19.- El peso del pasado

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Stella.

No debería estar tan nerviosa, he conocido a muchas personas, esto no tendría porque ser diferente.

Es diferente porque son los amigos del chico con el que sales.

Intento mentalizarme para el encuentro, intento pensar que no hay nada por lo cual deba preocuparme. Harry me ha hablado maravillas de ellos así que debo confiar en él.

—No estés nerviosa —la voz de Harry me saca de la ola de pensamientos —no tienes que estar nerviosa.

Me encuentro con su mirada suave y comprensiva. Está sonriendo y me mira por unos segundos más antes de regresar su atención hacia el frente.

—¿Y si me odian? —la pregunta brota de mis labios antes de que siquiera tenga oportunidad para pensar si es buena idea decirlo o no —ay, Dios. Si me odian esto va a ser un desastre...

—Ellos ya saben quien eres —dice y no sé si eso me tranquiliza o me alarma más. La expresión de pánico debe de haber sido demasiado evidente porque Harry se ríe con más ganas —tranquila, supernova. Créeme, si existiera la mínima posibilidad de que ellos te odiaran, no hubiese accedido a invitarte. Saben quien eres y desean conocerte, no tienes que estar nerviosa.

—Es fácil decirlo —lo miro con recelo —las primeras impresiones son muy importantes, tal vez no me odian ahora, pero ¿qué pasa si me conocen y entonces deciden que deben odiarme?

Él vuelve a reír. Extiendo la mano y dejo un golpe contra su brazo, lo que solo consigue que las risas aumenten.

—Deja de burlarte de mí —advierto.

—Me cuesta creer que realmente estás nerviosa por esto, es decir, has enfrentado a más personas, te has presentado en programas de televisión, esto debería ser pan comido para ti.

Omito el decir que la chica que solía hacer todo eso se ha quedado en el pasado. No es momento para pensar en esas cosas.

—Ya estamos cerca —dice y en un par de minutos más, el auto se detiene.

La fachada de la casa de Jeff y Addison es encantadora, una típica construcción suburbana moderna, pero con toques acogedores que la hacen destacar. La casa es de dos plantas, pintada en un tono suave de gris pálido, que contrasta perfectamente con las persianas de madera pintadas en blanco brillante.

El porche delantero es amplio, con columnas simples pero elegantes que sostienen un techo inclinado. Un par de macetas de terracota con flores de temporada decoran los costados de la puerta, agregando un toque de color natural. La puerta de entrada es de madera maciza, con un acabado oscuro, y en ella cuelga una corona de bienvenida sencilla, hecha de ramas y flores secas, lo que añade un toque personal y rústico.

Un sendero de piedra serpentea desde la acera hasta el porche, guiando a los visitantes hacia la entrada principal. Hay un pequeño banco de madera en la esquina del porche, en donde un espanta pájaros sostiene un letrero de bienvenida.

Bajamos del auto, tomo el obsequio que he comprado porque mi madre siempre solía decir que cuando vas de visita a casa de alguien, es de muy mala educación llegar con las manos vacías.

Sostengo el obsequio con una de mis manos mientras Harry toma la otra, conduciéndonos hasta el sendero que guía a la puerta principal. Él toca un par de veces, se pueden escuchar las voces de varias personas hablando y riendo. "Solo una bienvenida", me digo mientras respiro hondo y me aliso el vestido, intentando despejar cualquier rastro de nerviosismo.

—¿Lista? —pregunta Harry, girándose hacia mí con una sonrisa tranquilizadora.

—No sé si pueda estar lista, pero...

Cuando las  estrellas colisionan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora