Riley pasó dos semanas en el hospital y no volvió a ver a Val en su estadía,siempre acompañada de una enfermera. Riley pasaba horas en la sala de maternidad observando a dos pequeños niños, que al parecer eran hermanospasaba sentada en una esquina desde donde podía ver a dos pequeños niños en incubadoras cercanas. Aunque no los conocía, algo en ellos la mantenía hipnotizada. La niña, envuelta en una manta rosada, tenía el cabello rubio casi blanco y unos ojos azules plata que contrastaban con su piel morena. Parecía tranquila, con las mejillas sonrosadas y una expresión serena en su rostro redondo. Riley no podía evitar sentir una punzada en el pecho al mirarla, como si hubiera algo en esa paz que le resultara dolorosamente ajeno.
El mellizo, un niño con el mismo cabello rubio claro, tenía la piel pálida y ojos verdes brillantes que exploraban el mundo con curiosidad. Mientras los observaba, Riley sintió una mezcla de ternura y anhelo. Los bebés parecían completamente ajenos a la dureza del mundo que ella conocía tan bien. Esa inocencia, esa pureza, era algo que hacía mucho tiempo que no sentía.
La enfermera Kate apareció a su lado, interrumpiendo sus pensamientos:--Riley, mañana te darán de alta --dijo suavemente tomando la mano de la rubia Kate siguio hablando mientras la guiaba por el pasillo del hospital :----Luna mencionó que te llevarán a un albergue temporal mientras encuentran un lugar mejor para ti.-- Riley asintió sin decir nada. Apartó la mirada de los mellizos, pero una sensación extraña permaneció en su interior tal vez era la soledad, o quizá la necesidad de encontrar algo a lo que aferrarse en medio del caos de su vida.
La mañana siguiente, Riley fue llevada por Luna a un albergue de mujeres. Al entrar, se sintió extraña rodeada de tantos rostros desconocidos y otros que, de alguna manera, parecían familiares. Mientras caminaban por los pasillos fríos y descoloridos, las paredes estaban adornadas con carteles de colores apagados que hablaban de esperanza y recuperación, aunque el ambiente era denso y opresivo.
La llevaron a una habitación mediana donde había cuatro camarotes; tres de ellos estaban ocupados, y el último, a un lado, estaba vacío, esperando a alguien que pudiera llenarlo de vida. La empleada del lugar, una mujer robusta con una expresión dura, parecía tener poco interés en los sentimientos de los nuevos llegados. Con una voz tosca que rebosaba repulsión, dijo:—Esta habitación está ocupada por siete personas: Ana, María, Isabella, Guadalupe y Ana e Isabella María.-- La encargada casi escupió esos nombres, como si la sola idea de tener que mencionarlos la asqueara. La atmósfera se sentía pesada, llena de tensiones no expresadas y miradas furtivas de las ocupantes que la observaban con curiosidad, algunas con desdén.
—Cerramos a las siete de la noche. Si no está aquí quince minutos antes del cierre, se quedará afuera, Riley —dijo la misma empleada, pronunciando su nombre con un tono despectivo, como si fuera un recordatorio de su fracaso.
Riley no se atrevió a corregirla; simplemente asintió, sintiendo que cada movimiento era observado y juzgado. Era como si cada mirada la envolviera en un manto de incomodidad. La mujer continuó, su voz como un metal frío que cortaba el aire:—Las reglas son básicas: no alcohol, no drogas y no hombres.--- Las palabras resonaron en la habitación, un recordatorio de las restricciones que venían con su nuevo entorno . Mientras la empleada se alejaba, Riley se quedó en silencio, observando los camarotes y a las mujeres que habitaban en ellos. Algunas parecían sumidas en sus propios pensamientos, mientras que otras susurraban entre sí, lanzando miradas furtivas hacia ella. La soledad que había sentido en el hospital parecía seguirla aquí, intensificada por la incomprensión de un nuevo entorno.
A kilómetros del albergue, Valentina se encontraba frente a la funeraria, el aire impregnado de un silencio sombrío. Dos féretros cerrados descansaban en la sala, uno de ellos representando la vida de su madre y el otro, de su padrastro, Alan Pataqui. Cada vez que sus ojos se posaban sobre los ataúdes, un dolor agudo la atravesaba como un rayo. ¿Cómo era posible que la vida de las personas que más amaba terminara así?
