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Contrario a lo que los demás pudiese creer, y para sorpresa del público en general, Kim Seokjin era perfectamente capaz de admitir su derrota cuando ésta era inminente.

Así que por más que el pelinegro se aferrara a creer que el insignificante detalle de casarse (por conveniencia) con uno de los herederos más codiciados del momento no alteraría de ninguna forma su vida (que tan solo era un evento pasajero que pronto quedaría en el pasado). Al fin, después de tres meses, tenía la certeza de que eso era una total y absurda mentira.

Sabiendo que negarse a la realidad era querer tapar la luz del sol con un dedo, Jin aceptó que aquello que le sucedía cada día al despertar era su nueva vida, y lo sería al menos por 15 meses más.

Entonces, solo quedaba adaptarse y avanzar.

Ya no vivía en la única casa que había conocido desde que nació, ya que esa hermosa y acogedora mansión se encontraba hipotecada con el banco y habitada por cualquier persona dispuesta a rentarla.

Ahora, Jin era el refugiado de Kim Namjoon.

Por primera vez en 33 años, Seokjin compartía una cama (que no era suya). Jin compartía un baño, un armario, sala, cocina... prácticamente todo lo que lo rodeaba. Y nada de ello era suyo (o sí, ya que en la boda dijeron "Lo mío es tuyo" o alguna mierda así).

Jin dependía enteramente de Namjoon para transportarse a todos lados (porque tomar un taxi sería una humillación enorme siendo el presidente de K&JFish).

Y por alguna extraña razón, después de un tiempo, Namjoon había dejado de quejarse al respecto. Simplemente había aceptado la absurda demanda de ser el chofer del mayor sin oponer más resistencia.

También, la dinámica entre Seokjin y su hermano había cambiado por completo desde su última plática, dejando en claro que aquel había sido el primer punto de inflexión entre los hermanos Kim desde que habían quedado huérfanos.

Jin decidió no insistir más en visitar a Taehyung. Pero todas las mañanas le enviaba un mensaje de texto para preguntar cómo estaba, si había comido, si necesitaba algo o simplemente para saber de él.

Y Taehyung siempre respondía.

Reconstruir los pedazos lastimados de la relación con su hermano sería un proceso lento, largo y que debía dejar para cuando la crisis económica hubiese terminado por completo. En el intermedio, Jin hacía lo que podía con lo que tenía. Y el pelinegro creía fervientemente que no lo estaba haciendo tan mal.

Entre otras cosas, y cansado de la constante tortura que implicaba apoyar a su amigo Hoseok con el pretexto de evitar quedarse a solas con Namjoon (y a sabiendas que no podría mantener ese ritmo de vida por mucho tiempo más), Jin decidió arriesgarse a pasar todo un fin de semana en el departamento del moreno.

No más huir de la incomodidad de los silencios prolongados.

Debía tomar al toro por los cuernos.

Para su gran sorpresa, Jin descubrió que Namjoon era como una de las tantas plantas de su departamento: Tranquilo, silencioso y moviéndose a por su propia cuenta cuando nadie le veía.

Las mañanas de los sábados y domingos, Namjoon salía a pasear en bicicleta por la montaña inmediatamente después de desayunar. Dicha actividad lo mantenía ocupado al menos hasta pasado el mediodía.

Por las tardes, al volver a su departamento y encontrar a Seokjin preparando la comida, era el momento que el alto moreno tomaba para atender a sus amadas plantas.

Con paciencia limpiaba cada macillo retirando las hojas muertas; regaba las plantas con una calma desesperante, y agregaba vitaminas si era necesario; las acomodaba para que tomaran el sol; y en raras ocasiones, cambiaba de maceta aquellas que habían crecido demasiado.

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⏰ Última actualización: Nov 19 ⏰

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Guerra. [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora