Capítulo 9:(Perdido)

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Aidan:

Aún recordaba el día en el que Francisco llegó a mi vida, fueron dos semanas después del incidente por el cual decidimos regresar a Francia. En ese entonces yo solo tenía 8 años por lo que su mirada seria era algo intimidante de él, hubo un tiempo en el que creía que era un robot. No sabría decir en qué momento nos hicimos tan cercanos quizás fue cuando le pedí que me enseñe a pelear. La única respuesta que él me dio fue ¿Pelear?¿Qué le hace creer que puedo pelear joven?

Hasta un niño con 5 meses de nacido lo hubiese podido descifrar, no era nada discreto si no se lo proponía. Cada semana evaluaba y entrenaba a los agentes de seguridad. Le tuve que rogar durante dos semanas para que aceptara.

Tuve tan buenos momentos con él, si mis padres no iban a alguna presentación o proyecto que yo tuviese eso no era impedimento para él y si era necesario hasta se metía en problemas tan solo por mi. Y ahora él estaba delante de mí, muerto.

Pero, era imposible que él estuviera en ese estado. No tenía sangre ni algún golpe visible.

Puse mis manos sobre su espalda para voltearlo y ver mejor su rostro. -Vamos, no juegues. Francisco levántate -susurré con una voz casi ahogada.

Pero claro, mi hermana conocía de primeros auxilios. Voltee hacia ella y le tome la mano. -Hermanita, tú conoces de primeros auxilios. Haz que reaccione -supliqué aun de rodillas. No podía aceptar que él estuviera muerto.

Todo mi cuerpo temblaba, sentía un tirón en mi pecho que dolía más que un golpe.

Al no obtener respuesta alguna de mi hermana sacudí su mano y volví a suplicar. -Por favor, haz algo. Él está vivo aún, de seguro que se desmayó por cansancio o algo.

-Aidan, es mejor que lo aceptes cuanto antes. -Pronunció una voz algo serena pero baja. Era Yris, había olvidado por completo que ella también se encontraba aquí.

-¿Eso fue una orden? -respondí algo enojado por su comentario. Sin duda esas palabras que salieron de sus labios no eran amigables pero no me importaba.

-No, eso no fue lo que quise decir. -respondió ella algo nerviosa. No podía ver su rostro y tampoco deseaba hacerlo.

-Lo que está pasando aquí no es tu asunto.

-Aidan. -interrumpió mi hermana.

Me levanté del suelo y me dirigí a Yris, me enojaba el hecho de que parecía que no respetaba lo que pasa aquí.

-Yo decido si debo aceptarlo, no tú ¿Entiendes? Tu no significas nada en este lugar. No te tomes atribuciones que no te corresponden. -dije con los puños apretados y con pasos apresurados. Ella al ver mi reacción solo pudo retroceder, y en medio de eso se cayó.

-¡¡Tú ni siquiera!!!

De pronto escuché a mi hermana. -¡Ya basta!. -Después de pronunciar esas palabras. Recibí una bofetada justo en el mismo lugar donde mi madre me golpeó anteriormente, en ese momento un dolor junto a un ardor parecido al de una herida se extendió.

-Que diablos te pasa ¿Piensas explotar así cada que ocurra algo? -me regañó. Lo único que pude hacer fue poner mi mano sobre mi rostro en un intento por calmar el dolor, ya ni siquiera podía distinguir cuál era el motivo por el que estaba intentando aguantar el llanto ¿El dolor físico o emocional?

-Yo..

-No, tu nada. Yris lo siento te pido una disculpa pero, es mejor que te vayas -ordenó mi hermana, dirigiéndose hacia Yris dándole la mano para que se pueda levantar.

-Entonces, ¿Vuelvo a la fiesta? -preguntó ella tomando la mano de mi hermana para ponerse de pie.

-Si, dirígete ahí y por ningún motivo te desvíes. -le advirtió.Yris sin decir nada más se marchó en silencio por donde vinimos.

Keira : Algo torcido se aproximaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora