El enorme patio se extiende ante mis ojos, exactamente como el mapa que estudié en los archivos. Tiene la forma de una gota angular, con líneas limpias que delimitan sus bordes y caminos. Está abarrotado de gente, una multitud bulliciosa que se desplaza en todas direcciones, creando un caos organizado que tarda en asentarse. Me toma un buen rato encontrar a Rhiannon entre la marea de cuerpos y rostros desconocidos, todos vestidos con ropas que oscilan entre lo práctico y lo militar.
Finalmente, la localizo, parada a un lado del patio. Está charlando animadamente con una chica de cabello corto y negro, cuyo corte me recuerda al de Dain, algo que me hace fruncir el ceño por un momento.
—¡Ahí estás! —grita Rhiannon al verme, su voz llena de alivio y emoción. Me abre paso entre el gentío con una sonrisa amplia—. Ya me estaba preocupando. ¿Está todo...?
Antes de que pueda terminar su pregunta, la interrumpo rápidamente.
—Todo está bien —digo, con un tono firme que no da lugar a más preguntas. Necesito mantenerme centrada, y Rhiannon parece entenderlo.
Sin embargo, no se da por vencida y se toma la molestia de presentarme a la chica que estaba con ella.
—Isa, te presento a Tara. Viene de la provincia de Morraine —dice, sonriendo mientras Tara me dedica una ligera inclinación de cabeza.
La conversación fluye de manera casual, pero me cuesta concentrarme. Mi mente sigue dándole vueltas a lo que acaba de ocurrir con Violet y Dain. Las horas pasan, el sol empieza a descender lentamente, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y dorados. Los nervios aumentan a medida que el patio se llena cada vez más. Al fin, el último cadete llega, acompañado de tres jinetes.
Xaden viene con ellos. No es solo su imponente altura lo que lo hace destacar entre la multitud, sino también la forma en que los otros jinetes se comportan cuando está cerca. Es como si una energía oscura y palpable lo rodeara, obligando a los demás a cederle espacio. Incluso los cadetes de tercer año, que normalmente muestran una confianza inquebrantable, retroceden instintivamente, despejando su camino sin que él diga una palabra.
Mientras observo la reacción colectiva, mi mente se enfoca en el sello que lleva marcado. No puedo evitar preguntarme si su poder es realmente tan grande como para inspirar este tipo de temor. ¿Es su habilidad lo que hace que todos lo eviten? ¿La tensión que provoca su mera presencia es evidente, y me hace pensar que Xaden no es alguien a quien se deba subestimar. La posibilidad de que sea tan poderoso me inquieta, y no puedo evitar sentir una mezcla de curiosidad y recelo.
—Creo que está por comenzar —les comento a las chicas cuando veo al comandante Panchek avanzar hacia el frente.
El bullicio de la multitud disminuye a medida que su figura, firme y autoritaria, toma el centro del escenario. Todos los ojos están puestos en él, y un silencio tenso se apodera del patio. El comandante Panchek no pierde tiempo, y su voz retumba, clara y severa.
—Trescientos uno de ustedes logró sobrevivir al parapeto para convertirse en cadetes hoy —comienza, su tono sin rastro de compasión—. Sesenta y siete no lo lograron.
El peso de esas palabras cae sobre mí como una losa. Mi corazón se encoge al escucharlo. Casi el veinte porciento... es demasiada gente. Miro a mi alrededor, viendo las caras de los que han quedado, y no puedo evitar pensar en lo que ocurrió con los que no están aquí.
"¿Qué habrá sido?", me pregunto. ¿La lluvia torrencial? ¿El viento implacable? O tal vez simplemente así debían pasar las cosas, como un recordatorio brutal de la fragilidad de nuestras vidas en este lugar.
—Escuché que quiere el puesto de la general Sorrengail —comenta Tara en voz baja, inclinándose un poco hacia mí mientras el comandante Panchek sigue con su discurso.
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Alas de fuego (fanfic saga Empireo "alas de sangre")
FanfictionIsadora y Violet Sorrengail, dos hermanas que crecieron preparándose para un futuro en el Cuadrante de Escribas, ven cómo sus vidas cambian drásticamente cuando su madre, una figura de autoridad implacable, decreta que ambas deben unirse al Cuadrant...