más de un sentido, no solo como aventurero, sino como persona.

Mientras Bell enfrentaba a un grupo de goblins, Welf decidió unirse a él, empuñando su espada forjada con la magia de Hefestos.

—¡Bell! ¡Te cubro! —gritó, lanzándose hacia dos minotauros que intentaba flanquear a su amigo.

Juntos, se movieron como un equipo bien coordinado, y Welf se dio cuenta de que Bell no era solo un guerrero más fuerte; también había aprendido a trabajar en equipo, a confiar en sus compañeros.

—¡Esto es solo el comienzo! —gritó Bell con una sonrisa, mientras se lanzaba hacia otro grupo de enemigos.

Welf no podía dejar de sonreír. Ver a su amigo luchar con tanta fuerza y determinación lo llenaba de orgullo. Sabía que, aunque las mazmorras eran peligrosas, con Bell a su lado, tenían una oportunidad de salir victoriosos. Y mientras continuaban avanzando, la emoción de la aventura se hacía cada vez más palpable.

Tras unas horas, los pisos del 1 al 16 fueron limpiados por el albino. ¿Cuánto tiempo pasó? Esa duda llegó a los dos aventureros que ahora bajaban sus armas al ver su victoria. Cientos de piedras mágicas estaban esparcidas por el suelo como única prueba de la batalla que en esos pisos aconteció.

—¿Qué te parece si volvemos? —preguntó Bell, ya satisfecho por su aventura.

Welf lo miró, y tras unos segundos asintió.

—Hubiera sido bueno traer a Lilicuajo.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Bell, curioso.

—Nos hubiera ayudado a cargar más piedras, por ende, más dinero.

¿esta mal querer ser el padre de un bebe? (cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora