ignis parte 1/3

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Ella quería su alma. ¿Por qué quería su alma? Bell se sentía insignificante, un simple hombre en un mundo lleno de héroes y leyendas. Sin embargo, allí estaba, atrapado en una situación que lo superaba.

La mujer lo miraba con ojos blancos y una sonrisa retorcida, su boca abierta como si fuera a devorarlo. Bell no entendía cómo había llegado a este punto.

—¿Acaso voy a morir? —pensó, el miedo apoderándose de él. Y más aún, ¿dejaría que aquellos a quienes había venido a rescatar murieran también? Su mente estaba en caos, pero una cosa era clara: debía salir de ese lugar.

La mujer soltó una risa siniestra, confiada en su victoria. Se abalanzó sobre él, sus colmillos reluciendo con ansias de sangre.

No podía permitirlo. Con un súbito impulso, Bell empujó su mano libre contra la boca de la mujer, sorprendiéndola. La fuerza de su acción la hizo retroceder, y en ese instante, sus ojos se ensancharon en incredulidad. La sangre de su ojo derecho comenzó a manar con más fuerza, pero Bell no se detuvo.

En ese momento, algo cambió dentro de él. Ya no era solo un hombre perdido; él era Bell Cranel, La determinación se encendió en su pecho como un fuego voraz.

—¡No! —gritó, levantándose con una nueva fuerza. Con cada palabra, reclamaba su identidad, su propósito. —¡No dejaré que esto sea mi final!

La mujer, atónita por su reacción, vaciló. Bell sintió cómo el calor de su determinación se transformaba en poder. Aquel vacío oscuro que lo rodeaba comenzaba a disiparse, iluminando su camino.

—Si de verdad quieres mi alma, tendrás que luchar por ella —declaró, su voz firme y resonante.

Con esa declaración, Bell se preparó para enfrentar a la mujer. Sabía que debía pelear, no solo por él, sino por aquellos que lo esperaban. La lucha apenas comenzaba, y esta vez, no iba a perder.

Bell sintió cómo el fuego que siempre había utilizado, el firebolt, envolvía su mano, brillando con una intensidad que reflejaba su determinación. Sus ojos rojos resplandecían con una ferocidad renovada. No podía dejar que este fuera su final; debía salvar a Haruhime, a su familia, a todos los que dependían de él. Ese era el peso que había decidido cargar, y no se rendiría.

La mujer lo miró atónita, su expresión cambiando de sorpresa a una mezcla de admiración y deseo. De repente, una risa resonó en la sala, un eco que reverberaba en las paredes vacías.

—Ja... Ja, jajajaja... ¡Eres increíble, Bell Cranel! No solo tu alma, ¡sino que tú mismo eres increíble! —exclamó, su voz llena de un retorcido placer.

Bell sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no se dejó intimidar. La mujer se retorció, como si disfrutara de la lucha que se avecinaba.

—¡Déjame comerte! —gritó en éxtasis, sus colmillos brillando con la luz del fuego que emanaba de Bell.

—Si quieres mi alma... —respondió él, su voz firme y resonante—, demuestra ser digna de tenerla.

Las palabras fluyeron de sus labios sin que él pudiera comprender de dónde habían salido. Pero en ese momento, sintió que tenía una oportunidad. La sala parecía vibrar con la energía de su desafío.

La mujer se detuvo, su sonrisa retorcida se desvaneció por un instante, y sus ojos sangrantes se estrecharon en una mirada de desafío.

—¿Digna? —repitió, como si la palabra fuera un veneno en su lengua—. ¿Acaso crees que puedes dictar las reglas de este juego?

—No solo creo, lo sé —respondió Bell, levantando su mano en un gesto desafiante. El fuego danzaba alrededor de su puño, iluminando la oscuridad que los rodeaba—. He enfrentado a monstruos y he superado pruebas que muchos considerarían imposibles. No me subestimes.

¿esta mal querer ser el padre de un bebe? (cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora