1.6

3 0 0
                                    

Los días pasaron como un sueño, entre las pláticas con mi institutriz, tomar paseos con las reinas, tomar el té con la reina Zar, cenas, comidas y desayunos con toda la corte, paseos con ambos príncipes en los cuales Filippo había mantenido cierta distancia conmigo, la conexión que creí que teníamos comenzara a romperse poco a poco, del príncipe Altan no tengo mucho que decir, es un vanidoso aunque hemos tenido pláticas amenas, su vanidad llega a ser cómica algunas veces, es alguien que siempre tiene de que hablar y puedo decir que es alguien con quien puedo juzgar las extravagancias de la corte y de nuestro reino. 

Estas dos últimas semanas debo tener actividades con ambos príncipes, frente a toda la corte y los reyes, una de estas es bailar el vals que se bailara durante la boda, para este ensayo de baile me ponen un vestido lila que se asemeja a la estructura del vestido de novia, el color es escogido por mi padre, mis damas recogen mi cabello en un pequeño moño bajo, colocan mi tiara de plata, unos largos guantes sobre mis manos que cubren casi por completo mis brazos.

Me apresuro a llegar al salón, con mi corazón latiendo a mil, en la entrada del gran salón mi padre, la orquesta se encuentra lista para comenzar a tocar, los reyes están sentados alado del trono de mi padre, ambos entramos, Lorde ya se encontraba dentro junto con Rebecca, ambos reyes fueron avisados que Lorde también seria dada en matrimonio por esa razón se encontraba en aquel ensayo. 

La servidumbre pasa al frente para dar inicio al vals, Lorde pasa al centro de la pista, el príncipe Altan baila con ella con algo de torpeza pero lo logran disimular gracias a ella, el baile termina y ambos sonríen ante los aplausos de la multitud, el príncipe Filippo toma su lugar para hacer una reverencia antes de comenzar el baile, sus movimientos son minuciosos, delicados y lentos, se mantiene serio durante todo el baile evadiendo las miradas insistentes de mí hermana, aun así la química entre ellos al bailar es difícil de negar, hace que no puedas despegar la mirada de ellos, mi pecho siente una pequeña presión. Los aplausos no se hacen esperar al terminar. 

 - ¡Qué linda pareja! –Rebecca grita desde su lugar para aplaudir. 

Las miradas incomodas de ambas reinas no se hacen de esperar, la reina Iris la mira unos segundos antes de suspirar y mirar a su hijo, Anna imita a Iris, ambos reyes sonríen disimulando la risa, mi padre ignora el comentario tan desatinado de su mujer para dar paso a mi turno, camino hacia el centro de la pista, respiro hondo una última vez antes de comenzar. Altan toma mi mano para comenzar a guiarme. 

- Princesa, dígame de donde saco semejante tela tan fina – susurra con una gran sonrisa quitando un poco mis nervios - ¿Será que son hilos finos traídos de un pueblo que no conocemos? ¿Es otra de las extravagancias del rey?

- Claro – respondo con sarcasmo – de hecho, si llega a tener contacto con piel ajena puede que lo envenene. – hago un giño y le sonrió después. 

- ¿Enserio? – truena los labios y vuelve a sonreír mostrando su dentadura perfecta– entonces averigüémoslo. 

Con una mano me toma de la cintura acortando, solo un poco, nuestra distancia, sus movimientos son al ritmo, pero es algo brusco llegando a lastimar algunos dedos de mi mano izquierda, se disculpa inmediatamente haciéndome reír, hago una reverencia para terminar y agradecerle con una pequeña sonrisa. Filippo camina hacia mí sin apartar la mirada y hace la misma reverencia, toma mi mano y con su pulgar roza cada uno de mis dedos sobre mi guante.

La música comienza, gira para dejarme del lado contrario y tomar mi cintura, su abdomen tocando el mío, hace que un escalofrío se deslice de mi cabeza hasta mis pies, sus movimientos delicados, la forma en la que parece que nuestras manos se conocen y encajan a la perfección como si hubiéramos bailado juntos desde pequeños, la facilidad con la que me levanta, a pesar del pesado y largo vestido, su mano firme sobre mi cintura me da estabilidad y me atrae más a él me hace sentir pequeña, la orquesta toca más lento llegando casi al fin de la canción, donde solo tenemos que girar , su mirada jamás se despega de la mía, nuestras manos se unen en un pequeño rose para girar y luego pasa de nuevo a la cintura para unirnos, quedando nuestros rostros a centímetros uno del otro, dando una última vuelta y separándonos. 

Corona blancaWhere stories live. Discover now