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El miedo es una emoción familiar que recuerdo desde que tengo memoria, al no tener una madre que me protegiera, fui vulnerable a situaciones que como niña no comprendía y no fue hasta que cumplí doce que reconocí que no estaban bien. Elizabeth me protegía lo más que podía, pero aun así mi padre era muy cruel conmigo, Lorde por su parte, al ser la más pequeña y con la madre que tenía, siempre inventaba situaciones que no habían pasado culpándome a mi causando que mi padre o su madre me golpearan en muchas ocasiones dejándome marcas por todo el cuerpo algo de lo que Lorde siempre se burlaba de mí y de mí aspecto.

Algunas veces tengo lagunas mentales, y no recuerdo muchas cosas como deberían de ser, una de ellas es como me hice mis cicatrices de mi espalda, es algo que algunas veces me atormenta más que otras. Estoy en la tina de mi habitación, mis damas se encuentras fuera arreglando mi vestido para esta noche, tengo miedo de que Lorde haya inventado algo, mi padre no se contendrá incluso teniendo invitados, es bastante astuto y cuida demasiado las apariencias, sabe cómo hacerlo, nadie se enteraría si recibo un castigo. 

El vestido de esta noche es rojo, el corsé se ajusta delicadamente mi cintura, la falda no tiene demasiado volumen, las mangas se justan a mis brazos de manera perfecta, tiene un escote pronunciado que no me convence del todo, mi cabello es dejado al natural y unas delicadas ondas se forman, por último, mi tiara de plata es colocada sobre mi cabeza. Agradezco a mis damas antes de salir, camino a paso lento por los pasillos para llegar a tiempo a la cena, pero, en mi camino aparece Rebecca junto con la Adalyn, antes de que pueda saludarlas, Rebecca me abofetea fuertemente, haciendo que mis damas y Adalyn se sobre salten.

- ¡¿TE PARECE QUE ESTO ES UN JUEGO?! – grita haciendo que el sonido retumbe en los pasillos - ¡¿CREES QUE OFRECERTE A LOS PRINCIPES HARÁN QUE TE TOMEN COMO ESPOSA, SABES LA REPUTACIÓN QUE DAS AL PASEARTE POR EL PALACIO COMO UNA CAMPESINA?! 

Mi mejilla hormiguea, mis ojos pican y un nudo en mi garganta se forma al instante. 

- No sé de qué habla su alteza – susurro. 

- ¿No estabas en la biblioteca con el príncipe Filippo a solas y vistiendo inadecuadamente? ¡CONTESTA, SEGURAMENTE QUIERES QUE PIENSEN QUE LORDE ES IGUAL QUE TÚ, PERO NO ES ASÍ, ¡SI QUIERES SER UNA RAMERA COMO TU MADRE O ELIZABETH HAZNOS UN FAVOR Y VETE! Adalyn la tomo del brazo pidiéndole que se callara. - ¡¿Por qué te empeñas en arruinar todo?! – Rebecca vuelve a hablar- ¡¿PORQUÉ NO SOLO DEJAS QUE EL PRINCIPE FILIPPO TOME LA MANO DE MI HIJA?! DATE CUENTA NIÑA, SE TRATA DE MI HIJA Y NO DE TI, BASTARDA.

Otro golpee, esta vez tocando el labio, me quedo callada al notar la presencia de personas, no me había dado cuenta del alboroto que estábamos armando, servidumbre en una esquina del pasillo murmurando y mirando con atención el espectáculo, y en la otra orilla la reina Iris junto a Filippo y la reina Anna, el ardor de mí mejilla desaparece cuando siento un liquido caliente caer por mi bardilla, toco la zona con mis dedos, es sangre. 

Ambas reinas cubren la su boca con su mano, Filippo me mira con preocupación no tiene la misma expresión seria, su mirada es cálida, sin decir una palabra más salgo a paso rápido por el lado contrario del pasillo aun puedo escuchar como Rebecca me maldice, mis damas corren detrás de mí, pero les pido que me dejen, me encierro dentro de mi habitación. Durante lo que parecen horas escucho murmullos fuera de la puerta de la habitación, siento mi cara hinchada de tanto llorar mi vestido esta hecho un desastre, mi mejilla duele y mi cicatriz de la espalda está volviendo a sangrar, después de un rato dejo entrar a mis damas quienes se miran entre ellas sin saber que decir. 

 - ¿Él rey ya sabe lo ocurrido? – pregunto. 

- Si alteza – contesta una de ellas inmediatamente – a los reyes les comento que estaba enferma y que necesitaba descansar, así que nadie se enteró del altercado – hace una pausa larga – pero, la espera en la sala de té en cuanto la cena termine. 

Me limito a asentir, mis damas comienzan a arreglarme de nuevo, al mirarme al espejo me regresan las ganas de llorar, mi mejilla esta hinchada y roja, mi labio inferior se ve un poco morado. Mis damas disimulan algunos golpes con maquillaje y en mi labio es lavado y lo cubren con una cinta que destaca un poco. Arreglan mi cabello, mi vestido es el mismo que me puse esta tarde, ambas damas me acompañan en silencio hasta la sala de té, me despido de ambas ordenándoles que esperen fuera, pido a los guardias abrir, pero a quien encuentro es a la reina Iris junto con Filippo. 

La reina no duda y me abraza, me quedo paralizada: 

 - Lo lamento alteza – susurra. 

Mis lagrimas salen de manera inesperada, me abraza unos segundos más para separarse y mirar a Filippo, me regala una última sonrisa antes de salir de la habitación dejándonos solos, miro mis pies negándome a verlo cara a cara.

- Lamento que haya visto lo que paso, le juro que todo fue un malentendido, si ya no quiere que seamos amigos ni conocerme, yo lo entenderé – mi voz ronca hace que mi garganta duela, limpio mis lagrimas con mi muñeca. 

Filippo no pronuncia una sola palabra, suspira antes de caminar hacia mi quedando a pocos centímetros de mí. Toma mi barbilla obligándome a mirarlo, su mirada cálida me hace sentirme un poco mejor.

Corona blancaWhere stories live. Discover now