Epílogo

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Tras la guerra que asoló Japón, enfrentando a héroes y villanos, el país de oriente logró reconstruir aquello que los falsos héroes y los villanos destruyeron: la confianza de los civiles en un gobierno que los protegiera, sin importar el costo. La medida que fue conocida como el Quinto, dio paso a un gobierno dirigido por hombres y mujeres con creencias fuertes, sin dones, pero con la justicia y el bienestar siempre en sus mentes, el crecimiento económico y social siendo el sendero que caminarían hacia adelante. Como estos hombres y mujeres, veinte años después, tomaron el relevo de los hombres y mujeres que trabajaron con el Quinto, muchos de los que fueron conocidos como los "veteranos" tenían cierto grado de poder entre el nuevo gobierno y estaban dispuestos a torcer las leyes ante una injusticia. Nunca, ni siquiera los bebés de aquel tiempo, olvidaron lo que el Emperador y sus aliados hicieron por el país, lo que muchas buenas personas se vieron en la obligación de hacer para poder tener un futuro como país. Muchos dejaron de ser "buenos" y se volvieron supervivientes, con las ideas claras, guiados por la propaganda del Quinto sobre el bienestar del pueblo. Aquello dejó miles de muertos en los dos bandos y cientos de prisioneros y condenados, enviados a lo más profundo de una prisión submarina para el olvido. Nunca saldrían de allí y sus familias no podrían reclamar, pues tendrían que enfrentar a todos aquellos que fueron dañados durante la guerra.

Después de veinte años, las heridas al final comenzaron a cicatrizar, aunque de manera lenta. Aquellos que eran llamados "héroes", seguían siendo vistos con cierto desdén y desprecio; algunas personas incluso escupían a los pies del héroe que se encontraban, lanzándole miradas desdeñosas, molestas y burlescas. ¿Dónde estuvieron la mayoría de ellos? ¿Por qué hubo una guerra cuando pudieron detener a los villanos en un principio? Las leyes, demasiado débiles y blandas, fueron sustituidas, encabezadas por el "Acta de Registro de Super Héroes" donde toda persona con poderes quedaba registrada, controlada y marcada de por vida. Ya no importaba su vida privada, a menos que trabajara para el estado, y ser un Símbolo de la Paz o Héroe Número 1 no te liberaba de quedar marcado y registrado. Fue una medida puesta por aquellos que sufrieron, apoyada por decenas de miles de personas heridas. Si alguien tenía un don, quedaba registrado, así no podría cometer crímenes con total impunidad y no se confiaría todo a los héroes, pues la policía fue colocada por encima de las agencias.

Antes de la guerra, los héroes eran la mayor autoridad en Japón, por encima de los policías; tras la guerra y la activa lucha del Quinto contra el Frente de Liberación, los policías pusieron correas alrededor de los cuellos de todos los héroes y mantuvieron el control sobre ellos como si fueran meros perros. Una cosa penosa, pero fue lo que los héroes y villanos se buscaron tras la cruenta guerra. Ahora, veinte años después, el país volvía a prosperar y los jóvenes vigilantes y héroes adolescentes, intentaban reparar la relación con los civiles que fue afectada por la ineptitud de sus antecesores.

—¡Papá!

Una joven de cabello platino cayó directamente contra una mesa, aplastándola. Todas las cosas se esparcieron, volando por el aire, y unos ojos rojizos brillaron con picardía.

—Podrías tener un poco más de cuidado...cariño.

La voz de una mujer, que se notó profunda y controlada, llegó a los oídos del único hombre. Este se irguió en su tumbona y se quitó las gafas de sol, dejando ver unos ojos azules y brillantes que se mostraron alegres y divertidos ante la escena madre-hija que presenciaba.

—¿Qué ha pasado ahora?—habló, dejando a un lado las gafas de sol. Era un hombre bastante apuesto, entrado en los cuarenta, con un cuerpo atlético, cicatrices en su torso y un cabello desordenado como una explosión de mechones dorados—. Espero que no hayas vuelto a golpear a nadie...demasiado.

—Ella solamente lo pateo más de la cuenta—la mujer declaró. Ella era más baja que el hombre, de cabello blanco que contrastaba con su piel más oscura, ojos rojos pareciendo divertidos y picarones, como los de la chica adolescente—. Golpeó al ladrón directamente con una patada directa y lo estampó contra un coche.

El hombre silbó y rio ante la imagen, pero la mujer lo golpeó con el codo en las costillas, obteniendo un Hmpf de parte suya.

—¡Ay! ¡Eso duele, mujer!

—Deja de apoyar el comportamiento de tu hija, Uzumaki Naruto. ¡No es correcto para un padre!

Naruto era, ahora, una versión más adulta de su yo con veinticinco años, con un rostro duro, una barba que ocultaba sus mejillas cicatrizadas y que se cerraba, perfectamente, en el mentón. Si alguien lo miraba dos veces, pensaría que era una estrella y si bien su carrera como Shinobi y su trabajo con el Quinto fueron ocultados para la mayoría, así como otros trabajos con el gobierno, si que era una estrella. Actualmente era escritor, director y actor en películas y series, así como un miembro del equipo guionista de una importante saga de videojuegos.

[Las mujeres son peores que yo]

La perezosa voz del Kyubi resonó en la mente del hombre, pero este la desechó con una sonrisa y plantó un beso en los labios de la mujer de piel bronceada, obteniendo un quejido de la adolescente cuando fue testigo del amor de sus progenitores.

—¡Puaj! ¿Podéis dejar eso para cuando estéis solos? ¡Que asco!

—No dirás eso cuando crezcas, señorita—declaró su padre, burlesco ante el fruncimiento de rostro de su hija—. ¡Solo espero no tener que espantar a tus seguidores!

—¡Papá!

—Déjala, cariño—susurró Rumi, plantando un segundo beso en los labios de su esposo—. Ella ya descubrirá ciertas cosas en el momento adecuado, no la presiones.

—Si es por ella, pateará a todo el mundo.

—¡Papá!

—¡Shiro!

Naruto torció los labios en una mueca burlona y le sacó la lengua a su propia hija, lo que hizo que Shiro frunciera el ceño ante los gestos de su padre, quien no parecía demasiado bondadoso con ella actualmente. De hecho, era mucho más burlón. Pero así era su padre cuando no estaba trabajando o siendo el escritor y director que era.

Era una vida mucho más agradable, sin nada relacionado con la muerte o la sangre. Para Naruto y Rumi, antes conocida como la Heroína Conejo: Mirko, era mucho mejor pasar tiempo con su hija y, gracias al trabajo de Naruto, ella se apartó de la vida de héroe y se centró en sí misma junto con su esposo e hija.

La vida de la familia Uzumaki consistía en: viajar a cada país donde Naruto trabajaba y disfrutar de la vida mientras los días, lentamente, pasaban uno a uno.

Y sin duda, era un destino mejor que Tártaro.


*Nota de Autor: este es el último capítulo. No tenía muchos planes realmente con este fic tras la guerra, tampoco fue mi mejor camino hasta el final (creo que Útero Maldito va a ser el mejor fic finalizado este año y mejor escrito) ni mi mejor desarrollo con personajes, pues siendo sincero no estoy cómodo escribiendo historias de Naruto x Boku no Hero, no termino de encontrar el camino para hacerlas bien. A pesar de eso, si estoy escribiendo otra historia de Naruto x BNHA, con una trama distinta y que está siendo supervisada por mi lector beta (no es un lector beta como tal, solo le paso mis cosas locas jajaj).

Sé que todos estaréis decepcionados con el final abrupto del fic, pero realmente no hay mucho con lo que trabajar en este ni tenía planeado seguir alargando mucho una guerra como esta. De todas formas, agradezco a cada lector que llegue a estas palabras y le pido disculpas, pues no he sabido llevar el fic como habría querido (todo culpa mía y la sobrecarga que estoy arrastrando) y que nos veremos en próximos fic, sobre todo en los que llevaré a su capítulo final este año, a saber Uzumaki y A.N.B.U: Danza del Viento si puedo lograrlo.

¡MUCHAS GRACIAS POR EL APOYO!

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