Mateo, su hermano menor, jugaba despreocupadamente con unos niños que se habían acercado. La risa inocente de su hermano resonaba como un eco distante, un contraste doloroso con la tristeza que la envolvía. Mientras ella recibía palabras de aliento y condolencias de allegados, el murmullo de sus voces se convertía en un ruido de fondo, casi irreconocible.
—Valentina, lo siento tanto. Tu madre siempre fue un ángel —dijo una mujer, envolviéndola en un abrazo apretado.
—Gracias, Elena —respondió Val, su voz sonando vacía y lejana, casi automática. En su mente, sin embargo, solo había espacio para el rostro de Mateo. "Él es el único recuerdo vivo de nuestros padres", pensó, sintiendo un nudo en el estómago.
Mientras los demás hablaban, ella solo podía concentrarse en su hermano. Observándolo jugar con despreocupación, su corazón se desgarraba. "Tiene la sonrisa de papá y los ojos de mamá", pensaba Val, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con caer. "Debo ser fuerte por él."
—¿Val? —la interrumpió otro amigo de la familia, un hombre de mediana edad que había conocido a su madre. —Si necesitas algo, no dudes en decírmelo. Estoy aquí para ayudarte.--
—Gracias, Mario, pero... —Val luchó por articular las palabras—, no sé qué necesito en este momento. Solo... quiero que esto acabe.--Val se abraza a si misma intentando darse un breve consuelo .
—Es normal sentirse así. Pero recuerda que no estás sola. Siempre podrás contar con nosotros —dijo él, mirándola con una comprensión profunda.
Las palabras de consuelo se sentían vacías y lejanas. Valentina asintió con un gesto ausente mientras el murmullo de la multitud seguía su curso. Algunos le daban dinero, otros la abrazaban con fuerza, susurrándole un pésame sincero. Un par de personas, incluso, le ofrecieron adoptar a Mateo —Val, no quiero que te sientas sola en esto —dijo una voz suave, una amiga de su madre, quien le tomó las manos—Mateo merece una familia que lo cuide.--
—¿Adoptar a Mateo? —Val apenas pudo contener la risa amarga—. ¿Y quién se va a encargar? No puedo permitir que eso suceda.--
Pero mientras se hablaba de Mateo, las palabras "adoptar" y "mellizos" comenzaron a surgir en las conversaciones a su alrededor. Valentina escuchó a algunas personas murmurar sobre la posibilidad de que alguien pudiera cuidar de los mellizos que también habían sobrevivido al accidente —Los mellizos son tan pequeños, Val —dijo una mujer—. Ellos también necesitan un hogar. Tal vez, si decides...--
Val, sintiendo una punzada de dolor, interrumpió con firmeza: —No, no voy a separarme de ellos. Ellos son parte de mi familia, aunque no los conozca.--
El silencio que siguió fue abrumador, y Val sintió cómo los ojos de los presentes la observaban, algunos con compasión, otros con juicio. No estaba dispuesta a permitir que sus hermanos fueran adoptados por otros; ella iba a ser su protectora, su familia—Val, es un momento difícil —dijo la mujer, su tono suave—. No tienes que hacer esto sola.
—No importa lo que cueste, me haré cargo de ellos. No permitiré que se separen. Mateo, los mellizos... son lo único que me queda —respondió Val, su voz temblando pero decidida. Mientras su mirada se centraba en Mateo, una mezcla de amor y desesperación la invadió. En ese momento, se dio cuenta de que no solo debía ser fuerte por él; tenía que luchar por la unidad de su familia, sin importar los desafíos que enfrentara. La idea de perder a sus hermanos era aterradora, y estaba decidida a mantenerlos juntos —¡Mateo! —llamó, y él giró su cabeza, su sonrisa iluminando la penumbra que la rodeaba. "Eres todo lo que me queda," pensó Val, y mientras lo miraba jugar, se prometió que haría todo lo posible para protegerlo y cuidar también de los mellizos, manteniendo viva la memoria de sus padres y el lazo que los unía.
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Fragmentos del alma (RileyxVal)
FanfikceContiene temas sensibles:Por favor leerlo con discreción, todo esto es ficción disculpen sí ofendí alguien. Es una historia para mayores de 18 , por sus temas, la historia se distanciara demaciado de las personalidades de los personajes canon . Rile...