**Capítulo 1: El Fin del Verano y el Inicio de Algo Inimaginable**
Era una tarde abrasadora de verano. El sol colgaba alto en el cielo, derritiendo el asfalto y dejando el aire cargado de calor. En medio de la ciudad, un joven caminaba despreocupadamente, disfrutando de un helado de vainilla que parecía ser su único alivio del clima sofocante. Daba pasos lentos, observando el mundo con la típica pereza que acompaña a esos días sofocantes. Sin embargo, lo que no sabía era que esta tarde, una completamente común para él, sería la última como humano.
Sin previo aviso, algo cruzó el cielo. Un destello que nadie pareció notar, salvo el joven, que apenas tuvo tiempo de levantar la vista.
**¡BAM!**
Un meteorito del tamaño de una pelota de béisbol lo golpeó directamente en la cabeza.—¡Qué demonios...! —fue lo último que pudo exclamar antes de que todo se desvaneciera en la oscuridad.
***
Cuando despertó, ya no sentía el sol, ni el calor, ni el helado derritiéndose en su mano. Se encontraba flotando en una neblina blanca, etérea, y frente a él estaba un hombre... o algo parecido. Un ser de aspecto desgarbado, vestido con túnicas que parecían más improvisadas que divinas, jugaba distraídamente con un yoyo en una mano.
—Oh, finalmente te despiertas —dijo el ser con una voz aburrida y ligeramente irritada, sin dejar de jugar con el yoyo—. Pensé que tardarías más. Bienvenido... o lo que sea.
—¿Qué...? —el joven miró a su alrededor, confundido—. ¿Estoy muerto?
—Sí, sí, muerto. Golpeado por un meteorito, de la manera más ridículamente cómica posible, si me preguntas. En fin, no tengo todo el día... Soy un dios, uno de los muchos, ya sabes. Y, bueno, como ahora tu alma está aquí, bla, bla, bla, tengo una propuesta para ti.
El joven, aún aturdido por la situación, apenas podía procesar lo que escuchaba.
—¿Propuesta?
—Exacto, chico. Mira, hay un montón de almas por ahí, y honestamente, estoy aburrido. Así que pensé en ofrecerte un trato. Yo te reencarno en otro mundo, te doy una habilidad única y a cambio tú haces un pequeño favor para mí, ¿te parece?
El joven se rascó la cabeza, o lo que fuera que ahora tenía como cabeza. Nada de esto tenía sentido, pero considerando que estaba, al parecer, muerto, no es como si tuviera muchas opciones.
—¿Y qué favor es ese?
El dios se encogió de hombros, sin darle importancia.
—Ah, solo quiero que provoques un poco de caos. No mucho, solo lo suficiente para entretenerme. Nada demasiado malo, lo juro. En cuanto a la habilidad... bueno, ya la decidí por ti.
—Espera... ¿ya la decidiste?
—Sí, sí, deja de hacer preguntas. Te daré el poder de *Evolución Asimilativa*. Básicamente, serás capaz de evolucionar constantemente, adaptando tu cuerpo a los peligros o enemigos que enfrentes. ¿Suena divertido, no? Al principio serás algo débil, claro, pero con cada pelea o amenaza, tu cuerpo tomará lo mejor de lo que enfrentes y se hará más fuerte. No está mal, ¿verdad?
El joven miró al dios con escepticismo. Todo esto sonaba como si estuviera jugando un videojuego en su vida pasada, pero ¿evolucionar como si fuera algún tipo de criatura? Algo no sonaba bien.
—Uh... ¿Y cómo funciona exactamente eso de “asimilar”?
El dios suspiró, como si estuviera hablando con un niño pequeño.
—A ver, por ejemplo, digamos que peleas con un monstruo gigante. Sobrevives, y luego tu cuerpo empieza a desarrollar habilidades que te ayudan a combatir ese tipo de monstruos. Podrías crecer más fuerte, desarrollar garras, lo que sea. En resumen, tu cuerpo adaptará características según lo que enfrentes. Es como un truco evolutivo acelerado. Básicamente te convertirás en un depredador de depredadores. ¡Genial, eh!
ESTÁS LEYENDO
esa vez que reencarne en una manticora
Fantasyun mal día para salir de lleva a un trágico destino