En lugar de seguir el recorrido hasta mis labios, él continuó hasta llegar a mi nariz y allí dejar un superficial y suave beso.
Mi corazón hizo de forma extraña. Sentí emoción y miedo al mismo tiempo.
—Vamos a lograrlo —prometió.
¿Cómo podía desconfiar de alguien como él? Esperaba que no llegase nuevamente el momento en el que tuviera que hacerlo.
Salió de la habitación y yo me quedé allí, mirando hacia la nada, hasta que me levanté y decidí prepararme, sacarme la suciedad del cuerpo, ir al baño y peinarme. No sabía lo que me podía esperar en ese viaje.
Media hora después gritaron detrás de la puerta.
—¡Es hora de irnos!
Reconocí la voz de Kam por poco, ya que su tono no era el mismo que había usado hace varios minutos, pero respiré profundo y salí, llevando en mi bolsillo la hojilla, una que botaría cuando llegáramos al aeropuerto.
Cuando bajé, la misma cantidad de hombres estaban en la sala, ellos me miraban intentando analizarme, yo evité verlos más de cinco segundos. Kam me esperaba al lado del auto, cuando me vio subió y detrás de él Tahil.
La persona que conducía no la conocía, pero me imaginé que su trabajo sería traer el auto de regreso, lo que muy probablemente significaba que Tahil viajaría con nosotros.
Kam y yo nos sentamos uno al lado del otro en los asientos traseros, mientras que Tahil y el conductor iban en los delanteros. Todos estábamos en silencio, algo que me hizo sentir tranquila fue que, en un momento donde pasábamos por un lugar muy oscuro, Kam tomó mi mano, le dio un apretón y luego la soltó.
Ese gesto me hizo saber que todo estaba bien.
Al llegar al aeropuerto me sorprendí porque ni siquiera me dio tiempo de botar la hojilla, nos llevaron directamente hasta un avión y allí comenzaron a hablar alemán tan rápido que ni siquiera pude distinguir afirmaciones. Con una señal de Kam, Tahil y yo subimos acompañados de una azafata.
Todo estaba sucediendo tan rápido que me estaba asustando nuevamente, quería preguntarle a Kam, pero no sabía si podía.
Al final, cuando él se fue hacia la cabina de vuelo dejándome sola con Tahil, éste se acercó hasta mí y se sentó a mi lado.
—¿Te dan miedo los aviones? —inquirió sin mirarme.
—No he ido en uno antes —terminé respondiendo luego de debatir internamente si debía o no.
—Si necesitas algo dímelo.
Lo miré, él ni siquiera me miraba de reojo.
—Gracias —susurré.
En ese momento recordé el rumor de que él estaba con mi madre, temía preguntar y saber la respuesta.
Kam llegó hasta nosotros y miró por un segundo a Tahil sentado a mi lado, pero después lo ignoró y se sentó frente a mí.
—Cinco minutos —dijo Kam en español, lo cual agradecí.
—Todo está demasiado tranquilo —comentó Tahil, me extrañó que lo hiciera también en español.
—No podemos hacer nada más que esperar.
—Lo trajiste cuando te dije que no lo hicieras —acusó el hombre—, no esperes seguridad.
¿Estaban hablando del chófer, verdad?
—Si pasa algo ya sabemos quién es el responsable —comentó Kam desinteresado.
—Siempre es lo mismo, solo te pido que seas prudente y no me escuchas.
—No me regañes, Tahil, morirás muy joven si sigues así.
—Moriré —se burló—… claro que moriré si debo seguir cuidándote como lo estoy haciendo.
—Me tratas como a un niño —se quejó Kam—, no olvides que pronto seré el jefe.
—Si no mueres primero —respondió el mayor.
Kam no respondió, pero aquella interacción me hizo sentir un poco más segura porque fue graciosa.
En algún momento, después de que el avión despegó sin ningún problema, me quedé dormida. Cuando abrí los ojos de nuevo Kam no estaba frente a mí, intenté levantarme de inmediato, pero el cinturón de seguridad me lo impidió.
—¿Kam…? —jadeé asustada.
—Está en el baño.
Miré a mi lado, Tahil estaba allí con un antifaz cubriendo sus ojos y una almohadilla en su cuello.
Me acomodé en mi lugar sintiéndome apenada.
—Okey —susurré.
—¿Querías algo? —inquirió, quitándose la tela de los ojos.
—No, gracias —respondí, a pesar de que tenía sed y hambre.
Nos quedamos en silencio hasta que Kam pasó a nuestro lado rápidamente, directo hasta la cabina de vuelo, Tahil debió haber visto la misma alteración que yo vi, porque se levantó y lo siguió.
No sabía si levantarme también, había más probabilidades de que no, así que me quedé sentada esperando noticias.
Los minutos pasaban y no regresaban, yo me estaba alterando.
Cuando pensé que era el momento de ir a ver, Kam y Tahil aparecieron y se sentaron, colocándose los cinturones.
—Vamos a hacer un aterrizaje de emergencia —me habló Kam.
—¿Por qué se lo dices? —se molestó Tahil— No tiene que saberlo.
Eso me molestó, ¿Por qué no podía?
—Encontré explosivos en el baño.
—¿Qué? —jadeé al escucharlo.
—Tienen la hora exacta para cuando estemos sobre España —me informó—, así que vamos a aterrizar e intentar deshacernos de ellos. El problema es que estamos en medio del mar…
—¿Y por qué no usamos salvavidas? —pregunté alterada.
—Se está buscando otro lugar, Samantha, no podemos aterrizar en el mar.
—¡Kam! —regañó Tahil— Esa niña tiene veinte años, no ha dormido ni comido bien, ¿Crees que es una excelente idea decirle todo? ¡No lo es!
—Yo puedo…
—¡No! —me interrumpió a mí— Tu mamá te cuidaba más que a su vida, y ve dónde terminaste…
—Tahil, no le hables así, ya basta…
—El que su relación sea únicamente interesada no me lo creo, tú —señaló a Kam— no ayudas a nadie.
—¿Es hora de discutir esto? —inquirió.
Tahil no le respondió.
—Señor —un hombre entró y le habló directamente a Kam—, encontramos una pequeña isla, intentaremos aterrizar allí…
—¿No la conocen?
—No, señor.
—Podría vivir gente allí —murmuré, pero todos me escucharon.
—Las probabilidades son mínimas, la isla está muy alejada de la civilización.
—Bien, hagámoslo —ordenó Kam, aunque estoy segura de que si ahí viviera gente, aún así aterrizarían.
Yo me aferré a los reposabrazos y cerré los ojos, ignoré completamente a Kam y a Tahil, me concentré en respirar y en pensar positivo.
Estoy segura de que desde que conocí a Kam, he estado expuesta a la muerte más veces de las que había estado en toda mi vida.
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El ángel de Kam ©
Romance¿Qué harías si un hombre herido entra a tu casa a escondidas y luego te pide que lo salves? Samantha simplemente quería botar la basura y regresar a la comodidad de su hogar, pero, al entrar, una persona con un aspecto preocupante la sorprende rogán...