La lluvia y nuestros sentimientos:

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Valentina se despertó lentamente, sintiendo la calidez del sol filtrarse a través de las cortinas. Se estiró, notando el peso de la fatiga en sus músculos, un recordatorio de las largas horas que había pasado en el hospital. Al mirar el reloj, se sorprendió al ver que ya eran las cuatro de la tarde. El aroma de comida recién preparada la atrajo, haciendo que su estómago rugiera con hambre.

Buenas tardes, Val —saludó Riley desde la cocina, su voz suave y cálida, como el aroma del guiso que burbujeaba en la estufa. Riley se volvió, dejando el almuerzo en la mesa, y se acercó a Valentina para darle un rápido beso en la mejilla. Fue un gesto simple, pero lleno de cariño que hizo que Valentina sintiera un destello de calidez en el pecho.

¿Qué hora es? —preguntó Valentina, sintiendo que las palabras salían con un tono adormilado.

Ya son las cuatro. Te dejé un almuerzo. Creo que te lo mereces después de tanto tiempo sin descansar —respondió Riley, sonriendo mientras se movía ágilmente por la cocina, sirviendo comida en platos coloridos.

Mateo estaba sentado en su silla, jugando con un pequeño juguete, mientras los mellizos, Nova y Cyrus, estaban en sus sillas especiales, moviendo sus manitas y observando a su alrededor con curiosidad. Valentina se sintió un poco abrumada al ver a los tres reunidos, pero también se sintió aliviada de estar en casa, lejos del ruido del hospital y las exigencias de su trabajo.

Val, siéntate y come tranquila —dijo Riley, sirviendo una porción generosa de guiso en el plato de Valentina. A pesar de su cansancio, la idea de compartir una comida con su familia le resultaba reconfortante.

Con un suspiro, Valentina se sentó a la mesa. Miró a Cyrus, que la miraba con sus ojos verdes brillantes, y le sonrió. —¿Te gustaría que te diera de comer? —preguntó, extendiendo la mano hacia él.

Cyrus asintió y abrió la boca, y Valentina le ofreció la cucharada de puré. La niña Nova, con sus ojos azul plata, comenzó a balbucear, intentando llamar la atención de su hermana mayor.

Parece que tienes un fanático, Val —dijo Riley, con una sonrisa. Se inclinó hacia Nova y le dio un pequeño beso en la frente. Nova se rió, balbuceando algo que sonaba como "Ma...ma."

Estás empezando a hablar, pequeña —dijo Valentina, sintiendo una punzada de alegría en su pecho mientras miraba a Nova, quien la miraba con curiosidad.

—¡Yo también quiero! —exclamó Mateo, levantándose en su silla. —¡Val, ven a ver cómo come Cyrus! ¡Es un experto!--

Valentina se rió, sintiéndose un poco más ligera. La risa de Mateo llenaba la habitación con un eco de inocencia y alegría. Mientras continuaba alimentando a Cyrus, Valentina sintió que la tensión en su cuerpo comenzaba a desvanecerse, aunque una parte de ella seguía sintiéndose distante, atrapada entre la felicidad y la culpa por haber estado tan ausente.

Creo que deberíamos tener una noche de pizza esta semana —sugirió Riley, mirando a Mateo. —Podemos hacer una pizza arcoíris. Cada uno puede elegir su propio color.--

Mateo asintió entusiasmado. —¡Sí! Yo quiero pepperoni, eso es rojo. ¡Es el mejor color!--

Y yo puedo hacer una con espinacas, para que todos sean fuertes —dijo Riley, mirando a Valentina de reojo, tratando de leer su estado de ánimo.

—Me parece una gran idea. No puedo esperar para comer una pizza arcoíris —respondió Valentina, sintiendo que la idea de hacer algo divertido con su familia era justo lo que necesitaba.

Fragmentos del alma (RileyxVal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora