—¡Carajo! —exclamé entre dientes, sintiendo un tirón en el tobillo al tropezar. La punta de mi pie se había atorado en una piedra oculta entre la hierba alta que bordeaba el río, al pie de la ciudadela. Caí de rodillas sobre el terreno húmedo, sintiendo el frío del rocío atravesar la tela de mis pantalones. Me tomé un momento para recuperar el equilibrio, inhalando el aire nocturno que olía a tierra mojada y al musgo que crecía cerca del agua.
La luna llena brillaba en lo alto, majestuosa y deslumbrante, proyectando una pálida luz plateada que iluminaba mi camino con más claridad de la que hubiera deseado. Cada paso se sentía como un riesgo calculado. Agradecía la visibilidad, pero también maldecía la manera en que la luz de la luna revelaba mi presencia. Bajo la capa oscura que me envolvía, el sudor se acumulaba, resbalando por mi espalda y mi cuello, haciéndome sentir pegajosa e incómoda. Me esforzaba en mantener la capucha baja sobre mi rostro y la tela lo suficientemente ceñida para pasar desapercibida en la penumbra, por si acaso alguien más rondaba afuera después del toque de queda.
Cada crujido de las ramas bajo mis botas y el susurro del viento entre las hojas me ponían en alerta, haciéndome voltear la vista con nerviosismo
Me había propuesto una locura: cruzar al Cuadrante de Escribas para ver a mi hermana. Aún resonaba en mi cabeza la advertencia de los instructores sobre lo estrictamente prohibido que era moverse entre cuadrantes fuera del horario permitido, pero la idea de no poder verla, de no saber cómo estaba, me estaba volviendo loca. La última vez que la había visto, apenas había tenido tiempo de intercambiar unas palabras con ella, y desde entonces, el temor de que algo le hubiera pasado no dejaba de crecer en mi pecho.
Sabía que este camino era arriesgado, pero también sabía que los Escribas no patrullaban tan intensamente como los Jinetes. Sin embargo, eso no me tranquilizaba demasiado; si alguien me atrapaba en medio de la noche, con el toque de queda ya impuesto, las consecuencias serían graves. Aun así, no podía detenerme. Violet necesitaba saber que yo estaba allí para ella, y yo necesitaba verla, asegurarme de que seguía bien, de que estaba resistiendo el rigor de la vida en el Cuadrante.
Cada vez que daba un paso, el miedo me invadía y mi mente me gritaba que me diera la vuelta, pero había tomado una decisión. Al fin y al cabo, la única manera de mantenerme cuerda en este lugar era sostener mi promesa: proteger a mi hermana, cueste lo que cueste.
Sigo avanzando con cautela, deslizándome entre las sombras, cuando, de repente, distingo dos siluetas que se acercan en mi dirección. Mis músculos se tensan al instante y el pulso se acelera. Sin pensarlo dos veces, busco la manera de desaparecer de su vista. Con desesperación, me aferro a la corteza áspera de un árbol cercano y comienzo a treparlo, sintiendo cómo los bordes de mis dedos se clavan en la madera. Me muevo con cuidado, tratando de no hacer ruido ni perder el equilibrio mientras me impulso de rama en rama, hasta encontrar una lo suficientemente gruesa para sostener mi peso. Me acurruco lo mejor que puedo, controlando la respiración y rezando para no ser vista.
Las figuras se acercan y, cuando están lo suficientemente cerca, veo cómo la más pequeña se apoya en una rama baja y se quita la capucha, dejando al descubierto su cabello, rosa y rapado a la mitad. Lo reconozco de inmediato: Imogen. Mi estómago se encoge y una sensación de inquietud me recorre de pies a cabeza.
Pero el verdadero golpe viene cuando el segundo jinete se descubre la cabeza. Bajo la capucha, aparece Xaden Riorson.
«Mierda».
El corazón me martillea con fuerza en el pecho. Si él me ve aquí, no habrá manera de evitar las preguntas, ni las consecuencias. Me quedo completamente inmóvil, conteniendo la respiración, mientras los observo desde mi posición oculta. Espero que la oscuridad y la altura sean suficientes para mantenerme fuera de su alcance visual.
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Alas de fuego (fanfic saga Empireo "alas de sangre")
FanfictionIsadora y Violet Sorrengail, dos hermanas que crecieron preparándose para un futuro en el Cuadrante de Escribas, ven cómo sus vidas cambian drásticamente cuando su madre, una figura de autoridad implacable, decreta que ambas deben unirse al Cuadrant...