•III•

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El sonido de los pájaros me hizo despertar, dormí como si no hubiera dormido en tres días, era tan cómodo y tan lleno de paz lo contrario de París

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El sonido de los pájaros me hizo despertar, dormí como si no hubiera dormido en tres días, era tan cómodo y tan lleno de paz lo contrario de París.
Me levanté viendo el conjunto que usaría hoy, era un rojo vino con mangas holgadas y un sombrero blanco con flores bordadas, fue uno de mis últimos trabajos antes de venir de Paris.

Me levanté y me dirigí hacia el baño, me duché tomándome mi tiempo y regresé a mi habitación. Empecé colocando mi hermoso vestido rojo seguido de unos zapatos blancos, peiné mi cabello en una media cola y me puse mi sombrero.

Bajé a la cocina y vi como mi abuela y mi padre estaban listos esperándome.

—Oh, Mi Adelaide te vez hermosa —Dijo mi abuela agarrando mi cara y besándome la frente. —Tienes un talento natural querida. —Dijo enseñándome mi desayuno.

—Es uno de los últimos que hice antes de irme —Dije como si no me sintiera mal por haberme ido de Paris, no quería que ella sintiera pena por mí. —Aparte prefiero no salir que salir pareciéndo que no tengo estilo —Dije mientras me comía una tajada de pan tostado.

—Sabes cómo es ella —Dijo mi padre —Si no tiene estilo no es mi hija —Dijo con orgullo.

—Abuela —Dije llamando la atención de esta —¿Cuándo empezaré la escuela? —Dije, en verdad estaba nerviosa pero quería empezar y hacer nuevos amigos.

—Oh, que bueno que preguntas —Dijo mi abuela como si se le hubiera olvidado algo —Les preguntaré a los Barry pero creo que en dos días mi cielo. —Dijo ella como si nada.

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Estábamos todos saliendo de la casa y nos dirigimos a un hermoso carruaje, cualquiera que nos viera sabría que teníamos mucho dinero.
Llegamos y todo era hermoso, habían muchas personas que al llegar solo se nos quedaron viendo y arreglando sus prendas (que ridículo)

—¡Señores Barry! —Dijo mi abuela con una sonrisa la cual los señores devolvieron —Quiero presentarles a mi nieta, Adelaida Beaumont y a su padre, Armand Beaumont—Dijo mi abuela introduciéndonos.
—Hola mucho gusto —dijeron ofreciéndonos sus manos las cuales aceptamos.

—Hola, soy Diana Barry —Dijo una niña mientras me tiraba de la mano dejando a los adultos hablar entre sí.

—Adelaide Beaumont —Dije dedicándole una sonrisa.
—Beaumont? De Paris?? —Dijo la pelinegra con cierta emoción.
—Si, de Paris —Dije al ver como la misma niña pelirroja de la estación salía corriendo.
—¿La conoces? —Le pregunté a Diana.
—Si, se llama Anne, habla mucho aunque es muy divertida —Dijo con una voz dulce.

—Ade —escuché a mi padre llamarme para ir con él y los Barry otra vez, sabía el por qué me llamó.

—Señora Barry, le hice este regalo en forma de agradecimiento por habernos invitado hoy —Dije mientras le entregaba una caja donde se encontraba el sombrero.

La señora Barry lo vio con emoción y admiración.
—Está hermoso y la calidad es excelente, ¿Dónde lo compraste? —Dijo la señora anhelando la respuesta.

—Ella no compra, ella las crea —Dijo mi abuela haciéndome sonrojar. Los señores Barry me miraron con sorpresa incluyendo a la pequeña Barry.

—¿Tú creas estas bellezas? —Dijo la señora Barry con sorpresa.
—Si, no solo sombreros también mis vestidos, este es uno de ellos —Dije orgullosa de mi misma.
—Jovencita, usted es muy talentosa —Dijo el señor Barry mientras bebía lo que parecía zumo de fresa.
—Muchísimas gracias —Dije un poco apenada.
—Ya veo que el talento viene de familia—Dijo la señora Barry mientras le sonreía a mi abuela.

¿Tal vez llegó a conocer a mi madre?

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—¿En serio creas tu propia ropa? —Preguntó Diana con admiración.
—Si, es algo que me enseñó mi mamá antes de que ella... —Paré al recordar a mi madre —antes de que muriera —Dije finalmente.
—Oh, lo siento —Dijo Diana con culpa en los ojos.
—No no, está bien —Dije sin importancia para que ella no se sintiera mal.
—Bueno Adelaide, fue un placer conocerte, Au revoir —Dijo Diana haciendo que me sorprendiera.

—Parles-tu français? —Dije en tono divertido
—Oui, mais pas aussi bien que toi— Dijo haciendo que sonriera
—Por lo menos tendré con quien hablar francés— Dije mientras nos despedíamos con las manos.

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—¿Y qué opinas? —Preguntó mi papá al llegar a casa.
—Me cayó muy bien Diana, habla francés igual que yo y tiene estilo— Dije haciendo reír a mi padre y mi abuela.
—Hablé con los Barry y en efectivo, empiezas la escuela en dos días —Dijo mi abuela mientras me daba un apretón en la mano.

Mi abuela no tenía que hacer nada porque teníamos gente que se encargaba de nuestra casa. Cuando ella cocinaba era para complacerme a mí o a mi papá.

—¿Y qué tal con el trabajo? —Le preguntó mi abuela a mi papá haciendo que lo mire.
—Eh...—Dijo mi papá algo incómodo y nervioso algo que noté.
—¿Qué pasa papá? —Pregunté.
—Es que creo que tendré que volver a Paris, pero solo por unas semanas —Dijo finalmente.

¿Paris? ¿Unas semanas? Esto tiene que ser una broma.

—Pero recién llegamos, no e empezado la escuela ¿Y ya te quieres ir? —Dije con un tono molesta, estaba ardiendo de la rabia.

—Hija es que no entiendes—corté a mi padre en ese instante.
—Recién llegamos, vinimos por la muerte de mamá a pasar tiempo con la abuela Inés, y ahora me dices que te vas? Que me vas a abandonar? —Dije mientras salían lágrimas de mis ojos.
—Es que el trabajo es muy complicado te prometo que haré lo posible por volver lo más pronto—Dijo mi padre tratando de calmarme.

—Comment peux-tu être aussi hypocrite? Tu me fais tout quitter et tous ceux qui m'aiment, ceux que j'aime! pour me dire que tu vas m'abandonner aussi!—Dije con desesperación
—¡Basta jovencita! —Dijo mi padre molesto —Habla en un idioma que tu abuela pueda entender y tú eres una niña que no entiende los sacrificios que hago por ti, ¡por nosotros! —Dijo mi padre ardiendo de ira. —Cuando crezcas me vas a entender y te pondrás en mis zapatos—Dijo mi padre.

No aguanté más y me fui a mi habitación, ¿Qué nada iba a ser bueno? ¿Por qué te tuviste que ir mami? No puedo sin ti madre.

𝓜𝓸𝓷 𝓑𝓮𝓪𝓾/𝓖𝓲𝓵𝓫𝓮𝓻𝓽 𝓑𝓵𝔂𝓽𝓱𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora