Capitulo 13

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—¿Cómo sabes lo del contacto físico? No lo he mencionado hasta ahora…

—Yo… lo imaginé —terminó diciendo—, es lo que sucede cuando se pasa por esas experiencias.

—Sí —murmuré sin estar convencida.

—Pero, Samantha —carraspeó— ¿Cuando estabas en la secundaria no tenías novio?

Quise creer que esa pregunta no era para distraerme.

—No.

—Entiendo.

Podía dejar la conversación ahí, de verdad podía, pero no quería.

—Kam —pronuncié su nombre—, sé que conoces más de mi vida de lo que me has dicho, sé que no es algo que te dijo mi mamá, también sé que me estás ocultando muchas cosas, pero no me mientas. Cuando me mientes me doy cuenta de que lo haces y me siento insegura, prometiste protegerme ¿No es así? Entonces comienza por ti mismo.

Su silencio luego de escucharme hablar me confirmó que lo que había pensado era correcto. Desde el inicio sabía que él me ocultaba cosas, sus historias la mayoría de las veces no tenían coherencia o estaban incompletas, pero aún así, y solo por la mención de mi madre, decidí huir con él, porque cualquier cosa era mejor que quedarme a esperar por los maltratos de mi tío todos los días.

Kam dio algunos pasos hacia atrás, me miró y luego se inclinó con el torso recto.

—Lo siento —murmuró.

Supe en ese momento que su inclinación era algo propio de su ascendencia asiática al pedir disculpas o mostrar respeto, me sentí muy incómoda, pero el recibir una disculpa de su parte me hizo saber que, al menos, pronto sabría lo que me ocultaba.

Yo también le ocultaba cosas, así que no podía hacerme la muy digna.

—Está bien —al escucharme se colocó correctamente y se acercó de nuevo—, vamos a buscar lo que necesitamos.

Al dar un paso hacia el avión escuché un disparo, así que me quedé tiesa en mi lugar, Kam miró hacia donde había escuchado el sonido, también alerta, luego de varios segundos Tahil venía trotando hacia nosotros.

—Todos muertos —confirmó, buscó en su bolsillo y sacó un celular pequeño—. Encontré esto en el bolsillo del copiloto.

Kam lo tomó y empezó a revisarlo.

Su ceño se frunció.

—Tiene señal —murmuró.

—Quizás viene del avión —comenté, porque probablemente tenían alguna conexión a red desde allí.

—Pero de todas maneras es extraño que el celular lo tenga el copiloto, pensé que el que los lideraba era el piloto…

—¿Y si hay alguien más en la isla? —indagué en un susurro.

Ellos quedaron en silencio, pensando en la probabilidad, la cual era muy alta.

—Teníamos que preguntar cómo iban a escapar antes de matarlos —lamentó Tahil—, existen demasiadas opciones, pero ninguna parece segura. Puede que haya alguien en la isla, pero al escuchar al avión aterrizar ya habría venido; hay balsas en el avión, pero no sabemos la distancia hasta algún lugar con personas que ayuden, podríamos morir en el mar si tomamos ese riesgo; también podemos llamar a los números que hay en el celular…

—Solo hay uno —intervino Kam.

—Exacto, pero ¿Qué haríamos? Quizás vengan demasiadas personas y no habría milagro que nos salve, por eso no es una buena idea llamar…

El ángel de Kam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora