ATRAPADO EN MÍ 'LONELINESS'

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    Ambos despertábamos y nos acostábamos juntos. Salíamos de paseo y viajábamos por el mundo. Durante ese tiempo, pasamos un par de meses en Italia, donde Isabella escribía pequeños reportes para la sección de noticias del periódico.

    Con el tiempo, su trabajo fue creciendo, y viajamos de país en país para hacer reportajes. Yo encontraba las historias, y ella las presentaba. Ambos las planeábamos y escribíamos juntos la sección.

    Sin embargo, no todo era trabajo. Al terminar los reportajes, nos quedábamos unos días más en cada país para disfrutar en pareja de la arquitectura, la comida, los paisajes y la cultura.

    Durante nuestras noches de insomnio, agarrábamos hojas de papel y escribíamos poemas: de nuestros sentimientos, pensamientos, momentos.

    Al volver a Francia, y junto con mi editorial, publiqué "LONELINESS", un libro que abordaba distintos sentimientos con tonos suaves, poderosos y poéticos.

    En un par de días, el libro se convirtió en un éxito.

    En un par de días, el libro se convirtió en un éxito

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    31 DE ENERO

    Me levanté muy temprano y salí de casa para comprar un ramo de flores para Isabella. Ese era el día: el día en que le propondría matrimonio. Después de tanto tiempo, ese era el momento.

    Isabella se despertó al sentir la suave luz entrando por la ventana. Con su brazo, recorrió la cama en busca de Stephen. Al no encontrarme, se levantó, miró su celular y una notificación la dejó estática.

    Con prisa, se levantó, entró al baño, se duchó, se vistió, agarró una hoja de papel y, con una pluma, escribió una nota.

    Yo regresé a casa, abrí la puerta y subí hasta la habitación con el gran ramo de rosas. Al no verla, dejé el ramo sobre la cama, y fue entonces cuando encontré la pequeña carta sobre la mesa de noche.

    "Perdóname, Stephen.

    Eres, fuiste y serás el amor de mi vida, pero no puedo continuar muriendo a tu lado. Espero que puedas perdonar mi partida, pero no me queda mucho tiempo.

    Cada vez que te sientas perdido, mira el retrato de Vincent, y hallarás la respuesta.

    Tengo cáncer terminal, y a lo sumo me queda una semana de vida. No quiero que te despidas de mí. No veas esto como un adiós, sino como un hasta luego. Porque en la eternidad nos volveremos a encontrar.”

    Me arrodillé en el suelo y solo pude mirar la nota entre mis manos.

    Esperé siete días, viendo los amaneceres a las 6:00 a.m., pero en el octavo día dejé de esperar. En el décimo supe que nada volvería a ser igual. En el día diecinueve ya no aguanté más: me levanté del suelo, limpié mis lágrimas, vendí la casa y empecé a vivir en un apartamento de un edificio.

    En ese momento la perdí. Perdí… y me perdí en la oscuridad.

    Dejé de escribir. Dejé de salir. Un día, en el noticiero, anunciaron que habían encontrado su cuerpo a las afueras de una pequeña casa en el sur de Francia.

    Después de un par de meses, descubrí que había sido enterrada en el cementerio de Montmartre, en París. Desde entonces, comencé a visitarla, dejándole un girasol cada vez que iba, para que siguiera viendo el sol como en sus últimos momentos de vida.

VINO TINTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora