𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 6

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Elizabeth:

—¡Eliza, Eliza, Eliza! ¡ELISABETH! —me sacuden con tal fuerza que casi caigo de la cama.

—¿Qué pasa? —pregunto, todavía medio dormida, mientras me froto los ojos como si eso mágicamente me despertara.

—Que van a ser las siete y media y debías empezar a las seis.

—¡Maldición! —salto de la cama tan rápido que me mareo. Tropezando, entro al baño como si estuviera en una carrera olímpica.

—¡Hoy te toca supervisión! —escucho a Julianny desde fuera. Me baño en tiempo récord, y cuando salgo, mi uniforme sigue desaparecido como si hubiera decidido tomarse unas vacaciones.

Sin más opción, agarro los primeros vaqueros que encuentro y una camiseta blanca. Ni siquiera intento peinarme. Me hago una coleta que parece más un nido de pájaros, me miro al espejo y pienso: "Bueno, con suerte nadie notará la diferencia." Spoiler: Siempre lo notan.

Las primeras horas van tranquilas. No hay mucha gente en la casa, los gemelos Harrington están fuera, y el señor Harrington parece haberse fusionado con su despacho, como si no existiera otra habitación en la mansión.

Julianny y yo limpiamos las habitaciones de los gemelos. Son tan ricos que cada uno tiene su propia habitación, y por si fuera poco, también tienen una exclusiva para sus juegos. ¡¿Quién necesita tanto espacio?!

—Esto es increíble... —murmuro, observando el caos que han dejado. Parece como si los gemelos hubieran entrenado a un huracán para pasar por sus habitaciones.

—Podríamos vender entradas y decir que es una exposición de arte contemporáneo, —añade Julianny, rodando los ojos mientras intenta despegar una mancha sospechosa del suelo.

Después de varias horas agotadoras limpiando, todo lo que quiero es una siesta. Pero mis sueños de dormir se ven interrumpidos cuando aparece el temido Hendrik, el mayordomo con habilidades ninja.

—Señorita Merrick. —siento un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Cómo es que siempre aparece sin hacer ruido?

—¿Sí, señor Hendrik? —trato de sonar respetuosa, pero él me mira como si hubiera insultado a su madre.

—Hay alguien en la puerta.

—¿Y eso a mí qué? —las palabras salen de mi boca antes de que mi cerebro las procese. Al darme cuenta, intento corregir: Jeje... ya voy.

Corro hacia la puerta, rogando que no haya empeorado mi situación. Cuando abro, me encuentro con una mujer que parece haber salido de una pasarela.

—Cedric. —me aparta como si yo fuera una estatua que estorba en su camino.

¡Qué mal educada! Pienso, mientras la observo. Lleva un vestido azul con brillos, una chaqueta negra y unas ondas perfectas en su cabello. Yo, en cambio, llevo jeans, una camiseta arrugada y mi coleta improvisada que parece gritar socorro. Excelente.

—Oye, niña, ¿dónde está Cedric?

¿Niña? ¿Acaso me está hablando a mí? Suspiro y contengo las ganas de rodar los ojos.

—Está ocupado y no quiere que lo molesten.

—Dile que es Amanda. —frunce el ceño como si acabara de pisar algo desagradable.

Intento insistir, pero ella ya se dirige hacia el patio. Subo las escaleras hasta el despacho de Cedric. Recuerdo que Julianny me dijo que hoy estaba de un humor "tipo ogro". Fantástico.

—No estoy disponible. —responde antes de que pueda siquiera tocar la puerta. Tomo aire y me armo de valor.

—Señor... hay una tal Amanda que lo está esperando junto a la piscina.

El silencio se alarga tanto que siento como si estuviera frente a un jefe final en un videojuego. Después de unos segundos, escucho el sonido de la silla arrastrándose, y en un abrir y cerrar de ojos, Cedric está frente a mí.

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—¿Su novia? —pregunto más tarde, mientras Julianny me cuenta el chisme con una sonrisa de "lo sé todo".

—Sí, pero parece que lo engañó.

—¿Y quién le pone los cuernos a un hombre así? —comento, casi indignada.

—Bueno, si fuera yo, en vez de ponerle cuernos, lo amarraría, —bromeo mientras Julianny ríe.

—Señoritas. —Hendrik aparece de nuevo, como si fuera un fantasma. Creo que no me acostumbraré nunca.

—Una de ustedes lleve un vaso de agua con hielo a la señorita Amanda. Julianny y yo nos miramos, y claro, me toca a mí.

Voy hacia la piscina, con el vaso en la mano, deseando que la señora Amanda sea algo más amable esta vez.

—Te ves ridículo haciendo esto. —escucho la voz de Amanda cuando me acerco. Al asomarme, veo a Cedric y Amanda discutiendo frente a la piscina. ¿Quién discute frente a una piscina?

—No quiero que estés aquí, Amanda. —dice Cedric con una mezcla de fastidio y cansancio. Me detengo detrás de una planta, porque bueno, el chisme me busca a mí.

—Vamos, sabes que me deseas, —dice Amanda, mientras intenta meterle la mano por debajo de la camisa. ¡Pero qué descarada!

Es momento de interrumpir.

—Permiso. —camino hasta ellos, pero en mi nerviosismo, resbalo y ¡splash! Todo el vaso de agua con hielo termina sobre el escote de Amanda.

—¡Qué te pasa! —grita, mirándome con furia. Yo, mientras tanto, estoy deseando que la tierra me trague.

—Lo siento mucho, no fue intencional... —intento disculparme, pero antes de que pueda seguir, Amanda me empuja. Intento mantener el equilibrio, pero mis habilidades de acróbata son inexistentes, y termino cayendo a la piscina.

—¡Elizabeth! —escucho el grito de Cedric, pero el agua me cubre, y recuerdo un pequeño detalle: No sé nadar.

—¡Aaah! —empiezo a patalear como si mi vida dependiera de ello. Porque, bueno, depende de ello.

Finalmente, unas manos me sacan del agua. Cedric me levanta como si fuera una muñeca de trapo. Estoy empapada, temblando, y con el cabello pegado a la cara, pero al menos no me ahogué.

—¿Estás bien? —pregunta Cedric, mientras me envuelve en su chaqueta. Asiento, tosiendo agua como si fuera una fuente.

—Sigo aquí, por si no lo notan, —dice Amanda, furiosa. Cedric la mira con un suspiro de exasperación.

—No deberías seguir aquí, Amanda.

—Oh, claro, te metes a nadar con tu empleada. ¿Ahora qué? ¿Es tu nueva aventura? —pregunta con sarcasmo.

Cedric no dice nada y la sonrisa de ella me hace querer ahorcarla.

—Tranquilo, no creo que caigas tan bajo. —su comentario realmente me jodió, y antes de que Cedric pueda responder, me lanzo con un plan impulsivo.

—Estamos saliendo, cariño, ¿verdad? —digo, tomando la mano de Cedric y antes de que pueda arrepentirme, lo beso.

¿Qué demonios estoy haciendo?

¡Santo cielo! ¡Ahora sí que me despiden!

Para mi sorpresa, Cedric me corresponde el beso, intensificándolo.

ꨄ︎𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟𝑖𝑡𝑎 𝑀𝑎𝑙𝑎 𝑆𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒ꨄ︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora