berrinche de una diosa parte 6/7

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Todo comenzó en una noche oscura. La familia Freya se coló en la mansión Chimenea, usando su amplia experiencia y su nivel a su favor. En menos de lo que Bell podía imaginar, Haruhime estaba en manos de aquella familia.

En la habitación, Bell, quien dormía tranquilamente al costado de León, se despertó al sentir presencias adicionales en su espacio. Era como si un instinto primitivo lo alertara. En un reflejo protector, abrazó a León con fuerza y trató de alcanzar a Haruhime con su mano aún libre. Pero de repente, un pie le pisó la muñeca, inmovilizándolo.

—¡Haruhime! —gritó Bell, pero su voz fue ahogada por el caos que le rodeaba.

Sin poder hacer nada, vio cómo Haruhime le era arrebatada. La renald no tuvo tiempo siquiera de reaccionar; en un abrir y cerrar de ojos, su cuerpo fue envuelto en una especie de tela que la presionó, impidiéndole moverse. Bell miró los ojos de su esposa, esos ojos color jade que siempre reflejaban amor y ternura, y en ese instante, vio cómo lágrimas caían de ellos.

—¡No! —gritó, desesperado, mientras el miedo invadía su corazón.

Una fuerte patada en el abdomen lo dejó inconsciente, y todo se volvió negro.

Cuando la oscuridad lo envolvió, Bell sintió que el mundo se desvanecía. En su mente, solo había espacio para la imagen de Haruhime, atrapada y asustada. La impotencia lo consumía; no podía protegerla, y esa idea lo atormentaba.

Cuando finalmente despertó, se encontró en un lugar desconocido. La habitación era sombría, decorada con tonos oscuros y un aire de opulencia que contrastaba con el horror de la situación. Se incorporó lentamente, sintiendo el dolor en su abdomen, un recordatorio del ataque.

—¡Haruhime! —gritó, su voz resonando en el vacío.

No hubo respuesta. Su corazón latía con fuerza mientras se levantaba, buscando pistas que le dieran alguna indicación de dónde podría estar su esposa.

Con cada paso, la ansiedad crecía. Recordó los momentos felices que habían compartido, la risa de León, y el amor que sentía por Haruhime. Esa imagen lo impulsaba a seguir adelante.

—No puedo dejar que esto termine así —se dijo a sí mismo, decidido.

Mientras Bell exploraba la habitación, se dio cuenta de en dónde estaba. En cuanto se calmó, lo primero que hizo fue buscar a León. Su preocupación se calmó levemente al notarlo dormido a su lado, ajeno a la actual situación. Bell lo abrazó con fuerza.

Aún sentía el dolor en su abdomen debido a la potente patada de aquel desconocido, pero eso poco le importó al abrazar a su hijo. Se tranquilizó aún más al sentir cómo respiraba calmadamente en su pecho.

Sin embargo, como había dicho anteriormente, no podía permitir que esto terminara así. Con ojos color rubí, recorrió la habitación en busca de cualquier pista que le pudiera dar una señal de aquel que lo atacó.

Rápidamente, un destello blanco llamó su atención. Una hoja brillaba en el lugar donde Haruhime había dormido hace poco, reluciendo en medio de la noche. Sin siquiera pensarlo, Bell tomó aquella hoja y la abrió de par en par. Una leyenda estaba escrita:

"Si quieres volver a verla, te esperamos en el piso 30."

Primero, un escalofrío de miedo recorrió su cuerpo, el temor de que algo le pasara a Haruhime. Pero ese miedo se transformó rápidamente en ira; estaba enojado consigo mismo por no poder proteger a la mujer que había prometido cuidar y atesorar.

Pero también sentía una profunda rabia hacia aquellos que se atrevían a secuestrarla.

No lo pensó más. No le importaba la hora ni el lugar. Ahora su única misión era salvarla. Con determinación, tomó entre sus brazos a León y, a paso lento, caminó hacia la salida de su habitación, dirigiéndose después hacia la habitación de su diosa.

¿esta mal querer ser el padre de un bebe? (cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora