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— ¡Adelaide, cariño! —escuchaba decir a mi padre desde lo que parecía ser la sala de estar.
— ¡Ya voy padre! —Esto tenía que ser un sueño, no podía creer que mi padre en realidad estaba pensando en mudarse a un pueblito de quinta cuando aquí tenía todo lo que alguna vez fue de mi madre.

— Cariño, se que no estás de acuerdo con este nuevo comienzo—interrumpí a mi padre—por favor me permitirías terminar de empacar o no hay suficiente espacio en esa casa de campo?—Dije con un tono asqueado. —Mi padre me miró triste y salió de mi habitación.

Cerré la puerta y me senté en mi cama, todavía no podía creerlo—pensé mientras veía mi habitación medio vacía— me levanté a coger mis bocetos, mi sueño era ser como mi madre, la mejor diseñadora de parís pero mi padre lo está arruinando todo.

Guardé mis bocetos en un gran baúl, tenía como tres llenos y con este serían cuatro. Ya estaba terminado, tenía casi todo empacado. —¡Adelaide, alguien vino a buscarte!— escuché a mi padre decir. Me emocioné y bajé corriendo las escaleras hasta la entrada de mi casa y allí lo vi, mi mejor amigo desde que tengo memoria.

— Pensé que te irías sin despedirte de mí, ma chèrie— Dijo mientras se afincaba del marco de la puerta.
—Sabes que no podría vivir tranquila—Dije abrazándolo como si mi vida dependiera de ello.

—No puedo creer todavía que te vas y me vas a dejar con ces stupides— Dijo haciendo un gesto de sufrimiento lo cual me hizo reír.
—Sabes que no es que quiera, además no puedo creer que iré a vivir a ¡un pueblo! —Dije alzando la voz un poco en la palabra pueblo.

Pasamos un buen rato charlando y bromeando cuando escuché la voz de mi padre a mis espaldas. —Mon amour, es hora de irnos— dijo mi padre, lo cual hizo que se me salieran algunas lágrimas despidiéndome por última vez.
Miré por última vez a ese amigo que tengo desde que nací y me aferré a él con tanta fuerza.

—Sabes que puedes contar conmigo en todo, ma chèrie.—Dijo con una voz suave haciendo que se me parta el alma
—Te extrañaré mucho Cassian, je t'aime... —Me separé de él con lágrimas en los ojos y me monté en el carruaje al lado de mi padre
—¡Je t'ame mon amour!—Dijo Cassian en tono gracioso lo cual hizo que soltara una risita.

Y así veía como mi alma gemela, mi ciudad y mis sueños desaparecían poco a poco de mi vista...

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—Padre—Dije haciendo que mi padre levantara la vista prestándome su total atención —¿Crees que podré adaptarme al pueblo? Osea tengo miedo de que me juzguen por ser diferente y venir de otro lugar—Dije sin mirar a los ojos a mi padre, en realidad estaba súper nerviosa de lo que me deparará el futuro en ese lugar.

—Ma princesse, eres la niña más hermosa y talentosa que e conocido en mi vida, no tengas miedo al cambio; pues gracias a este crecerás como persona. Te prometo que haremos lo mejor, es lo que tú madre hubiera querido—Dijo dándome un beso en la cabeza y abrazándome de lado.

Y ahí estaba yo aguantando las lágrimas de camino a un nuevo comienzo.

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Pasaron lo que creí que fueron días, me había dormido casi el camino entero hacia mi nuevo "hogar".  Por lo que mi padre me dijo estábamos a media hora de llegar a nuestra nueva casa y estoy aterrada, se que tengo muchas cosas y no podría sobrevivir en una casa pequeña.

—Hija— Dijo mi padre haciendo que prestara atención a lo que sea que el fuera a decir— casi llegamos, te recomiendo que vayas recogiendo todo. —Dijo con un tono de felicidad.

Se que soy un poco dura con el, pero ¡el tiene que entenderme! ¿Cómo se supone que sobreviviré? Lo único bueno es que estaré con mi abuela después de tanto tiempo sin verla, es todo lo que está bien en este mundo; me quiere de una manera inimaginable y se que haría todo por mi.

— Espero que la abuela Inés haya preparado su famosa tarta de manzana— Dije suspirando, me moría del hambre.

— Oh claro que si— dijo mi padre acompañando mi sufrimiento.— No creo que pueda sobrevivir un minuto más sin probarla.— dijo el en un tono burlón lo cual me hizo reír.

—Papá, se que te esfuerzas mucho por mi y por todo lo que está pasando— Dije sin mirarlo, no me gustaba darle la razón a nadie pero sabía que el tenía mucho peso sobre sus hombros. — Y se que tal vez soy un poco fuerte ante la situación pero te prometo que haré lo que pueda— Dije con un tono firme y cortante.

El simplemente sonrío y besó mi cabeza —lo sé ma princesse— diciendo en un tono dulce.

—¡Hemos llegado! —Escuché decir al señor del carruaje, inmediatamente saqué mi cabeza y me quedé asombrada.

—¡Bienvenidos a Charlottetown!— Escuchaba decir a las personas que se encontraban guiando.

-Papá esto es...— Dije en un asombro, Paris no era como esto, esto era un mundo totalmente diferente.

-Papá— Dije en un hilo de voz lo cual hizo que mi padre volteara a ver lo que estaba viendo.— Son...— Dije aguantándome las lágrimas.

—Los vestidos de tu madre... — Dijo este en un tono melancólico. No podía creerlo, ¿También aquí conocían a mi madre?

—¡Tren de Charlottetown con destino a Avonlea partirá en unos diez minutos! —Escuché haciendo que mi padre y yo tomáramos la realidad del asunto.

—Vamos —Dijo mi padre dándome un empujoncito.

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Estaba ya en el tren dibujando unas nuevas ideas, me gusta hacer vestidos y todo tipo de accesorios. Creo que es un don familiar ya que mi madre me enseñó desde que era una niña, esto es mi vida.

Debía de admitir que las vistas eran hermosas, transmitían una paz que hacía que se me olvidara que estaba molesta en venir hacia aquí.

—Mamá, mira que hermoso su vestido— Escuché decir a una niña.
—Ana, eso es de muy mala educación— Decía la madre mientras le reprendía.
— ¡Pero es verdad mamá, ella luce como una princesa! —Decía la niña con ilusión en sus ojos.
— ¡Ana basta! —Dijo la mamá con una mirada aterradora.

Se que mis vestidos son hermosos, la mayoría los hizo mi madre y algunos los hice yo, el que llevaba era uno color menta, tenía un sombrero beige con diseños de bordado en el, unos zapatos blancos con unos moños a juego con mi hermoso vestido.

— La niña tiene razón, Ade —Dijo mi padre con orgullo. —Si supiera que en realidad tú hiciste ese vestido se moriría —Dijo mi padre haciéndome reír.
—El paisaje es como si lo hubieran sacado de un sueño—Dije con admiración a lo que mi padre sonrió y asintió.
—Se que te acostumbrarás rápido —Dijo mi padre mientras me daba un apretón en la mano.

𝓜𝓸𝓷 𝓑𝓮𝓪𝓾/𝓖𝓲𝓵𝓫𝓮𝓻𝓽 𝓑𝓵𝔂𝓽𝓱𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora