𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 27

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Elisabeth:

El viaje hacia londres fue aún más tortuoso de lo que lo fue el viaje hacia Miami el pasado vienes. A diferencia del otro viaje, no pude pegar el ojo ni una sola vez, cada vez que lo intentaba, los recuerdos en el baño con Cedric me corrían en la cabeza, todavía podia sentir su tacto en mi piel, sus dedos dentro de mi y el susurro en mi oído.

De tan solo recordarlo me picaban los pezones y, se me aceleraba el corazón, ni siquiera tengo claro que diablos somos ¿Una relación por contrato para darle celos a su ex? Creo que ni siquiera se trata de ella.

Miro a Cedric a mi lado intentado encontrar respuestas, pero lo único que hago es distraerme con ese rostros angelical que se carga, está dormido a mi lado, y ni así deja de mojarme las bragas. Me preguntó que tan guapos debieron de a ver sido el señor y la señora Harrington como para que sus hijos fueran tan... Haa... Ni siquiera se como decirlo.

Cuando por fin el avión se digna aterrizar dando a entender que el viaje acabo, puedo respirar más tranquila, no me gusta mucho viajar, la última vez que lo hice antes de este viaje, fue para ver a mi hermana, Karen. Es tres años menor que yo, se fue a vivir a españa con su tremendo marido, ya te puedes imaginar.

Ella siempre fue más rápida que yo en ciertas cosas, súper inteligente y a la vez coqueta, ambas estudiábamos, pero mientras yo apenas estaba teniendo mi novio número dos, ella ya iba por el séptimo de ellos, no me gustaba que siempre estuviera saliendo con tantos chicos, pero mira, al final uno de esos mil hombres se la llevó a viajar por el mundo.

Una vez bajamos un auto vino por nosotros, se sentía tan extraño, y aún asi ninguno de los dos dijo una palabra. Prendí mi pobre teléfono que había estado apagado por horas en el avión, tenía trece llamadas perdidas de mi madre, cuatro de mi padre y siente de Julianny.

Mi papá y mi mamá más o menos se para que me llaman, pero Julianny no tenia ni la mas minima idea, me preguntó que paso está vez.

Cuando el auto se detiene noto que está no es la mansión, miro a Cedric que saca unos papeles de su maleta.

—Esperame aquí, no tardó. —Cedric se baja sin darme tiempo a responde. Me siento incómoda aquí sola, y el chofer no ayudaba, parecía ser sacado de una pelicula de terro en dónde la protagonista tonta se subía con cualquiera por despistada.

Miro mejor el interior del auto, notando el cuero de techo pelo y los asientos refinados, y ahora que me fijo, nunca he visto a Cedric montado en el mismo auto dos veces. Sigo pasando la mirada por el carro cuando noto algo en el suelo del vehículo.

"¿Basura quizás?" lo dudo mucho, no creo que Cedric sea ese tipo de hombre que no cuide sus cosas.

Recojo el papel en el suelo, está algo arrugado pero todavía legible, es un contrato con otra empresa de tecnología, leo y leo y mientras más lo hago no puedo evitar quedar fascinada por estos negocios, pero luego caigo en cuenta, de que esto debe ser importante y a Cedric se le quedo aqui.

—Señorita, el señor dijo que no saliera ¡Señorita!

—Solo serán 5 minutos. —salgo del auto antes de que el chófer pueda siquiera abrir la puerta, entro en la empresa gigantesca frente a mi.

Una vez adentro me quedo boqui abierta, es todo tan malditamente perfecto y elegante que no se que decir, las paredes están pintadas con colores neutros de esos que pegan con todo, sus sitios de trabajo llaman tanto la atención como el olor a café, galletas y vida, la luz tenue le da un toque brillante a la temática, es todo tan calmante que hasta a mi me gustaría trabajar aquí.

Camino aún mirando todo de reojo, intentado disimular que estoy maravillada, camino a recepción y me encuentro con una pelirroja de cejas gruesas y piel blanquecina.

—Buenos días. ¿Puedo ayudarla en algo, señorita? —sus ojos me recorrer de forma crítica y no puedo evitar sonrojarme, recordé que solo llevo unos vaqueros y blusa de tirantes la cual debe de estar algo arrugada por el largo viaje.

"Y ni hablar de mi cabello"

—Sí, estoy buscando al señor Harrington. —intento sonar lo más educada posible, pero la cara de la pelirroja me lo pone difícil. Noto por el pequeño cárter en su escritorio que se llama Perla.

—¿Tiene cita?

—No, pero dejo...

—No puedo dejarla subir sin una cita, lo lamento. —si claro, estoy segura de que no lo lamentas en absoluto.

—Mire, lo que pasa es que tengo que entregar este papel, es importante.

—Ya le dije, no puedo dejar pasar a nadie sin su autorización. —suspiro intentado no decir algo inadecuado.

—Entonces llame al señor y pregúntele. —ella levanta una ceja, como si no hubiera esperado que le diga eso.

—Esta ocupado. —siento como un ligero tic me empieza a molestar el ojo.

—Mire, en serio, es importante.

—Ya le dije que no puedo dejarla pasar, retirese por favor antes de que llame a seguridad. —estaba tan molesta que tenía ganas de tirarle el cafecito de la mesa en su perfecto cabello.

Pero prefiero evitar causarle problemas a Cedric, es lo mejor, me doy la vuelta para volver por dónde vine, el lugar es hermoso pero este servicio.

—¿Señorita Merrick? —una voz femenina me llama desde atrás, me doy media vuelta para ver a la bonita mujer que estaba hablando en la anterior fiesta.

“Es la secretaria de Cedric”

—Ah hola. —me terminó de dar la vuelta para darle la cara, ella me sonríe con educación.

—Me alegro de verla ¿Está buscando al CEO? —asiento despacio y no puedo evitar dale un vistazo rápido a la de recepción, que nos mira atentamente.

—Si... Bueno, llevo un buen rato queriendo subir, el dejo esto en el auto. —La castaña toma el papel y lo lee, se queda sería por un momento pero luego me devuelve el papel.

—Entiendo. —se voltea hacia la pelirroja acomodándose sus lentes. —Perla ¿Por qué no has dejado subir a la señorita?

La mujer parece entrar un poco en pánico ya que no sabe a dónde mirar.

—Yo... No sabía que era ella la novia del señor.

—Aún así, si alguien viene hablar con el señor Harrington sin una cita, tu deber es informarme. —me quedó callada mirando la interacción entre las dos, a la pelirroja se le pone la cara igual que su cabello mientras que la castaña habla con educación pero con seriedad.

—Lo siento mucho, señorita Taylor.

—No es a mi a quien le debes una disculpa. —La mujer la miro y luego llevo sus ojos hacia mi, se le notaba que no quería hablarme por como me miraba, y estube apunto de decirle que no me de ninguna disculpa.

—Lamento mis modales, señorita. —a pesar de que me está hablado entre dientes, no puedo evitar sonreír para mis adentros.

—No pasa nada. —respondo forzando una sonrisa.

—No podré acompañarla, pero suba al ascensor, último piso, en la puerta al final del pasillo. —asiento y me dirijo hacia el ascensor donde se encuentran un hombre de algunos veintiocho años de edad.

Tiene toda la atención en su portátil, no me sorprendería que ni siquiera se haya dado cuenta cuando entre. Miro todo a mi alrededor, incluso el ascensor es elegante, tiene espejos a los lados y huele a crema y ropa nueva.

Después de un rato las puertas se abren, el hombre que estaba a mi lado se había bajado hace rato ya. Una vez estoy en el pasillo hago lo mismo que la secretaria me dijo, camino hacia la última puerta al final del pasillo.

Por alguna razón me empiezo a sentir nerviosa, como si fuera una adolescente camino a su primera cita. Es ridículo pero que puedo decir, no tengo idea de cómo vaya a reaccionar Cedric, después de todo me dijo que lo espere en el auto. Cuando estoy por llegar la puerta se abre y me preparo para enfrentar a mi novio (si es que lo puedo llamar así), pero para mí sorpresa, quien sale de la oficina no es Cedric, sino Amanda...

ꨄ︎𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟𝑖𝑡𝑎 𝑀𝑎𝑙𝑎 𝑆𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒ꨄ︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora