LAUREN se echó a reír. Fue una risa franca y cautivadora que pilló desprevenida a Camila, hasta el punto de que estuvo a punto de contagiarse de ella.
–¿Por qué será que no me sorprende esta salida tuya? –se preguntó Lauren en voz alta.
Luego, con una sonrisa que mostraba sus blancos dientes, la miró a los ojos –. Explícame por qué debería acceder a algo así.
–Acabo de hacerlo.
–Tienes razón –admitió ella. Luego se quedó callada un momento, sacudió la cabeza, y se encogió de hombros–. En fin, si es lo que quieres... supongo que tampoco importa tanto.
Camila pestañeó con incredulidad. Le parecía imposible que hubiera podido convencerla tan fácilmente.
–¿Qué quieres decir? –inquirió.
–Que puedes poner los límites que quieras –respondió ella, encogiéndose de hombros otra vez–. Cuando creas que hemos llegado a ellos y que no debemos traspasarlos, no tienes más que decirlo.
–Eso no es lo mismo que estar de acuerdo con lo que he propuesto.
–No – asintió Lauren con esa media sonrisa burlona tan acostumbrada en ella–, no lo es.
–Pues creo que sería bueno que llegáramos a algún tipo de...–No habrá ningún acuerdo –la interrumpió ella, poniéndose de pie. Fue hasta Camila, y alargó la mano para tomar un mechón de su cabello castaño y darle un pequeño tirón. Fue un gesto extraño, porque en parte resultaba afectuoso, pero por otra también era claramente posesivo–. No voy a prometerte una cosa así. Sólo te prometo que, si tú no lo quieres, bastará con que lo digas. ¿No es suficiente con eso?
Si fuera otra mujer, lo sería, pensó Camila. Nunca hasta entonces había tenido problemas para rechazar a una mujer... porque nunca se había encendido en ella la llama del deseo sólo con una mirada o una leve caricia, como le ocurría con ella.
–Bueno, es un comienzo –dijo finalmente.
–Si te sirve de algo –añadió Lauren acercándose un poco más y colocando las manos en la baranda, a ambos lados de ella–, yo creo en un enfoque más holístico: cuerpo y mente como una sola cosa.
–No te burles –le espetó Camila, consciente de que su voz había sonado irritada, a pesar de que no era lo que había pretendido–. La seducción es un arte que requiere de una buena dosis de investigación, de misterio, de planificación...
–Y de esto también –la interrumpió ella.
Antes de que Camila pudiera decir nada más, se inclinó, tomando su rostro entre ambas manos, y la besó en los labios. No fue un beso tan abrumador como el anterior, pero sí igual de apasionado y, cuando una de las manos de Lauren se deslizó por su hombro y la asió de un modo posesivo por el brazo, Camila no pudo evitar estremecerse, y un gemido dolorido escapó de su garganta. Lauren se echó hacia atrás con una expresión preocupada, y bajó la vista a la mano en su brazo.
–¿Te he hecho daño? –le preguntó.
–No –mintió ella con un nudo en el estómago–, no es nada.
Pero Lauren la ignoró, le levantó la manga de la blusa, y masculló algo entre dientes mientras observaba la parte superior de su brazo con el ceño fruncido, las marcas amoratadas que Camila había visto esa mañana al ducharse, las marcas de cada uno de los dedos de Austin, que la había agarrado por el brazo y la había zarandeado la noche anterior en el hotel, después de la fiesta, cuando la había increpado por haber actuado por su cuenta, contraviniendo sus planes.
Camila sintió que la invadía la mezcla de ira, vergüenza y miedo que experimentaba cada vez que alguien descubría muestras como ésa del comportamiento violento de su hermano, cuando se veía obligada a exculparlo y restarle importancia. Los ojos le escocían por las lágrimas que se agolpaban en ellos y que estaba esforzándose por contener.
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LA VENDETTA E L'AMORE
General FictionLa venganza siempre es mejor fría... no? La famosa Lauren Jauregui andaba en busca de una nueva amante cuando, de repente, la heredera Camila Cabello se ofreció voluntaria. ¿Podían ser tan fáciles de conseguir placer y venganza? Camila sabía que no...