Se cumplía un año desde la muerte de su madre y era la primera vez que acudía a un acto social. Iba a ser una cena informal y por eso aceptó. Por eso y porque no pudo resistirse a la idea de volver a verlo, segura de que por fin podría quitarse aquella flecha que atravesaba su corazón. Estaba convencida de que entre ese grupo de amigos habría una mujer que ocuparía un lugar especial en su corazón, y creyó que ese hecho la ayudaría a desterrar cualquier fantasía.
Tuvo que ponerse uno de los vestidos que llevó a su viaje a Inglaterra y al verse en el espejo no pudo evitar recordar la noche en la que lo lució.
—Te he despertado tristes recuerdos. —Se lamentó Anelise.
Estaban de pie frente al retrato de su hermano Nicolas, colgado en una pared de la biblioteca de Godinton House.
—Pienso mucho en él —dijo Rayner con voz queda—. Siempre pienso en él.
Habían permanecido en silencio durante algunos segundos, hasta que él volvió a mirarla con una sonrisa.
—Le habrías gustado mucho —dijo.
—Estoy segura de que él también a mí —dijo cortés, aunque había algo en sus ojos...
—Si hubieses conocido a Nicolas ni siquiera me habrías mirado a mí —dijo con suavidad, y toda la arrogancia que lo caracterizaba desapareció como por ensalmo.
—Estoy segura de que no existe un escenario en el que eso sea posible.
Nunca olvidaría la penetrante mirada que le había dedicado. Fue como si entrara en su pecho y le agarrase el corazón con manos de terciopelo.
Mantuvo la mirada frente al espejo, erguida y serena, dispuesta a cerrar aquella puerta de una vez para siempre.
A la hora establecida, lo que quedaba de la familia Vandermer bajó de la calesa y caminó hasta las escaleras que daban entrada a la casa de Margaret y Thomas Knowles. Los anfitriones los recibieron con gran amabilidad y después los anunciaron al resto de invitados de manera sencilla y sin convencionalismos.
Anelise no tuvo que buscarlo, sus ojos lo encontraron antes incluso de que hubiesen recorrido la habitación. Era como si tuviese un poderoso imán capaz de atraerla irremediablemente.
Había cambiado. Estaba más atractivo aún de lo que lo recordaba. Más maduro y serio. Se acercó lentamente, con aquel modo de caminar que desprendía seguridad y aplomo.
—Tengo entendido que ustedes se conocen —dijo Margaret Knowles—. El señor Brogan nos ha hablado de su estancia en Inglaterra.
—Señorita Vandermer —dijo cogiéndole la mano y llevándosela a los labios.
—Señor Brogan, me alegro de verlo.
—Le doy mi más sentido pésame por la muerte de su madre —dijo y después se acercó a su padre y a sus hermanos para presentarles sus respetos.
Anelise aprovechó ese alejamiento para observar al resto de invitados, tratando de localizar a la mujer que la ayudaría a arrancarse el sentimiento que había permanecido amarrado a su pecho desde que abandonó Inglaterra. La mujer que habría conquistado su corazón después de su marcha. Porque Anelise no podía imaginar que la hubiese esperado durante tanto tiempo.
Y estuvo segura en cuanto la vio. La joven del grupo de amigos con el que había viajado Rayner brillaba con luz propia atrayendo su atención sin esfuerzo. Su piel extremadamente blanca le daba a su rostro un aspecto de belleza clásica. Tenía un porte altivo y elegante y unas facciones con cierta arrogancia que se veía suavizada por la dulzura de unos ojos azules que le recordaron a Anelise su adorado mar. Era realmente hermosa.
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Whispering Heart
RomansaAnelise Vandermer es la hija de uno de los hombres más ricos de Nueva Selig. Vandermer, dueño de una potente naviera y con una fervorosa afición a los caballos. La familia Vandermer tiene un enorme capital, pero para Hana, la madre de Anelise, hay a...