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Desde mis antepasados mi mundo estaba dividido en 3 reinos, rojo, negro y blanco. Todos liderados por las familias más importantes y poderosas, los Zar, Polat y el más poderoso de todos, los Avci. El Reino de los Avci, es la única que no procrea niños varones, toda la familia está conformado por mujeres y alguno de los príncipes de los reinos vecinos, si alguna mujer da a luz a un varón es ejecutada o expulsada del reino. 

 Cada 5 años un príncipe de los diferentes reinos se presenta ante el Rey Blanco para tomar en matrimonio a la hija primogénita, estas vivirán dentro del Reino hasta que el Rey muera y así poder tomar su lugar, o en su defecto, que el padre de su esposo muera y tenga que tomar el trono, el resto de las hijas del rey serán parte de la nobleza y son entregadas a funcionarios y manos derechas del rey.

Las mujeres de este reino poseen una característica que las hace únicas entre todas las demás mujeres: su piel es tan blanca como la nieve, sus ojos grandes y azules como el agua cristalina y su cabello como el oro puro, nadie más en el reino tiene esos rasgos solamente quien forme parte de la realeza. Aunque algunas se sientan orgullosas de poseer esta característica, para mí ha sido una tortura desde el día que pise este lugar. Mi madre tuvo que ser ejecutada por órdenes del Rey, mi padre, fui rechazada por él y por sus demás concubinas que pronto se embarazaron teniendo en total 3 hijas. 

Todo cambio cuando nació Lorde, mi hermana más pequeña, me convertí en su sombra, la única que me prestaba toda su atención y cariño era Elizabeth, mi hermana mayor, pasaba los días enteros con ella. Todo cambio el día de su boda, fue hace 3 largos años, todo parecía ir bien sonreía como nunca la había visto, en sus ojos había un brillo particular. Pasaron varios meses para que ella quedara embarazada, pero ya no tenía el mismo brillo que antes, parecía cansada y triste, todo la hacía enojar y poco a poco se fue alejando de todos. 

Una noche tocaron a mi puerta, era Elizabeth, tenía una larga capa sobre sus hombros y una canasta con lo que parecía ser ropa. Antes de que pudiera preguntar sus manos sostuvieron las mías, aún recuerdo lo frías que estaban, me rodeo entre sus brazos, su pequeño vientre abultado era lo único que nos separaba. 

- Tienes que ser muy fuerte Azra – susurró – eres más especial de lo que ellos te hacen creer, vas a ser reina de este lugar cuando el rey caiga y serás la más poderosa, cuando eso pase búscame ¿sí? Estaré donde menos te lo imagines

 Sus brazos me abandonaron y un pequeño beso fugaz se posó en mi frente, para después salir de la habitación sin mirar atrás. Antes de que pudiera digerir todo lo que había pasado ella ya había huido sin dejar rastro, mis ojos comenzaron a nublarse por las lágrimas amenazando con salir, mi cuerpo no paraba de temblar y mi respiración no podía recomponerse. Mi padre después de dos largos meses la dio por muerta, su esposo se casó poco tiempo después con una dama de la corte. Aun espero su llegada desde el gran balcón del palacio.


Estamos en el gran comedor principal tomando la primera comida del día, todos platican de manera amena, mi padre conversaba con aquel príncipe que llego a ser esposo de mi hermana, mientras la madre de Elizabeth - mi hermana mayor – Adalyn juega con su pequeña bebé. Lorde – mi hermana menor - comparte miradas juguetonas y coquetas con ese príncipe de vez en cuando. Yo solo quiero que esto acabe para poder salir de aquí.

- Azra, esta tarde llegara la modista para entregarte tu vestido y hacer algunos ajustes si es necesario – la voz de mi padre inunda la sala y todos desvían su atención hacia mí. Me limito a asentir antes de que comience a hablar de nuevo – Lorde también será presentada y ofrecida en matrimonio – la madre de Lorde, Rebecca, besa la mano de mi padre y Lorde muestra una gran sonrisa.

Me quedo fría, mi respiración se detiene y mi cuerpo se tensa. No quiero pedir explicaciones, pero se lo qué dirá y me dolerá, aun así, me armo de valor y pronuncio en un susurro que no sé cómo llega a sus oídos - ¿Por qué? 

Se levanta haciendo que todos en la mesa tengamos que hacerlo junto a él.

– Me retiro, Azra ven conmigo. 

Con miedo y bajo la mirada de todos sigo a mi padre en silencio, hasta la gran habitación donde hace todo lo que debe hacer un rey. Se sienta cómodamente detrás del gran escritorio antes de hacerme un ademan indicándome que me siente, mi cuerpo es un manojo de nervios y las náuseas no se hacen esperar. 

- Mañana, los príncipes se presentarán ante ti, tienes que preparar algunas palabras que tendrás que decir. ¿Recuerdas la pedida de mano de tu hermana? – sus grandes ojos negros no se separan de los míos en ningún momento y me siento tan indefensa, me limito a asentir y continua: - Bien, he pedido un vestido azul para ti, como marca la tradición, en el salón estarán los retratos de los príncipes para que puedas conocerlos, te avisare cuando podamos ir a verlos. – me mira de arriba a abajo haciéndome sentir incomoda y una sonrisa divertida se forma en su rostro al notarlo – con suerte te escogerán como su esposa, con esa horrible cicatriz en el cuello y en la espalda, eres igual a tu madre, que asco. 

- Me retiro – pronuncio levantándome de forma brusca y saliendo de aquella habitación que tanto me sofoca.

Mis lagrimas comienzan a salir justo cuando entro a mi habitación, miles de sollozos salen de mi boca. Con mi mano comienzo a rascar la pequeña cicatriz en mi cuello hasta que un líquido rojo sale de ella, me quedo ahí hundida en mis pensamientos que apenas soy consciente que ha comenzado a llover, entonces es ahí cuando recuerdo esa noche. 

 "Caminaba entre los pasillos del gran palacio para poder conciliar el sueño de nuevo, cuando caminé frente a la cocina pude escucharlos: 

 - No me mires así – susurraba Lorde 

-No puedo dejar de hacerlo, eres hermosa – esa voz venia del, en ese entonces, esposo de mi hermana. 

- ¿Y qué hay de mi hermana? 

- Ella no se compara a ti, el embarazo la ha hecho insoportable y se ha convertido en una masa gorda. 

 Se escuchan risas y después un silencio, que es interrumpido por un suspiro notablemente fuerte, tomo valor y miro por la ranura de la puerta, Lorde esta casi desnuda y Dai – el príncipe – la sostiene entre sus brazos. Salí corriendo hasta la habitación de mi hermana, me detuve, toque su puerta pensé que podría decírselo, pero al verla las palabras se quedaron atascadas en mi garganta. 

 - ¿Azra? – sus ojos medio abiertos y su cabello despeinado me hizo pensar que ya había conciliado el sueño - ¿Estas bien? Ve a descansar es demasiado tarde y si el rey nos ve... 

 No pude aguantar más cuando ya me encontraba en cuclillas sacando lo poco que había ingerido en la cena, Eli llamo a mis damas, entre todas me sostuvieron hasta llevarme a mi habitación y ahí me limpiaron y colocaron un nuevo pijama antes de recostarme. 

 - Perdóname – susurro – tienes que descansar no le hace bien el bebé. 

 Me regala una mirada triste antes de sonreír – Me quedare contigo, el bebé se mueve mucho cuando escucha tu voz y eso me hace sentir tranquila. 

- ¿Ya tienes un nombre? – niega – deberías llamarla como tu madre, estaría muy orgullosa de ti. 

 Mueve la cabeza negando lo que acabo de decir mientras se limpia unas cuantas lagrimas que cayeron sobre sus mejillas. 

- No, ella no se llamará así. Ya tengo un nombre en mente. " 

Corona blancaWhere stories live. Discover now