Alas de fuego (fanfic saga Empireo "alas de sangre")

Capitulo 17

Solo dire que no tienen ni idea de lo mucho que disfrute escribiendo este capitulo :)

espero que les guste.

Para inicios de septiembre, subo a la colchoneta con pasos animados y el cuerpo tenso por la expectativa. He logrado vencer a cinco oponentes sin recurrir a la muerte, una hazaña que casi ninguno de mis compañeros de primer año puede igualar, considerando que la lista de bajas ha crecido en casi veinte nombres en el último mes. Es un recordatorio sombrío de lo que significa estar aquí. Aun así, me siento fuerte, determinada, y la adrenalina corre por mis venas.

Mientras espero a mi oponente, hago girar mis hombros adoloridos, intentando soltar la tensión que se acumula en los músculos. Pero a medida que pasan los minutos, empiezo a notar que algo no está bien. Rayma Corrie del Ala Tres, la cadete que se suponía sería mi oponente, no se ve por ningún lado.

El profesor Emetterio se adelanta al centro de la colchoneta, rascándose la barba corta y negra con aire despreocupado, como si ya esperara lo que iba a decir.

—Perdón, Isadora —anuncia con voz grave, proyectándola hacia los presentes—. Se suponía que te enfrentarías a Rayma, pero la llevaron con los curanderos. Parece que no puede caminar derecho.

La noticia me toma por sorpresa. Mis ojos se entrecierran levemente mientras me esfuerzo en ocultar la reacción en mi rostro.

—Qué... —mi voz titubea antes de recuperarse—. Qué mal. —Intento sonar genuinamente sorprendida, pero sé que parte de la culpa se asoma en mi expresión—

Comienzo a retirarme de la colchoneta, pensando que el combate se cancelará, pero antes de que pueda dar dos pasos, una voz profunda y familiar me congela en seco.

—Con gusto tomaré su lugar.

El tono de la voz me es inconfundible, esa mezcla de seguridad y desafío que solo alguien como él podría usar tan casualmente. Siento una sensación helada descender sobre mi cabeza y recorrer mi espalda.

«No. No. No. Esto no puede estar pasando», pienso, intentando mantener la compostura mientras mi estómago se hunde.

El profesor Emetterio se vuelve con lentitud hacia la fuente de la voz, arqueando una ceja con interés.

—¿Estás seguro? —pregunta, lanzando una mirada sobre su hombro, que revela cierta curiosidad.

—Completamente —responde Xaden, subiendo a la colchoneta con un movimiento fluido. Su rostro es una máscara de calma, pero sus ojos brillan con una intensidad que me obliga a fijar la vista en él.

El aire a mi alrededor parece volverse más pesado a medida que lo observo caminar hacia el centro de la colchoneta. No puedo evitar notar cómo se mueve con una mezcla de elegancia y peligro latente, como un depredador a punto de saltar. Involuntariamente, mis manos se cierran en puños y mi respiración se vuelve más rápida. He enfrentado a cinco oponentes hasta ahora, pero esto es diferente. Esto es personal.

Me planto en la colchoneta y lo miro directamente, dispuesta a no dejarme intimidar.

—Muy bien, cadetes —dice el profesor Emetterio, su voz resonando en el ambiente tenso—. Adelante.

Estoy totalmente jodida.

Xaden se mueve hacia mí, cada paso una amenaza deliberada. Su figura impone con su gran altura y su vestimenta de combate del color de la medianoche, acentuada por una camisa entallada de manga corta que deja al descubierto las oscuras reliquias de la rebelión grabadas en su piel. Es una advertencia visible, una recordatorio de lo que él representa y de lo que estoy a punto de enfrentar. Mi corazón martillea con fuerza, como si mi cuerpo supiera algo que mi mente se niega a aceptar: estoy a punto de ser molida... o algo peor.