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Mis damas me ayudan a levantarme llevándome a mi habitación, me quitan el camisón sucio, me lavan el cuerpo y el cabello, con extremo cuidado al notar la sangre. Curan las heridas de mis manos y pies, me ponen un vestido café bastante sencillo para el desayuno, espero que mi padre no haya corrido el rumor y solamente el príncipe y el rey sepan de lo que ocurrió está mañana. 

Camino a paso rápido hasta llegar al jardín principal donde los platos ya están servidos y varios de los invitados están riendo y conversando amenamente, todos notan mi presencia y se levantan para hacer una reverencia, imito la acción y tomo mi lugar alado de Rebecca y mi padre. Platicas sosas van y vienen por doquier, Lorde participa en ellas junto a su madre, yo me limito a comer el pequeño tazón de frutas que tengo frente a mí, a comparación de varios en la mesa a mi suelen servirme porciones más pequeñas. Dentro de mi familia no es bien visto que una mujer tenga grasa de más. 

Me concentro en que el dolor de mis tobillos no se haga evidente, la reina Zar de vez en cuando me regala una sonrisa, su esposo se limita a mirar de reojo y el príncipe me mira de manera "discreta". 

- Princesa Azra ¿Cómo le fue durante su caminata está mañana? – pregunta la reina Polat con una sonrisa – El rey estaba un poco preocupado, pero nos comentó que toma caminatas durante las mañanas. 

- Si – sonrío débilmente – necesitaba algo de aire fresco antes de que comenzara el día. 

Varios de la mesa cuchichean y me dan la razón sobre lo importante que es tomar caminatas a diario para la salud, lo cual desvía la atención de mi por el resto del desayuno, mi padre invita a los reyes a una caminata por el bosque todos aceptan, mi padre invita a los príncipes, pero solo Altan acepta la invitación, Filippo se excusa diciendo que la noche anterior bebió demasiado y tiene dolor de cabeza, una de sus damas asignadas lo lleva hacia la enfermería. Me retiro sin antes hacer una reverencia a todos y con una gran sonrisa, mi dama me da algunos analgésicos que me receta mi doctor, me despido de ellas también para tener un tiempo a solas.

 - ¿No le duelen? – la voz de Filippo me hace sobresaltar. 

Se mantiene en su lugar, me mira con preocupación, ya no tiene el abrigo que lo cubría hace un rato durante el desayuno, su camisa blanca perfectamente planchada se veía ahora desordenada y con un par de botones desabrochados, su cabello también parecía un desastre varios mechones caían sobre su frente haciéndolo lucir aún más atractivo. La voz del príncipe Altan me hace regresar a la realidad, aprieto mis manos sobre mi estomago tratando de controlarme y actuar lo más natural posible. 

- Princesa, la estaba buscando – hago una reverencia – Filippo, no sabía que podían estar a solas ustedes dos, ¿el Rey ya lo sabe? – palidezco, si mi padre se entera que paso tiempo a solas o que Filippo ha tenido contacto conmigo es capaz de matarme. 

- Disculpa, Altan, no veo porque habría problema en que me interese en conocer a la princesa. – se encoje de hombros, Altan parece molestarse porque lo llamen por su nombre – alguno de nosotros se casará con ella y necesitamos conocerla. 

 - No creo que una princesa deba estar así, ni tampoco que Filippo este tomando la delantera en cuanto al matrimonio, ¿Si sabes que el Rey es el que decide con quien se casara su hija no? No ella. 

Filippo da un paso al frente, pero una voz femenina los detiene. 

- Filippo Zar.

La Reina – Iris, madre de Filippo - aparece detrás de Altan, vistiendo un elegante vestido negro, su semblante es serio y es una de las mujeres más altas que he visto, parece que nunca pasan los años para ella, impone poder y respeto, pero también belleza, es extremadamente hermosa. La he visto en banquetes privados cuando mis padres invitaban a los reyes, también cuando fue la boda de mi hermana vinieron representando a su hijo mayor, hermano de Filippo, de quien no supe nada después de que ella desapareciera. Él venía a visitarla para "informar" a sus padres del estado del bebé, aunque yo siempre lo vi incluso más interesado de lo que debería, cuando anunciaron la muerte de Elizabeth nunca lo volví a ver.

 - ¿De verdad se comportarán como niños? ¿Incluso frente a una dama que puede ser su esposa y madre de sus hijos? – se acerca a nosotros a pasos lentos – Yo fui quien dio permiso de que Filippo estuviera con la princesa, si necesitas explicaciones Altan, te dirigirás a mí, y eso de "tomar la delantera", creo que es una gran falta de respeto para la princesa, no es una carrera ni un premio – paso por en medio de los dos tomándome de los hombros – estamos hablando de una mujer, si tienes tanto problema deberías acercarte y hablar con ella. 

Filippo está a punto de decir algo, pero su madre lo frena con una mano, Altan permanece con la mirada en el piso con los puños apretados.

- Nos retiramos, hombres – suspira – acompáñeme princesa, es una orden, la limpiaremos y tomaremos el té junto a las demás damas que no tardaran en llegar. 

Caminamos juntas por los pasillos mayormente iluminados por la luz del medio día, mis damas me esperaban en mi habitación, la reina espero a que terminaran de lavarme para pedirles a mis damas retirarse y ella comenzar a cepillarme el cabello, me moría de vergüenza aquel acto representaba que ella era inferior a mí y no quería que pensara eso, pero después de insistir varias veces se negó a que yo lo hiciera. El silencio inundaba mi habitación.

- No sé si estoy autorizada para tocarte, pero siempre quise cepillarle el cabello a otra persona que no fuera la quisquillosa de mi hija.

- Me hubiera gustado conocerla – sonríe y niega con la cabeza. Está de viaje, ya sabes, adolescente – suspira – pero vendrá a la boda, ahí la conocerás.

- Eso espero – susurro. 

- Altan es un imbécil – suelto una risa involuntaria, ella una carcajada – de verdad, cualquier persona que este aquí es mejor que él. 

- La reina Polat se molestará cuando se entere de lo ocurrido. Que va, ella misma sabe el tesoro de hijo que tiene, tu tranquila ella misma hará que te pida perdón de rodillas – finaliza de peinar mi cabello – listo, ahora ¿dónde está tu vestido para tomar el té?

- No tiene que hacerlo, mis damas me lo pondrán – la miro. 

-  Yo lo hago, niña, solo dime donde está. – señalo mi armario donde están todos mis vestidos para tomar el té, elige uno rosa palo con escote bajo y mangas largas. Quito mi bata dejando al descubierto mi cicatriz, que a la reina le llama la atención, pero rápidamente me cubre con el vestido, me pongo unos zapatos con poco tacón, la reina pone un collar de perlas y me maquilla sutilmente. - Bien, vamos al salón antes de que lleguemos tarde.

Corona blancaWhere stories live. Discover now