Capítulo 27

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Capítulo veintisiete

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Capítulo veintisiete

La vida cambia

Julio 17, 2018

Adriel Miller

El sol se filtraba por las cortinas de la cocina, proyectando sombras cálidas sobre las encimeras de mármol mientras el aroma a mantequilla derretida y azúcar llenaba el aire. Sabik estaba a mi lado, sus delicadas manos moviéndose con precisión mientras batía la masa en un cuenco de cristal. Sonreía mientras lo hacía, como si no hubiera nada más en el mundo que preparar aquel postre sencillo, un pastel de vainilla con glaseado de limón, algo dulce y reconfortante. Mis intentos de ayudar resultaban torpes a su lado, pero sus ojos brillaban cada vez que mis movimientos descoordinados derramaban un poco de harina sobre la encimera.

—Debes mezclar con más fuerza, Adriel —me dijo con una sonrisa entre risueña y cómplice.

La luz del sol hacía que su cabello pelirrojo, recogido en un moño desordenado, pareciera una corona de fuego suave. Me encantaba verla así, relajada, cómoda en mi hogar, como si formara parte de este espacio desde siempre. A pesar de todo lo que habíamos pasado juntos, momentos como este hacían que el mundo exterior se desvaneciera. Aquí, con Sabik a mi lado y el olor a postre flotando en el aire, todo parecía perfecto.

Mi madre, Lorena, estaba junto a la estufa, removiendo una olla pequeña de chocolate para el glaseado. Su expresión reflejaba tranquilidad, pero con un toque de melancolía que siempre la acompañaba últimamente. A pesar de eso, cuando hablaba, lo hacía con la misma energía que siempre. Estaba encantada de que Sabik se hubiera unido a nosotros hoy, y no dejaba de compartirle consejos sobre la cocina.

—El secreto para un buen glaseado de limón —decía mi madre, con su voz suave y segura—, es agregarle un toque de ralladura fresca justo al final. Le da ese golpe cítrico perfecto.

Sabik la escuchaba con atención, asintiendo y agradeciendo cada pequeño detalle que mi madre le compartía. Se notaba que las dos estaban disfrutando de esa conexión, algo que me llenaba de una calidez indescriptible. Ver a las dos mujeres más importantes en mi vida llevándose tan bien era un alivio, como si el universo se alineara por un momento en mi favor.

—¿Puedo probar un poco del glaseado? —pregunté, rompiendo la tranquilidad de la cocina.

Mi madre, con una sonrisa maternal, asintió mientras extendía una pequeña cuchara con un poco de chocolate brillante hacia mí. Sabik se rió cuando hice una mueca de exagerado deleite.

—Está perfecto, como siempre, mamá.

El sonido de nuestras risas se mezclaba con el suave crujir de los utensilios en la cocina, creando una atmósfera de absoluta normalidad. Me sentía afortunado en ese instante. La vida, que muchas veces había sido complicada, me regalaba un día tranquilo y lleno de pequeñas alegrías. Mientras batía la masa, mi mente vagaba hacia pensamientos sobre el futuro. No imaginaba cuán frágil era ese momento, ni cómo en cuestión de minutos todo cambiaría.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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