Memorias: Lucerys

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Lucerys parió un cachorro, pero la vida le regaló dos más

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Lucerys parió un cachorro, pero la vida le regaló dos más. Unos muy rubios y juguetones, que les gustaba pasar más tiempo sentados en sus piernas que de pie.

Daeron dormía con la cabeza recostada en su pecho, ajeno al ajetreo de la calle. El calorcito del cuerpo regordete del bebé incrementaba su añoranza por otro cachorro, pero no podía. Era pobre, un omega sin marca, junto a un cachorro cuyo padre prefirió borrarse del mapa. No tenía nada bueno que ofrecerle a otro humano, sería egoísta...

El bultito se removió en sus brazos, balbuceando entre sueños.

-¿Qué pasa, Dae? ¿Pesadillas?

El bebé arrugó el entrecejo y su boquita se frunció hasta formar un mohín. Luke pasó su pulgar por los suaves labios y rio cuando Daeron intentó succionarlo.

-¿Estás soñando?

Daeron no tardó en despertar llorando, pero Luke ya tenía su biberón listo. Odiaba que los bebés lloraran. Él nunca permitió que Joffrey llorara por más de cinco segundos, buscando el problema que provocaba su llanto. El llanto de los bebés le recordaba a su madre hecho un ovillo en una esquina de la habitación, mientras él y Jace lloraban en sus cunas hasta quedarse dormidos. Por más que estiraran sus brazos y gritaran, nadie venía a ayudarlos. Harwin parecía ido, tan perdido dentro de sí mismo que ni sus cachorros podían traerlo de vuelta...

Luke no sería igual.

-Eso es -tarareó, meciendo a Daeron-. Solo tienes hambre, cielo, tranquilo.

Puso al bebé a dormir de nuevo con una canción de cuna. Su boquita succionaba débilmente el biberón, aun cuando ya estaba vacío. Luke lo recargó en su pecho y le dio palmaditas para sacarle el gas y pudiera dormir tranquilo.

-¡Mami! ¡Mami! -gritó Joffrey-. ¡Ven a ver lo que encontramos!

-¡Luke! -Aemond lo segundó-. ¡Ven, ven!

Ambos lo jalonearon de la ropa, obligándolo a ponerse de pie. Los gritos hicieron que Daeron despertara, pero no lloró.

-Niños, saben que no deben gritar cuando Daeron duerme la siesta.

-Perdón, mami.

-Perdón, Luke.

-Quiero abrazar a bebé -pidió Joffrey, estirando sus bracitos-. ¡Quiero, quiero!

-Vale, siéntate en la banca.

Joffrey se sentó, moviendo ansiosamente sus pies, y Lucerys puso a Daeron sobre su regazo. Inmediatamente, el bebé dejó de quejarse y se puso a jugar con el cabello de Joffrey. Su cachorro besó las mejillas regordetas del omega, provocándole risotadas. Daeron amaba a Joffrey. Y Joffrey también amaba a Daeron. Pudo comprender la magnitud de ese amor años despúes.

-¿Qué tanto estaban haciendo?

-¡Encontramos un nido! -respondió Aemond.

Tomó a Daeron en brazos y se dejó llevar por los niños hacia el nido. Sentó a Daeron en el pasto y le entregó un juguete, que no dudó en llevarse a la boca; por suerte estaba limpio.

DO YOU LIKE ME NOW? (lucemond, joffron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora