¿Quién podría imaginar que el alfa más, serio y adinerado se vería atrapado por los encantos de un tierno omega? Pero este no es un omega cualquiera; se trata de uno verdaderamente singular. No es que posea un poder extraordinario, sino que su esen...
Con un suspiro pesado, dejo los papeles que tenía a mano sobre el escritorio y me recuesto un rato en el sillón, buscando un momento de alivio.
Ayer, mi mamá me había llamado insistente, pidiéndome que la visitara. Papá ya le había mencionado sobre Jimin y, aunque no lo había conocido todavía, quería hacer las presentaciones.
La idea de que ella se entere me genera ansiedad, especialmente porque papá aún no sabe que mi omega ha muerto. No sé cómo le voy a decir... La incertidumbre me ahoga y mis pensamientos se entrelazan en un mar de estrés
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NARRADORA
Una hora más tarde
Con Jennie
La omega estaba recostada en su cama, concentrada en su estudio, ya que al día siguiente tenía una importante presentación. Había comenzado a repasar hace apenas unos minutos, pero ya se sentía abrumada por la presión.
Un suspiro escapó de sus labios, cargado de frustración. El examen del día siguiente se cernía sobre ella como una nube oscura, amenazando con arruinar su tranquilidad.
—¡Ahh! —se quejó, dando patadas al aire—. Dios, espero que mañana llueva.
En ese momento, la alfa entró en la habitación, sosteniendo un ramo de flores rosas en sus manos. Al ver la llegada de su compañera, la omega se acomodó en su lugar, evitando mirarla o interactuar con ella.
—Mira, amor —dijo la alfa, levantando el ramo para que la omega pudiera verlo mejor.
Jenni frunció el ceño, sin dejar de mirar los apuntes. No le gustaba que la interrumpieran cuando estaba estudiando, especialmente por que todavía no la a perdonado
—Gracias, Lisa,— dijo, sin levantar la vista. —Son bonitas.—
Lisa suspiró, la frustración comenzando a crecer en su pecho. —Jennie, ¿puedes al menos mirarme?—
Jennie finalmente levantó la vista, sus ojos oscuros y fríos. —Estoy estudiando, Lisa.—
—Lo sé, pero... ¿puedes dejarlo por un momento? Son para ti.—Lisa extendió el ramo de nuevo, esperando que Jennie lo tomara.
Jennie lo miró con desinterés. —¿Flores? ¿Qué es esto, un día especial?—
—No, solo quería darte algo bonito. ¿No te gustan?— Lisa estaba comenzando a sentirse insegura.
Jennie frunció el ceño. "No es que no me gusten, No es necesario."
—Jennie...—Lisa se acercó a ella, sus dedos rozando la mejilla de Jennie. —Por favor, solo mírame. ¿Qué te pasa?—
Jennie se apartó, sus ojos llenos de una tristeza que Lisa no podía comprender. —No hay nada, Lisa. Solo estoy cansada y frustradas —
Lisa se sintió impotente.
—Jennie, ¿puedes al menos tomar las flores?— Lisa le tendió el ramo de nuevo.
Jennie lo tomó con desgana, sin siquiera mirarlo. —Gracias.—
Lisa se sintió desanimada. No había logrado nada. Jennie seguía distante, fría, y Lisa no sabía cómo romper esa barrera.
La atmósfera en la habitación se torna densa, envuelta en un silencio que resulta incómodo para ambas. Jennie, evitando deliberadamente el contacto visual con la alfa, se concentra en sus manos, que se encuentran ocupadas con alguna tarea, como si al hacerlo pudiera ignorar la conversación que se está desarrollando a su alrededor.
La alfa, con una expresión de suavidad en su rostro, intenta romper la tensión con un tono calmado al hablar.
—El sábado tengo que irme a Japón —comenta la alfa, mientras Jennie, al escucharla, interrumpe lo que estaba haciendo, pero decide no mirarla a los ojos. La alfa sigue hablando sin darse cuenta de la actitud de Jennie. —Voy a estar allí por dos o tres semanas.—
Luego, Jennie agrega con un tono de decepción:
— La semana que viene tengo mi primera cita con la obstetra... y ya me doy cuenta de que no estarás aquí. —Su voz refleja la tristeza de que su amiga no estará presente en un momento tan importante para ella.
—Lo siento, pero este viaje es urgente. Si logro terminar antes de lo previsto, vendré para que podamos ir juntas...—
Al escuchar esto, Jennie finalmente decide levantar la mirada. Sus ojos, brillantes por las lágrimas que amenazan con escapar, están llenos de una profunda decepción. El dolor en su expresión es inconfundible.
—No te preocupes, no hace falta que vayas—. La voz de Jennie sale apenas en un susurro, pero la tristeza en sus palabras es palpable, resonando en el aire entre ambas, dejando claro el impacto de la situación.
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