Era el primer día de primavera en la prestigiosa Academia Seohae, una escuela elitista rodeada de jardines perfectamente cuidados y una historia de estudiantes brillantes que alcanzaban grandes éxitos. Entre la multitud de alumnos, uno destacaba por querer ser invisible: Haru.
Haru, un joven de cabello negro azabache y ojos grandes y oscuros, caminaba con la cabeza gacha y la mochila colgando de un solo hombro. Sus pasos eran silenciosos, y hacía todo lo posible por mezclarse con las sombras del pasillo, evitando el bullicio de los demás estudiantes. Se había acostumbrado a mantenerse apartado desde que era pequeño, sin ganas de atraer la atención de nadie.
—"Solo un año más," —se decía a sí mismo—. "Un año más y estaré fuera de aquí."
Lo único que le importaba a Haru era su arte. En su pequeño cuaderno de bocetos, dibujaba mundos que nadie más conocía. Eso lo mantenía alejado de los problemas y, más importante aún, de las miradas curiosas de los demás. Sin embargo, en la academia no todo podía ser tan sencillo.
En ese preciso momento, caminando por el pasillo central, Haru sintió una extraña sensación en el estómago, como si alguien lo estuviera observando. Levantó la vista, solo para encontrarse con los ojos penetrantes de Kyung Soo, el presidente del consejo estudiantil, quien estaba rodeado de sus compañeros. Kyung Soo siempre destacaba entre la multitud con su porte perfecto, su uniforme impecable y una sonrisa que parecía capaz de resolver cualquier problema.
Los ojos de Kyung Soo y Haru se encontraron por un breve instante, lo suficiente para que el corazón de Haru diera un vuelco. Sintió que se le cortaba la respiración, así que bajó la mirada rápidamente, esperando que aquel chico popular no lo notara más de lo necesario.
Pero Kyung Soo había notado a Haru mucho antes de ese cruce de miradas. Sabía quién era: el chico silencioso y solitario, siempre escondido en una esquina del salón o en los rincones del patio. Lo que Kyung Soo no podía entender era por qué ese mismo chico, tan callado y reservado, siempre despertaba su curiosidad.
—"¿Quién es ese?" —preguntó uno de los amigos de Kyung Soo, notando que su atención se había desviado hacia Haru.
—"Nadie importante," —respondió Kyung Soo, sin quitarle los ojos de encima—. "Aún."
Mientras tanto, en el otro extremo de la academia, Minho, uno de los mejores jugadores del equipo de baloncesto, observaba la interacción desde lejos. A pesar de su posición en el equipo, Minho era reservado, algo distante del grupo ruidoso con el que solía andar. Había conocido a Haru hacía algunos años, aunque nunca habían sido amigos cercanos. De hecho, Haru parecía no recordar a Minho en absoluto, algo que lo frustraba y lo inquietaba al mismo tiempo.
Jin Woo, el mejor amigo de Minho, apareció a su lado y le dio un codazo.
—"¿Por qué miras a Haru otra vez?" —preguntó Jin Woo, su tono despreocupado—. "Ese chico apenas sabe que existes."
Minho frunció el ceño y apartó la mirada.
—"No es nada," —respondió de mala gana—. "Solo... curiosidad."
Jin Woo soltó una carcajada ligera, como si hubiera oído algo divertido. Era uno de los pocos que entendía realmente a Minho, aunque no se lo dijera directamente.
Mientras el día avanzaba, Haru se encontraba, una vez más, refugiado en la sala de arte, su santuario dentro de la academia. Aquí, entre pinceles y lienzos, era el único lugar donde podía ser él mismo sin preocuparse por las miradas de los demás.
Con el sonido suave del lápiz sobre el papel, Haru se dejó llevar por su arte. No se dio cuenta de que la puerta de la sala se abrió con un leve chirrido. Al levantar la vista, vio a Kyung Soo entrando, su expresión llena de curiosidad.
—"No sabía que dibujabas tan bien," —comentó Kyung Soo, rompiendo el silencio.
Haru se tensó, su lápiz deteniéndose a mitad de un trazo. No estaba acostumbrado a que alguien se acercara a él en la sala de arte, y mucho menos el presidente del consejo estudiantil.
—"No... no es nada especial," —murmuró Haru, bajando la mirada de nuevo, esperando que Kyung Soo perdiera interés y se marchara.
Pero para su sorpresa, Kyung Soo se sentó a su lado, observando de cerca su dibujo.
—"Yo no diría eso," —dijo con una sonrisa suave—. "Esto es increíble."
Haru no supo cómo reaccionar. Nadie había mostrado interés genuino en su arte antes, y menos aún alguien como Kyung Soo.
—"¿Te importa si vengo a verte dibujar de vez en cuando?" —preguntó Kyung Soo, inclinándose ligeramente hacia adelante—. "Siempre me ha gustado el arte, pero nunca he sido muy bueno en ello."
Haru se quedó en silencio, sin saber qué decir. ¿Por qué Kyung Soo, el chico más popular de la academia, querría pasar tiempo con él? Algo en la mirada de Kyung Soo le decía que esto no era solo una simple curiosidad.
—"Está bien..." —murmuró Haru, sin levantar la vista.
Kyung Soo sonrió con satisfacción, como si acabara de dar un gran paso. Sin decir más, se levantó y se fue, dejando a Haru confundido y con el corazón latiendo a mil por hora.
Y así, el primer hilo del destino comenzaba a entrelazarse entre ellos, mientras, desde las sombras, Minho y Jin Woo observaban con interés creciente cómo todo se desarrollaba.
ESTÁS LEYENDO
Hilos de Destino
RomanceEn una prestigiosa escuela secundaria, cuatro jóvenes enfrentan los desafíos de la adolescencia mientras descubren el verdadero significado del amor, la amistad y la identidad. Haru Min, un chico tímido y talentoso, lucha por aceptar su orientación...