Capítulo 8: Enfrentamiento!

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LA FIESTA a la que Lauren la llevó aquella noche no era una fiesta de poca importancia como había dicho, sino un importante evento que contaba con invitados de renombre, y que se celebraba salón de eventos "celebration", un hermoso lugar con chimenea al aire libre amplias áreas verdes todo perfectamente distribuido el salón era perfecto para pasar una velada inolvidable.

Lauren la ayudó a bajar del coche entre los flashes de las cámaras, y Camila no tuvo más remedio que sonreír a los fotógrafos mientras caminaba agarrada a su brazo, y fingir que estaba encantada de estar allí con ella y de que la exhibiera como a un trofeo con aquel ridículo vestido. No podía hacer otra cosa más que intentar llevarlo con dignidad, así que mantuvo la cabeza bien alta mientras caminaba y no dejó de sonreír. Lauren la condujo a un patio abierto bajo el cielo estrellado. Las nubes de lluvia se habían alejado, y hacía una noche agradable. Los invitados, aristócratas, hombres de negocios y famosos del mundo del espectáculo, departían en pequeños grupos con una copa en la mano, y a ambos lados del patio había mesas alargadas cubiertas con manteles blancos repletas de exquisitos aperitivos.

–¿Te apetece una copa? –le preguntó Lauren.

–Me encantaría, gracias.

Camila la siguió con la mirada mientras se alejaba entre la gente, admirando lo bien que le sentaba el vestido negro que llevaba. Había algo que la hacía destacar sobre otras mujeres: la energía que parecía transpirar por todos los poros de su cuerpo, su forma de moverse, como una depredadora.

–Ah, Camila...

Al oír aquella voz burlona y detestable detrás de sí, Camila se puso tensa.

Austin...

–Veo que al fin has aceptado lo que eres –dijo su hermano cuando se volvió hacia él. Sus ojos brillaban con malevolencia.

–Hola, Austin. Qué sorpresa tan agradable –respondió con una calma que no sentía y una sonrisa forzada. La marca que sus dedos le habían dejado en el brazo casi se había borrado por completo, pero la frustración y la ira que había sentido permanecían.

–Estaba preguntándome qué clase de mujerzuela se pasearía por el Salon vestida como una puta barata –le dijo Austin al oído, inclinándose hacia ella–. Debería haber imaginado que eras tú.

–¿No te gusta mi vestido? –le preguntó ella enarcando las cejas. No se permitió ninguna otra expresión facial que pudiese delatar que se le había revuelto el estómago al oír su voz, que tenía el pulso acelerado por el miedo–. Fue Lauren quien lo escogió. ¿Habrías preferido que le llevara la contraria y discutiera con ella por algo tan mínimo como un vestido?

Austin le dirigió una mirada furibunda; gélida. –No puedo negar que te has superado, querida hermana –dijo al cabo de un rato, con una sonrisa cargada de sarcasmo–. Daba por hecho que Jauregui tomaría lo que le ofreciste de un modo tan descarado y se desharía de ti –la miró largamente de arriba abajo, haciendo que Camila se muriera de vergüenza, pero en vez de dejarlo traslucir, se irguió y alzó la barbilla–. Pero no, aquí estás con ella, vestida como una furcia para darle gusto. Y tengo que reconocer que la otra noche me sorprendiste. No imaginaba que fueras a ser capaz de mostrar tanta iniciativa e inventiva para metértela en el bolsillo.

Camila sabía que debería sentirse triunfante. Austin creía que se había convertido, a todos los efectos, en la amante de Lauren; su plan estaba funcionando. ¿Por qué entonces se sentía tan vacía?

–Quiero mi fondo fiduciario –le dijo sin rodeos–. ¿No es esto lo que querías? Imagino que Lauren Jauregui es lo suficientemente rica e influyente, ¿no? Al entrar me han debido sacar unas cincuenta fotos con ella.

LA VENDETTA E L'AMOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora