❬ 🍂 : 🎃: . ⇨Especial Halloween
La Sombra del Cazador
En un mundo donde los vampiros acechaban en las sombras, Giyuu Tomioka era un cazador legendario. Su habilidad para detectar y eliminar vampiros era incomparable.
Una noche en los oscuros bosques de aquel pueblo, escuchó un par de ruidos no muy lejos de dónde se encontraba, se levantó y camino con cautela, alistando su arma. El crujir de las hojas fue percibido por la chica, quien dejó de comer, dejo su presa a un lado y se giro, sin previó aviso clavo una de sus estacas. . . Está posaba al lado de la cabeza de la joven, ella con molestia llevo sus manos a los hombros de él y lo empujó.
El chico se percato de que no había rastro de ningún humano, si no por el contrario, era de un pequeño conejo, miro a la chica quien tenía sangre en su boca, mostrando sus ojos dilatados, antes de decir algo, se escuchó como caballos se aproximaban a ellos, al voltear, aquella joven, ya no estaba. . .
Un jinete se detuvo delante de él, este bajo, haciendo que sus botas resonarán.
— Han habido incidentes con los animales, han encontrando a varios sin sus órganos, incluso sin cabeza — Habló el chico de cabellos albinos
El azabache llevo a la vista a él — Estoy en eso. . .
Este río burlesco — Claro, sabes, Tomioka, últimamente te has vuelto más inservible — Habló entre dientes — Será mejor que investigues, si no quieres que te lleve a la horca, demostrando una vez más tu incompetencia
Este subió de nuevo a su caballo y se fue del lugar, acompañado de su amigo.
El chico se quedó mirando un poco desde lejos, suspiro un poco, y decidió irse a su hogar, una cabaña alejada y remota de dónde todos estaban, se decía que él prefería estar solo, era alguien frío y serio, y que no muchos les gustaba estar con él. . .
Después de algunas semanas, Giyuu se encontraba buscando algunas pistas, para dar con el paradero de aquel ser que arrebataba las vidas de aquellos animales, no era usual, de hecho se esperaba que se encontrasen personas muertas.
En los animales había una marca de colmillos extraña, que era perteneciente a uno de los clanes más buscados, uno en el que aquellos seres, se caracterizaba por desmembrar a las personas, lo extraño era que no perderían el tiempo en matar a un animal.
Un ruido brusco se escuchó afuera del cobertizo donde se encontraba, se quito sus guantes y salió con el arma en sus manos tomando su sombrero. La niebla se arrastraba por el suelo como un velo de seda blanca, cubriendo los árboles altos y delgados que se erguían en la oscuridad. El aire era cortante, con un frío que penetraba hasta los huesos del joven.
Llegó a un abierto lugar donde la luna estaba en todo su esplendor y ahí, la vió; su piel pálida y luminosa parecía brillar en la oscuridad, mientras que sus ojos verdes profundos y brillantes como el mar nocturno parecían ver más allá de la realidad.
Su cabello negro caía como una cascada sobre sus hombros, enmarcando su rostro con unos labios rojos, sus ojos fueron a su vestimenta, que era de manera elegante y oscura, con trajes de terciopelo y seda que se ajustaban a su cuerpo como una segunda piel, en su mano sostenía a una ardilla, haciendo que la sangre brotará por su mano. . .
— Eres Giyuu Tomioka — Dijo ella serena, ante la presencia del chico
— Quien es usted — Habló él, aún que, por primera vez, se sentía nervioso
— Soy _______, del clan Tsukahara — Habló amablemente, sin intenciones de mentir. Este se sorprendió levemente al escuchar aquel nombre — No se preocupe, no tengo intención de matarlo señor
Este quedó en blanco ¿Señor? Tan viejo se veía. . . Vió un poco más a la chica, dando una edad aproximada a unos dieciocho años. . . Aunque en edad de un vampiro, debería de tener unos quinientos años
— Lamento decir que yo si — Afirmó sacando su arma — .
Ella lo miro confundida — ¿Por qué? — Indico inocente
Este de nuevo se sorprendió por la pregunta — Haz sido responsable por las muertes recientes
— . . . ¿Habla de los animales? Solo los salve de sus enfermedades — Sonrió
— De que hablas. . .
Ella se acercó un poco al chico pero este retrocedió, la chica no siguió avanzando y mostró en su mano, una pequeña bolita blanca, un poco llena de sangre.
— Las brujas hacen que se las coman, haciendo que los animales mueran lentamente, no puedo permitir que sufran, por eso me como sus órganos, y corto sus cabezas
— Eso es más doloroso — Expreso el chico — .
Ella negó — Es más efectivo, a demás debo de hacerlo, así la maldición se cortará, en el animal, y en la familia que lo tenía — Le dijo sincera
— ¿Por qué. . . Te los comes entonces. . .?
— No me hace daño, además, me mantengo de su sangre — Señaló sus manos que tenían un tono carmín — .
Extrañado añadió — No. . . Tomas sangré humana. . .
— No. . . Pero. . . A veces es difícil — Ella soltó una risita
Él la miro levemente, jamás, había conocido a un vampiro de aquella magnitud. . .
Diez meses habían transcurrido desde aquel suceso, y con ellos, una nueva rutina había comenzado a establecerse, ambos se veía cada noche sin falta, ella ante sus ojos, era la chica más maravillosa que había conocido, ambos estaban concientes de que, lo que hacían, era un pecado, pero eso, no impidió nada. . .
Una noche, en la que los cazadores fueron a enfrentarse con el clan Tsukahara, pues la tensión había estado creciendo durante meses, y finalmente, la violencia estalló.
La batalla comenzó con un grito de guerra de ambos lados, la lucha fue feroz y sangrienta. Los cuerpos se caían al suelo, cubiertos de heridas y sangre. Los gritos de dolor y rabia llenaban el aire, mientras que el olor a muerte y sudor impregnaba el ambiente.
Giyuu salió de su hogar para buscar a ______, y cuando lo hizo, la encontró en el suelo, muy herida. Se arrodilló delante de ella tomandola en brazos.
— Por favor, déjame ayudarte — Rogó a la chica
Ella negó con lágrimas en los ojos. . . — No. . . No podría. . .
— Pero quiero hacerlo — Este desabrochó lentamente su uniforme, dejando libre su hombro, acomodo a la chica e insistió — Me entregó a tí. . .
La única solución era que ella tomara sangre de humano, para así hacerse más fuerte. . . Se apoyó en él y llevo sus colmillos a su cuello, entrelanzando así, su destino con él.