¿Mi esposa?
Bell se preguntó, sentado en uno de los sillones de la mansión Chimenea. A su alrededor, un silencio inquietante envolvía el espacio, como si el tiempo se hubiera detenido.
Sus ojos, que hasta ese momento habían estado fijos en el suelo, se dirigieron lentamente hacia la ventana. A pesar de que el sol brillaba en lo más alto del cielo, las calles estaban desiertas, un vacío que intensificaba su confusión.
—¿Dónde estoy? —murmuró para sí mismo, una sensación de desasosiego apoderándose de él.
No era tonto; sabía que no estaba en su hogar. Bell intentó hacer memoria, pero las piezas eran borrosas y esquivas.
—Estaba peleando... ¿Haruhime? ¿Quién es Haruhime? —se preguntó, la confusión creciendo en su mente—. ¿Por qué estaba peleando?
Las dudas se acumularon como sombras, envolviéndolo. Parpadeó varias veces, tratando de enfocar sus pensamientos. Miró su mano, blanca como la nieve, y un escalofrío recorrió su espalda.
—¿Quién soy? ¿Cuál es mi nombre? —la angustia empezó a apoderarse de su voz—. ¿Por qué no puedo recordar nada?
Sus ojos se ampliaron en horror al notar que su mano, antes pura, ahora estaba manchada de un rojo oscuro. Se levantó de un salto, mirando a su alrededor con alarma, el corazón latiéndole con fuerza.
—¿De quién es esta sangre? —preguntó en voz alta, el pánico apoderándose de él mientras su mente intentaba hacer sentido de la situación.
La habitación permanecía en silencio, como si la respuesta estuviera atrapada en algún lugar entre las sombras.
Sin respuestas, solo más preguntas, Bell se sintió atrapado en un laberinto sin salida. Era como si algo hubiera devorado su esencia, dejando un vacío en su alma, un hueco que lo despojaba de su identidad.
Miró al frente. La sala estaba vacía, y aunque no hacía frío, una extraña calma lo envolvía. No sentía miedo, sino una sensación de protección, como si el entorno lo abrazara. Cerró los ojos, disfrutando de esa tranquilidad que lo envolvía.
—¿Por qué debería volver? —se preguntó en voz baja.
Aquí estaba seguro. Afuera, tal vez habría peligros, dolor y sufrimiento, y él no quería eso. Solo deseaba dormir plácidamente, perderse en ese dulce olvido.
Quizás... ¿podría quedarse aquí para siempre?
Aceptó la idea, dejando que el sueño lo reclamara.
—¡Despierta! —gritó una voz, resonando en su interior.
Abrió los ojos de golpe. De repente, el fuego recorrió su cuerpo, una punzada de calor lo despertó y lo alejó de esa sombra que lo aprisionaba.
El calor se intensificó, creando una especie de armadura brillante que lo protegía. Miró a su alrededor, pero no encontró a nadie ni nada. Estaba solo...
Entonces, ¿qué era esa sensación que había sentido antes? Era como si alguien lo abrazara, como si una presencia lo incitara a dormir, a dejarse llevar... para nunca más despertar.
—¿Quién está ahí? —preguntó, su voz resonando en el silencio, pero no hubo respuesta.
La incertidumbre lo envolvió nuevamente. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Quién era él realmente? ¿Y por qué no podía recordar nada?
Con el corazón acelerado, Bell se esforzó por centrarse. La armadura ardiente que lo rodeaba parecía pulsar al unísono con su propio latido, recordándole que aún estaba vivo, que aún había una lucha por delante.
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¿esta mal querer ser el padre de un bebe? (cancelada)
Randomdespués de un día mas de aventura, bell caminaba por las calles de orario, de la nada una mujer se cruzo enfrente de el, entregándole un bulto ella simplemente desapareció... cuando miro hacia el bulto... grande fue su sorpresa al ver un pequeño beb...