Memorias: Rhaenyra

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Pocas eran las ocasiones en las que podía estar a solas con Alicent

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Pocas eran las ocasiones en las que podía estar a solas con Alicent. Agradecía que Lucerys se ofreciera a cuidar de sus cachorros durante la tarde, le debía muchas citas a su querida esposa. El trabajo las mantenía ocupadas, sobre todo a Alicent, cuyo negocio estaba creciendo exponencialmente. Se sentía orgullosa de su omega, sabía lo mucho que deseaba poner su propia pastelería desde que eran dos jovenzuelas torpes y enamoradas.

Pero la extrañaba y quería pasar tiempo con ella.

Decidieron que darían un paseo por el parque, como en los viejos tiempos. Rhaenyra venía de una familia acomodada, pero prefería ganar su propio dinero para invitar a Alicent a salir. No podían darse muchos lujos, sin embargo, un simple paseo por el parque, un helado o ver una película en el cine, era suficiente para ellas.

Alicent había elegido un conjunto bonito y fresco. La primavera apenas iniciaba y los días calurosos eran una tortura. Alicent amaba la primavera, porque se conocieron en primavera. Cursaban su último año de universidad y Rhaenyra la había golpeado con una raqueta de tenis.

—¿Te acuerdas? —Alicent preguntó y entrelazó su mano con la de su alfa—. Aún tengo la cicatriz.

Señaló su cien, debajo del flequillo, donde conservaba la cicatriz. Rhaenyra ofreció pagarle una operación para retirarla, pero Alicent insistía en que era un recuerdo muy preciado para ella. Rhaenyra no lo veía así. Solo recordaba a Alicent sangrando y tirada en el suelo. Tuvo pesadillas durante meses.

—Lo lamento tanto, querida.

—¡Hey! —Le dio un empujoncito con el brazo—. No estoy enojada. Nunca lo estuve.

—Me siento culpable.

—De eso nada —rio y Rhaenyra sintió maripositas en la barriga. Ya no eran tan jóvenes, pero junto a Alicent volvía a tener veintitrés—. Fue tu manera de marcar territorio. Ningún alfa volvió a acercarse a mí.

—Pudiste casarte con otro alfa de no haber sido por mí.

—¿Por qué lo querría? —Se detuvo y tomó ambas manos de la rubia, mirándola a los ojos—. Contigo tengo todo. ¿Olvidas a los bonitos bebés que hicimos juntas?

Rhaenyra se sonrojó. Odiaba ser tan blanca.

—Ya, ya.

—Así que deja de pensar en tonterías y llévame a comprar un café helado.

DO YOU LIKE ME NOW? (lucemond, joffron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora