Nos encontramos en el gimnasio, a orillas de las colchonetas. El ambiente está cargado de energía, y el aire huele a sudor y determinación. El resto de los de primer año se coloca junto a nosotras, mientras los de segundo y tercero se acomodan en las otras orillas, observándonos con una confianza casi palpable. Ellos tienen la ventaja, por supuesto; llevan al menos un año de entrenamiento en combate, y se nota en la forma en que se mueven, seguros y relajados.
Casi todos los chicos están sin camisa, sus cuerpos brillan bajo la luz del gimnasio, marcados por el esfuerzo. Algunos lo hacen porque creen que las camisas le ofrecen a su oponente algo de qué agarrarse, lo cual tiene sentido. En lo personal, no me opongo a su lógica... y simplemente disfruto la vista. Con respeto, claro. Trato de mantener la vista en la colchoneta de mi pelotón y evitar distraerme con las otras veinte que ocupan este enorme gimnasio que abarca todo el primer piso del ala académica.
Rhiannon, a mi lado, suelta un suspiro y mira de reojo a uno de los chicos de segundo año que se estira, su espalda ancha y marcada por el entrenamiento.
—Este lugar debería venir con una advertencia —susurra, haciéndome sonreír.
Pero la sonrisa se borra rápidamente cuando veo a Ridoc y Aurelie, de mi pelotón, entrar en la colchoneta. Ambos están tensos, midiendo al otro con la mirada, listos para empezar. La atmósfera en nuestro grupo cambia, volviéndose más intensa. Todos sabemos que el entrenamiento no es un juego, y aunque hay miradas curiosas y alguna que otra risa, al final todos estamos aquí por un mismo objetivo: sobrevivir y mejorar.
El sonido de los pasos de combate llenando el gimnasio me recuerda por qué estamos aquí.
—¡Dejen de dar vueltas como si fueran pareja de baile y ataquen! —ordena el profesor Emetterio, su voz retumbando en el enorme gimnasio. Desde el otro lado de la colchoneta, Dain observa con atención el encuentro entre Aurelie y Ridoc, mientras la líder ejecutiva de nuestro pelotón, Cianna, se mantiene a su lado, evaluando cada movimiento.
Ambos combatientes se mueven en círculos, como si midieran la distancia perfecta antes de lanzar el primer ataque. Pero no hay tiempo para más titubeos; el profesor no tiene paciencia para juegos.
Agradezco que Dain traiga la camisa puesta. La simple idea de otra distracción mientras espero mi turno ya me pone los nervios de punta. Me estiro sutilmente, preparando mi cuerpo, pero mi mente está en mil lugares a la vez. A pesar de la tensión en el aire, no puedo evitar sentirme inquieta. El momento de entrar a la colchoneta está cerca y sé que, aunque hemos practicado mucho, esto es real. Aquí es donde se demuestra quién está listo para el verdadero combate.
Los ojos de Dain se cruzan con los míos por un segundo, serios y concentrados. No hay lugar para errores.
Un grito a un par de colchonetas más allá capta la atención de todo el gimnasio. Al girar la cabeza, veo a Jack Barlowe con un cadete de primero atrapado en una llave de cabeza. El otro tipo es claramente más pequeño que Jack, pero, aun así, debe pesar al menos veintidós kilos más que yo. Sin embargo, eso no le sirve de nada.
Jack lo somete con facilidad, tirando de él con una fuerza que parece completamente desproporcionada.
—Ese tipo es un pende... —comienza a decir Rhiannon, pero no llega a terminar.
El crujido seco y horroroso de huesos resonando por todo el gimnasio corta el aire. El cuerpo del cadete de primero se desploma, flácido y sin resistencia, entre las manos de Jack.
—Santo Malek... —susurro, sintiendo cómo el estómago se me revuelve. Jack lo arroja al suelo con desprecio, y empiezo a preguntarme si el dios de la muerte vive aquí, en estos pasillos, con la frecuencia con la que su nombre parece invocarse. Mi almuerzo amenaza con volver, pero respiro profundamente por la nariz y exhalo por la boca, obligándome a mantener la compostura. No puedo permitirme mostrar debilidad ahora.
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Alas de fuego (fanfic saga Empireo "alas de sangre")
FanfictionIsadora y Violet Sorrengail, dos hermanas que crecieron preparándose para un futuro en el Cuadrante de Escribas, ven cómo sus vidas cambian drásticamente cuando su madre, una figura de autoridad implacable, decreta que ambas deben unirse al Cuadrant...