Parte 3 : TREGUA

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El momento de calma antes de la tormenta.

La familia Im era una de las 5 familias originarias de un pequeño pueblo pesquero en la costa sur del país. Gente pacífica que no poseían grandes riquezas, pero llevaban una buena vida gracias a su espíritu entusiasta y su actitud trabajadora.

En aquella cuna de normalidad y monotonía fue donde nació Im Soohyang, 

Soohyang creció como una niña enfermiza que, debido a su débil cuerpo, fue educada en casa hasta los 16 años, aislada de sus contemporáneos. Volviéndose una hermosa señorita que era un misterio en el pueblo. 

El mismo año en que Soohyang tuvo que empezar a viajar 1 hora todos los días a la preparatoria del pueblo vecino para asistir a clases (ya que era la única escuela media superior de la región), fue el año en que su segundo género se desarrolló convirtiéndola en un fenómeno poco visto en el mundo: una Omega nacida de Betas. 

La primer Omega en todo su linaje. Y en toda la región.

El estigma hacia los géneros diferentes en un pueblo pequeño orilló a la joven Soo a pasar su adolescencia excluida. Escuchando los indiscretos cuchicheos sobre su persona que el resto de los habitantes susurraban al verla caminar por las calles.

Soohyang, acostumbrada a la soledad, mantenía el mentón arriba y la mirada al frente. No tenía fuerza física, pero sí una inteligencia y un orgullo firme para afrontar la vida.

Una adolescencia repartida entre enfermedades comunes, enfermedades crónicas y los difíciles ciclos hormonales de un Omega (que nadie le ayudó a tratar). El rechazo de sus compañeros. Y la preocupación de su propia familia por el incierto y desafortunado futuro que auguraba en la vida de su hija. 

Ese era el día a día de la hermosa chica.

No todo era malo. Cuando Soo no se encontraba enferma, solía ir a escondidas al muelle (a escondidas ya que su madre decía que la brisa del mar empeoraba su salud). Le gustaba escucha a los barcos partiendo las olas, las gaviotas cantar y el olor a sal impregnándose en su piel.

En esos momentos, con el sol besándole la piel y la marea como música de fondo, era feliz.

A pesar de todo, Soo estaba conforme con la vida que le había tocado.

Soohyang siempre supo que moriría joven. Y estaba bien con ello. Con 18 años solo esperaba terminar en el lugar que la vio nacer, junto al mar. Esperaba que sus padres no sufrieran mucho por su partida, y que el pueblo no tuviera una mala imagen de los Omegas gracias a ella, para no sentar un precedente negativo en las generaciones venideras.

Aún con la resignación sobre sus hombros, había cosas que Soohyang lamentaba no poder experimentar habiendo aceptado su partida prematura de este mundo. 

Por ejemplo, lamentaba no poder ir a la universidad en una ciudad grande; tener un empleo o tener un auto; viajar por el mundo y admirar las maravillas que solo conocía en revistas; tener amigos para compartir sonrisas; y (solo a veces) lamentaba no poder experimentar el enamorarse.

Im Soohynag aprendió, sin embargo, que las cosas no están escritas sobre piedra.

La vida de la joven mujer cambió en una de sus tantas visitas a la enfermería de la escuela. Necesitaba tomar una siesta para aliviar una pequeña fiebre con la que había amanecido. 

Ahí, una mañana calurosa de primavera, su vecino de camilla cambió todo

Él era un muchacho con la nariz roja e irritada que no paraba de estornudar (tenía un severo resfriado). El chico apenas vio entrar a Soo por la puerta, no perdió oportunidad de hablar con ella, dejando en claro que necesitaba solo un pretexto para derramar la verborrea que se encontraba conteniendo.

Im Soohyang, extrañada de que alguien le estuviese dirigiendo la palabra, guardó silencio y se limitó a escuchar las desventuras de Kim Sungjin (como se había presentado el chico).

Era un estudiante del último año (que había repetido grado) debido a que su verdadera pasión era ayudar en el negocio familiar, la pesca. Sungjin era un muchacho despreocupado, divertido, optimista y amable.

Bastó una conversación para que Kim Sungjin considerara una amiga a Im Soohyang.

Durante los descansos, el alto pelinegro buscaba a la solitaria muchacha para almorzar juntos. Incluso cuando al principio aquello apenaba a Soo, pues la muchacha no quería que los malos tratos que ella recibía solo por ser ella arrastraran a Sungjin.

Sin embargo, el resultado fue todo lo contrario.

De la nada, fue como si los compañeros de clase de Soo hubiesen sido alentados a acercarse a ella gracias a la presencia de Sungjin a su lado. 

Conoció a muchas chicas y chicos curiosos por saber de su vida; ¿por qué su piel era tan tersa y perfecta? ¿Por qué faltaba tanto a clases? ¿Por qué sus labios y mejillas tenían un tinte rosáceo natural? ¿Qué se sentía ser una Omega? 

Soohyang fue invitada a festivales, excursiones y pijamadas. Incluso tuvo una mejor amiga.

Su último año de preparatoria fue un sube y baja de emociones, experiencias y anécdotas que Im Soohyang jamás imaginó vivir. Pero lo que nunca cambió desde el día en que se conocieron, fue la presencia de Kim Sungjin junto a ella.

Soohyang le contó al joven pescador sus alegrías y sus miedos. Le contó cuán feliz le había hecho ese último año. Le platicó cuanto la aterraba ser una Omega y todas las consecuencias negativas de ello. Soohynag le contó sobre sus enfermedades crónicas, de cuanto amaba el mar y de sus remordimientos.

Kim Sungjin solía sonreír para ella y asegurarle que mientras él estuviera a su lado, se haría cargo de hacerla feliz el resto de su vida.

Cuando la graduación de la preparatoria llegó, el alto pelinegro le pidió a Soohyang que le diera 5 años.

En ese tiempo, Sungjin iría al puerto pesquero más grande de la región a probar su suerte con el viejo barco que su padre le había heredado; formaría un negocio estable, y se haría de un nombre entre los marineros.

Y después de esos 5 años, volvería junto a Soo para casarse con ella y llevarla a conocer el mundo.

Im Soohyang, que nunca había tenido pretendientes (ni mucho menos una pareja), sintió que el corazón le estallaría de felicidad ese mismo día. Sus ojos se llenaron de lágrimas y sus mejillas le dolieron por sonreír tanto. 

¿Así se sentía el amor?

Al principio las cartas eran abundantes, al menos 3 por semana. Sin embargo (debido a que la suerte de Sungjin no era mucha) aquellas cartas se volvieron escasas después del tercer año. Y al comenzar el cuarto año se volvieron casi nulas.

Aunque la joven mujer confiaba en Sungjin, era inevitable preguntarse ¿Aún se acuerda de mí? ¿Y si se enamoró de alguien más? ¿Y si nunca más vuelve?

Soohyang intentaba mantener su espíritu fuerte matando las tardes libres en la playa del puerto. Mirando el horizonte con anhelo, fantaseando con el día en el que Kim Sungjin llegara en su pequeño bote atunero por ella.

Sus amigas le pedían que siguiera con su vida. Incluso su padre intentó convencerla de que una promesa de adolescentes era una niñería a la que no debía aferrarse por su propio bien.

Tal vez Im Soohyang era la mujer más tonta del pueblo por creer ciegamente en su mejor amigo, el amor de su vida

Pero poco le importó la opinión de los demás cuando la navidad del quinto año vio a lo lejos del firmamento una lancha con el nombre de Soohyang escrito en el costado llegando al muelle, y manejando aquella lancha se encontraba el futuro padre de sus hijos.

Guerra. [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora