Capítulo 14: Intervalo!

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DEBEMOS casarnos cuanto antes –le dijo Lauren la noche siguiente a Camila, sorprendiéndola mientras cenaban en el patio. Lauren acababa de volver de pasar otro día en el trabajo, y el sol estaba ocultándose ya en el horizonte. Al oír esas palabras Camila, que se había estado preguntando si los acontecimientos de la noche anterior eran reales o los habría soñado, se estremeció de emoción.

–¿Por qué? –inquirió–. Podemos comprometernos y preparar la boda con tranquilidad. No queremos que dé la impresión de que tenemos alguna razón para apresurar las cosas, ¿no?

–¿Vamos a tener otra discusión por esto, Camila? –le preguntó ella, esbozando su habitual media sonrisa.
Sin embargo, esa noche su sonrisa parecía algo forzada.

–¿Pero por qué quieres casarte tan pronto? –inquirió ella con calma, como si no hubiera advertido que su tono había sonado algo tenso.

Lauren la miró un instante a los ojos marrones antes de bajar la vista a sus labios, y luego a sus senos, cubiertos por la fina camiseta de tirantes de algodón que llevaba. Camila tuvo que hacer un esfuerzo para no exteriorizar el modo en que su cuerpo respondió a esa mirada.

–¿De verdad te hace falta preguntar eso? –le preguntó Lauren–. ¿Acaso no es evidente?

–Yo no creo en el divorcio –murmuró ella. No sabía qué la había empujado a decir eso–. Sé que me tacharían de antigua por decir esto, pero nunca he comprendido qué sentido tiene casarse si se hace con una «cláusula de rescisión», como si fuera un mero contrato.

–¿No crees en el divorcio? –Repitió Lauren con ironía, sacudiendo la cabeza antes de meterse una aceituna en la boca–. Pues te aseguro que existe. Mi abuelo se divorció de las tres esposas que tuvo.

–Y es peor aún cuando hay niños de por medio –continuó ella, ignorándola. Se encogió de hombros–. He visto a muchos niños destrozados por las «guerras» de sus padres. No podría hacer pasar por algo así a mis hijos.

Los ojos esmeralda de Lauren relampaguearon.

–Si tenemos hijos –le respondió con fiereza–, llevarán mi apellido y vivirán bajo mi protección; siempre.

Luego se quedó callada durante un buen rato, observando el mar. Había algo en su expresión distante que hizo que a Camila le doliera el corazón, que sintiera lástima una vez más por lo difícil que debía de haber sido su infancia, pero no dijo nada. Temía que Lauren intuyera que sentía algo más que compasión hacia ella. ¿De verdad era amor lo que sentía, o estaba engañándose? ¿Podría funcionar un matrimonio basado en un amor unilateral, y en la química increíble que había entre ellas?

–Nos casaremos dentro de dos semanas –dijo Lauren finalmente con una expresión casi severa–. Aquí, en Newport, si te parece bien.

–¿Me estás pidiendo opinión? –inquirió ella burlona, como si las cosas entre ellas volvieran a ser lo que eran antes, como si de pronto Lauren no estuviera tan distante–. Eso sí que es una novedad.

–Si tienes alguna otra preferencia, no tienes más que decirlo –respondió Lauren enarcando ligeramente las cejas–. Ya he mandado una nota de prensa a los periódicos locales. El anuncio aparecerá en la edición de mañana. Todos los demás trámites pueden agilizarse.

–Dos semanas... –repitió ella.

Ojalá pudiese ver debajo de la expresión distante que Lauren llevaba esa noche, como una máscara. Su intuición le decía que había algo que no iba bien, pero desechó aquel presentimiento. Son sólo nervios, se dijo. Y era lógico que estuviese nerviosa ante la idea de casarse con una mujer como Lauren, que podría pasar por encima de ella como una aplanadora si detectase la más mínima debilidad en ella. Como estaba haciendo en ese mismo momento.

LA VENDETTA E L'AMOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora