Capítulo 14

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Asterin

—¿Cómo es posible que Hael tenga dos padres? ¿Y cómo diablos es eso posible?

Guardo las últimas cosas en mi casillero, lista para irme. Mi turno terminó, pero justo cuando me acerco a la puerta para salir, un susurro me detiene.

—Tienes el poder, abre los ojos.

Es una voz femenina, dulce y angelical, que me eriza la piel. Me giro rápidamente, escudriñando cada rincón en busca de quién pudo haber hablado.

—¿Quién anda ahí? —pregunto, pero solo el silencio me responde.

Sacudo la cabeza, intentando despejar la sensación de que me estoy volviendo loca. Siempre he sido algo extraña, pero esto ya es demasiado. Decido no darle importancia y me dirijo a la salida, aunque el eco de la voz persiste en mi mente.

Al salir, veo a Hael y Darien todavía allí, esperando en el estacionamiento. ¿Por qué siguen aquí? Me acerco a Hael, esforzándome por sonreír.

—Cariño, ¿qué haces aquí todavía?

Sus ojos brillan cuando sonríe.

—Papi y yo queríamos pasar más tiempo contigo, mami. ¿Podemos? ¡Por favor! —pone esos ojitos de cachorro que siempre logran ablandarme.

Antes de responder, miro a Darien, que me observa con calma. Asiente, como si esto fuera lo más natural del mundo.

—Está bien, cariño. Vamos a mi casa, deben de tener hambre.

—¡Sí, mami!

—Gracias, pero yo no como comida humana —dice Darien con una sonrisa ladeada, sus colmillos apenas asomándose.

La realidad me golpea de nuevo: él es un vampiro.

—De acuerdo —respondo, disimulando mi incomodidad.

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El trayecto a casa es tranquilo. Darien conduce, y yo no puedo evitar lanzarle miradas fugaces. Hael, en el asiento trasero, sigue jugueteando con sus manos, ajeno a la tensión que se siente en el aire.

Al llegar, los ojos de Hael se iluminan.

—¡Mami, tu departamento es hermoso! ¿Puedo explorar? ¿Por favor?

—Claro, cariño, pero ten cuidado.

Hael corre emocionado, dejándonos a Darien y a mí solos en la sala. Él se sienta en el sofá con una familiaridad que me irrita, como si siempre hubiera estado aquí.

—Qué confianza —murmuro, cruzando los brazos.

—Es parte de mi encanto natural, mi rosa —responde con una sonrisa que me resulta casi desafiante.

—Tienes un acento peculiar.

—Lo sé. Soy un latino con sangre estadounidense, pero mis raíces son más complejas. Eldoria es un continente... peculiar.

—¿Por qué lo dices?

—Cada cien años, en Eldoria nace un ser destinado a equilibrar el mundo. Solo ocurre allí, en un lugar específico.

—¿Y por qué me cuentas esto?

—No hay ninguna razón en particular, mi rosa. Solo pensé que podría interesarte. Ven, siéntate conmigo.

Dudo, pero al final me siento a su lado, manteniendo una cierta distancia. Su cercanía es perturbadora, casi magnética.

—¿Cómo es posible que Hael tenga dos padres? —pregunto, sintiendo que es el momento de obtener respuestas.

—Es simple. La madre subrogada era una licántropa hipnótica. Nos manipuló a mí y a Hunter... —Hace una pausa, y su mirada se vuelve más intensa—. ¿Has oído hablar de la profecía del ser supremo y sus amantes?

—No.

—La profecía habla de un vampiro de sangre pura y un lobo alfa que serían hipnotizados por una mujer con el poder de la demencia, una hija del diablo. Ella los usaría para concebir un hijo con el poder del equilibrio supremo. Pero ese niño no es el ser supremo, sino el hijo de este. Hael es el portador de una herencia tan oscura como luminosa. Sin embargo, el verdadero ser supremo, su madre, jamás ha sido vista. Dicen que es la personificación de la destrucción y la vida, más poderosa que cualquier ser conocido. Nadie sabe si está viva, oculta o simplemente observando desde las sombras.

Una inquietud me invade, y no puedo evitar sentir que hay mucho más de lo que Darien me está contando.

—Entonces, si la verdadera madre de Hael es tan poderosa… ¿por qué nadie la ha visto? —pregunto en voz baja, como si temiera invocar su nombre.

—Porque ella es un enigma, mi rosa. Ha dejado huellas en el mundo, pero jamás se ha manifestado por completo. Quizás porque aún espera el momento adecuado, o tal vez porque no tiene intención de intervenir. Pero si alguna vez se muestra, el mundo entero temblará. La destrucción y la vida caminarán juntas.

Justo en ese momento, Hael entra corriendo a la sala, con el rostro lleno de emoción.

—¡Mami, papi, encontré algo! —grita, tirando de mi mano—. ¡Hay un cuarto secreto en la casa!

Me quedo helada. Mi departamento es pequeño; lo conozco perfectamente. No hay espacio para un cuarto secreto.

—¿De qué hablas, cariño? Aquí no hay ningún cuarto secreto.

—¡Sí lo hay! —insiste Hael, tirando de mi mano para llevarme—. ¡Ven, te lo enseño!

Miro a Darien, que se ha puesto de pie, su expresión cambiando a una mezcla de interés y cautela. Lo sigo hasta donde Hael me guía, y cuando llegamos al fondo del pasillo, él señala una puerta que nunca había visto antes. Es vieja, hecha de una madera oscura y tallada con símbolos que no reconozco.

—Esto no estaba aquí antes… —murmuro, sintiendo que mi corazón late con fuerza. ¿Cómo es posible que una puerta aparezca de la nada?

—Parece que alguien, o algo, quería que la encontráramos —dice Darien con voz grave.

Me acerco lentamente, extendiendo la mano hacia la puerta. El susurro que escuché antes regresa, esta vez más claro.

—Abre los ojos, Asterin.

La puerta emite un leve crujido, como si respondiera a mi toque, y no puedo evitar preguntarme si al abrirla, estoy a punto de descubrir algo que cambiará todo lo que creía saber sobre Hael... y sobre mí misma.

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Nota  este capítulo ah Sido corregido meticulosamente. Todavía faltan algunos capítulos que corregir pero de a poco lo voy haciendo.

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